sábado, 25 de enero de 2014

NO PUDO SER!

Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder:
¡tenías que estrellarte o que abatirme!...
¡No pudo ser!
Tú eras el océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:
¡tenías que romperte o que arrancarme!...
¡No pudo ser!
Hermosa tú, yo altivo: acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder;
la senda estrecha, inevitable el choque...
¡No pudo ser!

CERTIDUMBRES

Quiero y no quiero. Lo intento y desisto. Me esfuerzo y flaqueo. Es una lucha interna. Es el ying y el yan. Contradicciones. Muchas. Todas. Soy pura contradicción. Me gustaría tener claro algo. Ni siquiera sé si mi nombre responde a todo lo que soy. O responde a una que fue y ahora ya no es. O a una que es ahora pero nunca fue. Veo todo muy borroso. Mi miopía me dice que todo lo que creo mañana será mentira. Así que ya no me creo nada. Me he vuelto nihilista y no es fácil, créeme. La Tierra fue plana mucho tiempo y era una certidumbre. El aceite de oliva era malo hace unos años. La infanta Cristina y Urdangarin unos santos. Volar un sueño. La penicilina una casualidad y los albinos satánicos. Todo lo que uno cree es válido sólo un tiempo. Dame una certeza que sea imperecedera. 

CORTÁZAR

Caí en la cuenta de que era el centenario del nacimiento de Cortázar allí, en aquella extraña casa. ¿Cómo no lo había escuchado antes? ¿En qué estaría pensando? Es Cortázar. El mejor. Y ahora, un día después, caigo en la cuenta de otra cosa, para mi perplejidad. En aquel baño, entre ropa sucia, yacía en el suelo una novela de Benito Pérez Galdós. Y yo me pregunto si es una casualidad o si leo las señales o si veo gigantes donde sólo hay molinos. El caso es que en el capítulo treinta y cuatro de Rayuela (un capítulo nada común, un juego de Cortázar) dice: “Y las cosas que lee, una novela mal escrita…” y lo alterna con un capítulo de dicha novela de Galdós.  Y yo me pregunto si todo no me lleva a él. A Cortázar. Y si todos los capítulos de mi vida sólo son capítulos de Rayuela. Y dónde estará Horacio.

SENDA



Por una vez, lo que siempre soñé
hacer, prometerme
construir una senda,
que pueda recorrer...

DESPISTES

El autobús se toma las curvas con suavidad. Hay una fila de coches parados delante en un semáforo. Los miro detenidamente. Hay algo nuevo en ellos. Algo que descubro con extrañeza. ¿Será posible? Todos llevan unas luces en la parte alta de la parte de atrás. Una fina línea de luces. Están todas encendidas. Todas se apagan de golpe como si alguien le hubiera dado a un resorte. Me parecen unas luces extrañas, que nunca han estado ahí. Pero deben de haber estado siempre y yo no las había visto. Caigo en la cuenta de mi despiste. ¿Cómo no me habré dado cuenta antes? ¿Será posible? Cuantas cosas estarán ahí y yo soy incapaz de verlas. 

COMO UN MARTILLO EN LA PARED

“La historia se repite una y otra vez, como un martillo en la pared”.
Ya no duele. Dejó de doler hace mucho tiempo. Escuece, si acaso, pero dolor no. Ya no lloro, es como un vacío dentro, pero llorar, lo que se dice llorar, no. Las cerillas fueron apagándose una tras otra hasta que me quedé en una total oscuridad. En mi defensa puedo decir que no me gusta dormir sola. No es una excusa. Es mi debilidad dormir abrazada al calor de un cuerpo. Ya sé que no es una buena excusa. Pero disparaste antes, y la culpa es sólo mía. Fui yo la que te regaló el arma. Vuelvo a la calle de los gatos de los contenedores. Allí todo está en calma y nadie va armado.

“Vacía el cargador, una y otra vez, como un martillo en la pared”

jueves, 23 de enero de 2014

TABLAS DE SALVACIÓN

Agarrarme fuerte a algo, algo turbio o desolador. Algo poco correcto o algo oscuro pero algo. Algo que me saque de aquí. Algo con lo que evadirme de esto. Busco una señal. Algo con lo que poder escapar. Quiero escapar de aquí. Quiero irme muy lejos y no volver. Y ese algo sirve como sucedáneo a la verdadera escapada. A la que tengo que renunciar sin remedio. Algo como unos ojos, una mano, un hombro o una palabra. Un whasapp o un mensaje de texto. Algo como un animal herido como yo. Algo perdido como yo. Algo incauto y blasfemo. Algo simplemente libre. Algo insoportablemente excéntrico. Algo perturbado e insensato como yo. Algo que no sea esto :-(

RECURSOS

Recursos, aplicado al mundo de la enseñanza, o mejor llamados, recursos didácticos, son aquellos materiales que utiliza el profesor para conseguir sus fines, o sea, el aprendizaje de sus alumnos. Estos suelen ser: libros, esquemas, transparencias y diapositivas (obsoleto), medios audiovisuales (muy en alza), blog educativo, páginas webs, periódicos y revistas, etc.
Ahora bien, en mi vida práctica, cuando las cosas van mal, cuando no van como esperas que fueran, cuando recibes un vaivén de la vida, una bofetada en el carrillo del alma, un bufido de quien no te esperas o una palabra que te hiere allá, muy en el fondo, en esos casos extremos, (y, a veces, más usuales de la cuenta) me voy a mi caverna de ermitaño, donde busco un botiquín especial que tengo en un lugar que sólo yo conozco. En el botiquín hay música (para casos extremos), libros ( para casos desesperados), papel y boli (para vomitar los demonios que llevo dentro), guitarra (para aporrearla con todas mis fuerzas), chocolate, (antidepresivo natural que calma mi ansiedad) mi blog (para saber que no es todo así siempre) mi facebook (para regodearme con todos esos “me gusta”)teléfono (para contactar con amig@s que me escuchen y aconsejen y con los que desahogarme), tabaco (un paquete o más, un cigarrillo en ese estado es agua bendita)

Si, huyo. Busco mis recursos en la soledad. No hay otra manera. Yo no la conozco si la hay. Mi caverna es un lugar mágico que sólo yo conozco, donde hay un botiquín con tiritas para colocarlas en el alma.  Como dice Xio: cada uno tiene sus propios recursos para sobrevivir. ;-)

miércoles, 22 de enero de 2014

CADÁVERES EN MI MALETERO

La gente se cansa. Se cansa de lo mismo, de repetir todos los días los mismos mecánicos actos, de las mismas personas. La novedad no se puede renovar para ellos. Por eso dejo de ser interesante al cuarto día. Y lo que al principio era una muestra de interés, acaba en dejadez, en esquiva desidia. La desidia que sigue al interés de los primeros días, de la novedad. A mí, por otro lado, no me pilla ya de nuevas. Demasiados cadáveres han probado el maletero de mi deportivo rojo. 

PENSAMIENTO ANTAGÓNICO

No sé si son las leyes de Murphi, algún maleficio cósmico o algo esotérico que está más allá de nuestro entendimiento o de las leyes de la Tierra. Mis pensamientos sobre algo que va a acaecer (no tiene que ser nada trascendental, son cosas cotidianas) suelen ser antagónicos a la realidad. Si suena el whasapp y creo que es mi primo, pues luego es mi hermana. Si pienso que alguien se va a enfadar conmigo por algo que he hecho, entonces no se enfada y cuando pienso que no se va a enfadar, entonces, para mi sorpresa, se enfada. Si pienso que va a estar cerrada la panadería, entonces está abierta.  Si pienso que algo me va a costar muy caro, entonces vale muy barato. Y así sucesivamente se suceden los pensamientos que no se cumplen. Le he hecho un boicot a esta ley y ahora cuando me viene un pensamiento sobre algo, trato de obligarme a pensar lo contrario de lo que quiero, para que la realidad me obsequie con lo que quiero. 

lunes, 20 de enero de 2014

EXPLOSIÓN POR SIMPATÍA

Por estar en el lugar adecuado y en el momento justo escuché una frase que me parece digna de una poesía. Explosión por simpatía. Que yo no sé si es que los cohetes se contagian unos a otros como una pandemia, o que la pólvora es simpática con los de su misma condición. Que para pólvora, Fiñana en San Sebas. Para simpatía la de los fiñaneros en San Sebas. Y para explosión, el encierro. No nos falta ni la Kale Borroka tirando cohetes al suelo ni la Zorra enharinándonos a todos. Todo a bajo cero. Al día siguiente parece que hubiera habido una guerra en la que todo el mundo era feliz. Benditas guerras si fueran como ésta, que asuela  Fiñana los veinte de enero. Bendito vino, benditas rosas, benditos gorros, benditos borrachos. Bendita pandemia de alegría. Benditos niños, que coleccionan cañas como tesoros y limpian el pueblo en un  acto de reciclaje espontáneo, que deberían subvencionar. Bendito San Sebas y San Antón. 

domingo, 19 de enero de 2014

EL ABRIGO

Dedicado a Julio Cortázar.

Cuando te regalan un abrigo por Reyes también te regalan el miedo a perderlo, a que le caiga un cubata, a que te lo roben, a que acabe en el suelo de algún pub. Te regalan la manía de compararlo con otros abrigos, también de paño, negros, austeros, sobrios. La manía de mirar el precio, en las tiendas, de otros abrigos. El mío es mejor, más barato y de mejor calidad. O me han timado, mira que ganga, tenía que haber mirado mejor. Te regalan la necesidad de lavarlo a mano al principio por si destiñe o se estropea pronto. Te regalan el hecho, casual y posible,  de poder confundirlo con otro abrigo y llevarte el que no es tuyo. Y menudo fraude. Te regalan los  diecisiete segundos que pierdes en abrochar sus nueve botones. En total, treinta y cuatro abrochar y desabrochar. Cuatro o cinco veces al día. Calcula. Llegados a este punto nos damos cuenta de que el abrigo no es tu regalo de Reyes sino que tu eres el regalo para el abrigo en sus Reyes.

CAJONERAS

Mientras pensaba  cuanto tiempo me llevaría abrochar los nueve botones de mi precioso abrigo nuevo de paño, mi padre no parpadeaba viendo la copla. De una cosa  me iba a otra y me encuentro pensando en los genes, esos que compartimos mi padre y yo, que yo la copla ni muerta, pero son casi dos generaciones, moco de pavo. Y cada uno en su campo de batalla pero compartiendo la pasión por la música. Y como si sacase cosas inservibles de una cajonera, van viniendo a mis manos pensamientos entrelazados uno tras otro. Mi padre escuchando un programa de rock en la radio esta mañana, que me he quedado helada, que mi padre es más de copla. Y del hielo me voy a la nieve que está al acecho y luego vuelvo a los diecisiete segundos que tardo en abrocharme el abrigo negro. Negro, como el tatuaje en el dedo de esa persona misteriosa, un anillo para toda la vida, una alianza con la vida. Me imagino que es un tipo duro porque ha estado en varias guerras pero fuma nobel y todos sabemos que no es de tipos duros fumar nobel, si me dices winston bueno, pero nobel. Luego me doy cuenta que el hombre de la barra no me quita ojo. Y pienso en todos esos hombres con diez años más que yo, generalmente divorciados, a los que les pareceré inalcanzable, como las estrellas del firmamento. Inalcanzables, como esos muchachos a los que les saco diez años, que no saben ni que existo. Ellos se conforman con mirarme. Yo me conformo con mirarlos. Todos nos conformamos. Abrocha botones. Desabrocha botones. Diecisiete segundos. Abre cajoneras. Cierra cajoneras.

martes, 14 de enero de 2014

ENTREVISTA ESTENOPEICA

Dedicado a Valenlao ;-)
La mujer toca con los nudillos de una mano a la puerta de una habitación de hotel. Con la otra sujeta un maletín de cuero negro. Tendrá unos cuarenta y tantos años pero el maletín le hace aparentar unos cuantos más. Va vestida con traje negro de chaqueta y falda. Zapatos, negros también,  de salón. Lleva el pelo muy liso, en melena, de peluquería,  con unas mechas rubias que tapan su color natural, negro azabache. Espera un tiempo prudencial antes de volver a tocar. Nadie abre la puerta. Vuelve a tocar, esta vez un poco más fuerte. Se toca el pelo nerviosamente. El sonido de una guitarra llega amortiguado a través de la puerta. Cuando se dispone a volver a tocar se detiene el sonido de la guitarra. Los segundos se le hacen eternos y aguanta la respiración. Por fin la puerta se abre. Al otro lado del umbral aparece un chico joven de unos veintitrés años. Lleva camiseta negra ceñida de manga larga, vaqueros rotos también ajustados y el pelo lo tiene revuelto, como si se acabara de levantar o si no se hubiera peinado cuando se levantó. Está increíblemente delgado. Tiene en su cara una sonrisa que le ocupa toda la cara. Le llama mucho la atención que vaya descalzo sin calcetines en pleno invierno. Menos mal que el hotel tiene moqueta. La hace pasar sin reducir un milímetro la sonrisa de su cara. Tiene una expresión en la cara que transmite confianza y paz. Eso la reconforta.
La habitación de hotel le parece demasiado austera para ser un hotel de cuatro estrellas. Se esperaba más lujo. Para empezar le parece pequeña. Ella no ha estado en muchos hoteles de cuatro estrellas y no se lo imaginaba así. Se ha vestido para la ocasión. Es una gran oportunidad. No puede fallar, lleva diciéndose semanas. El chico sólo tiene una manía. Sólo concede entrevistas en su habitación de hotel y con un solo periodista. Nada de multitudinarias ruedas de prensa en suntuosos salones, con mil cámaras. Nada de fotos. Algo íntimo. Ella siente curiosidad por esta manía y le gustaría preguntarle porqué pero desiste de la idea. No quiere parecer entrometida ni meter la pata en su gran oportunidad. La suite del hotel consta de dos habitaciones, el dormitorio  y un pequeño salón con un sofá y dos sillones blancos, una mesa baja de madera y un jarrón con bambú, que ella piensa que es artificial pero se equivoca. Toda la decoración es minimalista. Es decir, existe una ausencia de decoración superflua. Hay una guitarra acústica en uno de los sillones. Está muy bien cuidada, como recién comprada. El chico se mueve grácilmente por la habitación. Le pregunta que desea tomar y abre el minibar. Él se sirve un tercio de cerveza. Ella le dice que con agua será suficiente. Él sonríe y le responde: -Como quieras pero aquí hay un whisky muy bueno. Él se sienta en uno de los sillones. En el otro está la guitarra. Ella se sienta en el sofá y saca del maletín una grabadora y un cuaderno de notas. Se pregunta cuánto tiempo puede estar presente una sonrisa en la cara de una persona. Seguramente él tenga el record.
Lleva unas semanas nerviosa pero ahora, de repente, delante de él se siente tranquila. La habitación despide un halo de paz que no acierta a saber si es por la decoración minimalista, por ser un hotel de cuatro estrellas o por la  otra persona que lo ocupa. Una persona importante. Una estrella del rock. La que más brilla ahora mismo. La que todo el mundo quiere ver en concierto. La que todo el mundo escucha en sus coches, en las oficinas, por la calle en reproductores mp3, en la radio, en los pubs de moda o en el Zara. A pesar de su corta edad este chico ha llegado a lo más alto, con una guitarra como medio y una mente prodigiosa para la música. Ella se da cuenta que el chico tiene un don especial que se nota sólo con su presencia.
-¿Empezamos?- pregunta la mujer
-Cuando quieras- responde el chico.
Ella presiona el botón rec de la grabadora y pone el cuaderno sobre la mesa.
-¿Qué es lo que más ansias?
-La paz- dice el chico sin titubear
-¿Te refieres a la paz en el mundo?- indaga ella.
-Me refiero a la paz interior, la paz con uno mismo.
-¿Con qué sueñas?- pregunta de nuevo la mujer atusándose el pelo
-Nunca sueño dormido- reconoce el chico después de darle un largo trago a la cerveza.
-¿Qué es lo que no soportas del verano?
-Las moscas- dice con una sonrisa
-¿Y del invierno?
-El aire caliente de las bombas de calor- dice mientras se toca un pie y ella piensa que esa es la razón de que haga tanto frío en la habitación.
-¿Qué es lo que te motiva a levantarte por las mañanas?
-La curiosidad de qué va a pasar.
-¿Qué es lo que más te molesta de una persona?- pregunta la mujer mirando fijamente el botellín de agua que él le ha servido.
-La hipocresía.
-¿Y qué es lo que más te molesta de ti?- ahora la mujer despega la etiqueta del agua con parsimonia.
-Ser transparente.
-¿Quieres decir que nadie se fija en tu presencia?- manifiesta ella sorprendida.
-No, quiero decir que todos saben cómo me siento con sólo mirarme a la cara.
-¿Te sientes solo?
-A veces me siento solo rodeado de gente. Otras veces estoy en completa soledad y no me siento solo.
-¿Echas en falta a alguien en tu vida?- inquiere ella un poco ruborizada
-Si- y se hace un silencio entre los dos.
-¿Quién es esa persona?- vuelve a indagar y  sigue despegando, ahora con más ímpetu, la etiqueta del botellín de agua.
-Esa persona no existe más que en mi imaginación- suspira él melancólicamente.
-Sin embargo, la echas de menos…- incide ella en el tema.
-Sí, mucho- confiesa lacónicamente.
-¿Qué valoras por encima de todo?- sondea ella,  con la etiqueta ya despegada entre las manos y jugueteando con ella.
-El amor
-Me refiero en otra persona- aclara ella
-Un buen corazón, es lo mismo- puntualiza él. Entonces ella abandona la etiqueta en la mesa, coge el cuaderno y apunta algo que él desconoce y por lo que siente una gran curiosidad.
-¿Qué tienes en la cúspide de tus prioridades?
-El amor- reitera él.
-¿A otra persona?
-A todos los que me rodean.
-¿Crees que el amor es lo más importante?- concluye ella.
-Sin duda alguna.
-¿Por qué?
-Porque hace de éste un mundo mejor.
-¿Qué te asusta?
-La maldad
-¿Qué te atrae?
-El peligro.
-¿Te gusta el peligro?- pregunta sorprendida
-Sin rebasar la línea- puntualiza él
-¿Hay una línea?-
-Sí, imaginaria, pero sí.
-Para terminar, ¿por qué merece la pena cometer locuras?
-Por amor
-¿Fraternal o pasional?
-En este caso pasional- dice él con una gran sonrisa.

Ella para la grabadora y la guarda junto con el cuaderno, en su maletín. Se despiden cortésmente, como si no hubiera pasado nada. Como si ahora ella y, cuando se publique el artículo, medio mundo, no supiese cosas tan personales suyas. Él se siente como si hubiera entrado  un rayo de luz a través de una cámara oscura y hubiese dejado su huella en un papel fotosensible, como en una cámara estenopeica casera.

LA MALDICIÓN

Toda la casa olía a mierda. El olor que se desprendía cuando abrías la puerta de la casa era nauseabundo. A cloaca. A sumidero. Los habitantes de la casa desprendían el mismo olor. Todo estaba limpio, impoluto. Echaban oleadas de lejía por todas partes pero el olor estaba adherido a la casa. Era un olor penetrante. A mierda de las profundidades de la Tierra. Ellos no podían soportarlo. Nadie podía soportarlo. No se sabía porqué todo olía a putrefacto, a alcantarilla. Era una maldición que había caído sobre la casa. Una maldición con mucha mala leche. La peor maldición. Oler a mierda de por vida.

viernes, 3 de enero de 2014

SEXTO CUMPLEBLOG

Un 3 de Enero de 2008 empezaba esta aventura. Empezaba este proyecto como niña con zapatos nuevos. Han pasado seis años y aún sigo aquí, en este oficio silencioso, construyendo castillos en el aire, hablando de mí, de lo que me rodea, de lo único que puedo hablar, de lo único que sé. Sigo con la misma ilusión, no ha decaído aún. Espero que no lo haga nunca. Está tan dentro esto que hago, escribir, está tan arraigado en mí como forma de entender el mundo y de llevar un hilo de lo que pienso y de lo que me pasa, que creo que nunca podría abandonarlo. Gracias a todos los que os pasáis por esta humilde morada. Sois pocos pero para mí suficiente ;-)