Quiero volver a oler, saborear.
Quiero emprender un camino nuevo, pasear por un sendero que no he visitado
antes. Quiero salirme de mi zona de confort, ésa que adormece mis sentidos.
Siento que estoy preparada. Ahora más que nunca.
Tengo un mapa y he trazado una
ruta. Sé que un mapa no es mucho y que un mapa no ha movido, ni un ápice, a
nadie de su sillón pero se necesita un mapa si quieres emprender un viaje.
También tengo una brújula. Me guiará al norte. Mi destino. Me servirá para
orientarme en las noches sin luna y en la oscuridad que, tarde o temprano, se
abatirá sobre mí. Si todo esto no fuese suficiente, me tengo a mí y, claro
está, yo no puedo fallarme a mí misma.
Tengo un reto. Tengo la osadía,
el arrojo, la valentía, la fuerza, la voluntad y la firmeza que se necesita
para alcanzar un reto. Siento que algo nuevo se está gestando en mi interior,
incubándose como un bebé que quiere abrirse paso a un nuevo mundo. Porque un
mundo nuevo me espera ahí fuera. Eso no lo dudo ni por un momento. Y me
reconforta saber todo esto. Es el primer paso, junto con el mapa, la brújula y
yo misma. Mañana es el día señalado.
Y si alguien me pregunta por qué
quiero dejar de fumar, simplemente responderé:
-Porque quiero disfrutar más de
la vida y punto.