sábado, 20 de diciembre de 2014

CORRER

Tenía que haber salido corriendo. Ahora sólo pienso que tenía que haber salido corriendo. A veces en la vida todo depende de una decisión que tienes que tomar en décimas de segundo. Pero me quedé con los músculos atrofiados, no me respondían las piernas; como en uno de esos sueños en los que quieres correr y algo sobrehumano te lo impide, algo que no puedes entender. Tu cuerpo no responde a tus órdenes. Me quedé varada en mitad de la calle. Hacía frío y había perdido mi abrigo, pero todo daba igual, yo no podía correr, y eso era lo más importante. Correr. Como una obligación, como un mandato superior que mana de dentro y puja por salir.

Ahora sólo puedo pensar  que tenía que haber salido corriendo y no lo hice.

LA HISTORIA DE UNA DESPARACIÓN

A Juan Manuel Gil y a este hermoso y difícil camino hacia la desaparición.

Te veo, no estás solo. Me pongo nerviosa y empiezo a hojear unos libros, disimuladamente. Por fin reúno fuerzas y me acerco. Tú me miras con sorpresa. Tu novia me mira con recelo. Nos quedamos solos. Hojeo tu libro nerviosamente, en realidad no lo miro. Lo suelto al instante.

Y luego viene la otra historia, la de la otra cara, la cara oculta de la luna, el yang, lo oscuro. Lo hermoso y difícil. Las palabras huecas, las palabras repetidas que ya no tienen sentido. Perder la magia, caerte y darte de bruces con el suelo. Ver el mundo tal cual es y toparte con esa realidad sin anestesia.

Ya no duele, hace mucho que ya no duele. Escuece, a lo sumo. La historia de caminar en círculos. Repetir todos los errores y encontrar algo hermoso en repetirlos. Los regalos que no llegan por Navidad. Una guitarra en MRW que no tiene dueño. Tu voz pronunciando el nombre de otra mujer con la misma intensidad que pronunciaste el mío. La libertad con todas sus consecuencias. El precio de la libertad. Querer volverme antes de lo previsto, como siempre. Renunciar a los caprichos por ser libre. Cuando la libertad no es más que otra cárcel. Cuando tú estabas destinado a desaparecer, que sólo eras humo y el humo vuelve al aire. Es su naturaleza.

Deja que la naturaleza fluya. Deja que el humo vuelva al aire. Deja que Alaska sea su meta. Que experimente, que busque, que se pierda, que encuentre, que gane y que pierda, que empiece de cero, que aprenda, que llore, que ría, que viva. Que haga lo que sea pero que viva.


Quiero que nuestros hemisferios se junten en rara ocasión para dar lugar a una estrella fugaz. 

domingo, 14 de diciembre de 2014

OTHER LIVES




SIN BUSCARNOS PARA ENCONTRARNOS


DE VUELTA

Cuando vienes de vuelta el futuro te huele a pasado. Y sabes que todo desaparecerá y dejará un leve rastro. Cuando me encuentro un vestigio del pasado entre mis cosas, una foto, una entrada de concierto o un resguardo de un envío por correspondencia me da un ligero cosquilleo en la barriga. Forma parte del pasado y en aquel momento era esperanza y  fulgor, era vida. Cuando ya has pasado por esto muchas veces y has ido dejando tanta gente en el camino ( que un día fue tan indispensable) y metes un vestigio de tu presente en un libro, ya te huele a pasado. Ya te ves a ti misma abriendo ese libro dos años después y sonriendo o sintiendo la cosquilla en el estómago. Te adelantas al futuro porque has pasado por eso muchas veces. Es lo que tiene hacerse mayor, que puedes predecir tus pasos y darte cuenta lo poco que dura todo. Y hay que aceptar ese paso del tiempo que pone todo en su sitio y aleja  a las personas y a las cosas para acercarte a otras personas y otras cosas que , a su vez, se alejarán tarde o temprano. Y que te queda, me pregunto. Te queda el presente, te queda el momento, te queda vivir y seguir el camino y no atarte a nada y seguir deambulando entre señales y dejar que la melancolía se pose en tu corazón un domingo cualquiera para recordar eso que un día fue tuyo y nunca más lo será. 

TRECE SEGUNDOS

Invoquemos la magia,
la dulzura redonda de la luna,
el sonido de las olas del mar y las mareas,
la asimetría en el vestir,
la música de otras vidas,
la luz azul flotando entre tu y yo.
Toda la magia que nos rodea.
Seamos magas que invocan la magia
y creen el karma,
en las partes oscuras de todo,
en el yin y el yang.
Creamos en los sueños y la magia,
en la belleza de los paisajes solitarios y desolados que nos acompañan.
En la unión entre almas hechas del mismo material.
En las palabras que escribo ahora
y que me dicta la magia desde otra dimensión.
Que no las escribo yo,
que vienen a mí solas,
fruto de las musas.
Creamos en los trece segundos

que dura un instante de felicidad.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

NUBE PASAJERA EN LA CIUDAD DEL VIENTO

¿Cómo suenan las olas?
¿Cómo son los paisajes del silencio?
Like a friend, I wonder, Copenhague. Señales.
Magia que tocas con la punta de los dedos,
pero que se te escapa.
Dura un instante,
pero la tocas.
Es humo en forma de círculos que sale de una boca
y va a disolverse al aire.
La ciudad del viento es así,
llena de recovecos, de alarmas, de sorpresas.
Si vas a la ciudad del viento,
no uses paraguas ni paracaídas.
La tormenta, lo único malo que puede hacerte…
es mojarte.
Y si te caes en pleno vuelo…
del suelo no pasas.
Las nubes, en la ciudad del viento, son pasajeras.
Te mojan, te calan hasta los huesos y al rato…
el sol brilla en un cielo azul sin manchas.
Si vas a la ciudad del viento recuerda esto:

“Todo lo que no es dado, es perdido”

sábado, 22 de noviembre de 2014

UTOPÍA


PALOS DE CIEGO



Últimamente me siento así... :-(

EL RAYO QUE TE CAE


lunes, 17 de noviembre de 2014

TODOS LOS HOMBRES MATAN LO QUE AMAN


Pero todos los hombres matan lo que aman,
que lo oiga todo el mundo
unos lo hacen con una mirada amarga,
otros con una palabra romántica;
el cobarde, con un beso,
¡el valiente con una espada!
Unos matan su amor cuando son jóvenes,
y otros cuando son viejos;
unos lo ahogan con manos de lujuria,
otros con manos de oro;
el más piadoso usa un cuchillo, pues así el muerto se enfría antes.
Unos aman muy poco, otros demasiado,
algunos venden, y otros compran;
unos dan muerte con muchas lágrimas y otros sin un suspiro:
pero aunque todos los hombres matan lo que aman,
no todos deben morir por ello.

Oscar Wilde

LA CLASE OBRERA

Entra un padre con su hijo. Le pido a Dios que lo trate bien, que no le pegue, que lo entienda.  Las manos del padre son robustas y encallecidas. Podrían pegar muy fuerte. Lleva un paquete de Marlboro en el bolsillo de atrás del pantalón. No tendrá un buen trabajo si acaso tiene trabajo. Se deslomará para sacar a su hijo adelante. Arrastra un pesado carro de la compra. Detrás de él hay una adolescente que, con el móvil entre las manos, dormita en el hombro de su madre. Todo son gestos de cansancio y la gente cierra los ojos, no sé si para dormir o para soñar con otra vida mejor. Son la clase obrera, la clase de la que me siento orgullosa de formar parte.  La clase que levanta este país viaja en autobús en las grandes ciudades.
Atravesamos barrios con graffitis en sus muros, que gritan el descontento de la clase obrera sobre las paredes mudas. Sube y baja gente, con sus vidas al hombro, tirando de pesados carros, mirando al infinito por las ventanillas, buceando dentro de ellos mismos, agradeciendo un momento de paz al día, cediendo sus asientos a ancianos y embarazadas. Hay niños, adultos, viejos, bebés en sus carritos.

                Siempre que me subo a un autobús en Almería me embarga esta sensación y veo el mundo por unos momentos a través de esos ojos, cansados y marchitos, y me parece un mundo gris pero solidario.

sábado, 8 de noviembre de 2014

SIN MINIBAR

Algodones debajo de las uñas de los dedos de los pies,
para amortiguar el pisotón.
Una habitación vacía de hotel,
tan vacía como yo.
Tu canción favorita está sonando en la radio.
Y llueve.
Llueve lento, sin prisa, 
se me mojan los párpados
y no sé si es por esa escasa lluvia que cae.
Es bueno que llueva lento.
Me gusta la lentitud de la lluvia.
Me recuerda que debo ir despacio.
Empezar poco a poco,
no verte,
no ir a los sitios que vas tú,
no wasearte,
no mirarte cuando estés,
y un día…
sin que me de cuenta,
un día cualquiera,
estarás fuera de mi pensamiento
y en mi corazón ya se posarán otras mariposas.
Voy a llenarme todo el cuerpo de algodones,
para amortiguar los golpes.
Ahora los que vienen de ti.
Y también para los que vendrán después.
Porque esto no se ha acabado.
Vendrán golpes de todos lados.
La vida es así.
También vendrán días de risas.
Pero hoy llueve y estoy calada hasta los huesos.
Y no me apetece llegar sola a esa vacía habitación de hotel,
en la que nadie me espera.
Y la lluvia me recuerda que sí,
que lento,
que mejor lento y sin prisas,
paso a paso.
Cada día una hora menos de pensar en ti.
Cada día una dosis más de amor fraternal,
que supla mis carencias afectivas.
Y luego volver a empezar.
Volver a olvidar.
Vuelta a llover,
y a calarme hasta los huesos.
Pero que sea otro el que me rompa el corazón,
que no vuelvas a ser tú.
Que lo tuyo acabe en una habitación vacía de hotel escribiendo estas líneas.



domingo, 14 de septiembre de 2014

SIN PARACAIDAS

“Es casi ley,
los amores eternos
son los más breves”
Mario Benedetti

Te metes en mi vida una vez a la semana,
se ha hecho ya casi una ley,
de esas leyes no escritas.
Me meto en mi vida cinco días  a la semana,
y olvido que existes.
Me adentro en mis proyectos, en mi rutina, en mi vida diaria,
y lo hago sin ti,
ya me he acostumbrado,
a la fuerza,
no puedo esperar alfombras rojas.

Pero llega el sexto día,
y entras por la puerta grande,
y el tuyo es el rostro que más deseo ver,
y se abren todos mis chakras con tu olor,
y me empujo a mi misma al precipicio,
sin paracaídas.
Y tus dedos son el conjuro
contra los malos presagios.
Y me alimento de migajas,
que me saben a festín.
Y te digo:
-Adiós, mi amor, hasta nunca.



ETERNA ADOLESCENCIA

Dicen – ¡Joer, que guay! cuando alguien les dice algo que los deja asombrados. Están al día del último disco de sus músicos favoritos. Dicen cosas en jerga, como: Me estoy rallando. Que flipada. Alucina. Están enfadados con el mundo y son rebeldes, subversivos y van contra corriente. Sienten que nadie los entiende. Se enamoran  cuando van por la calle. Valoran a un amigo como lo más valioso del mundo.  Les gusta experimentar cosas nuevas, romper la rutina, explorar caminos que llevan a lugares mágicos y oscuros. Se pueden pasar horas tumbados en la cama mirando el techo, escuchando música o hablando por wasap con un amigo.
Los reconocerás porque vuelan sin alas y sin motor, tengan la edad que tengan.

Ellos son los eternos adolescentes.

martes, 22 de julio de 2014

EL CERCO

Se estrecha el cerco,
poco a poco,
como en esas películas
en las que menguan
las paredes y el techo,
y los ocupantes se salvan
por los pelos.

Se estrecha el cerco,
como el círculo de fuego
del escorpión.
Cuando el escorpión
prefiere picarse a sí mismo
 que morir en las llamas.

Se estrecha el cerco,
y lo vas notando,
pero no puedes moverte,
estás paralizado.

Es un cerco muy grande,
podrías construir una casa dentro,
tampoco es de fuego,
y las paredes y el techo
se mueven a tres milímetros por hora.

Y puede que…
como en las pelis,

te escapes en el último momento.

domingo, 13 de julio de 2014

TABULA RASA

“Sólo el blanco para soñar”
Arthur Rimbaud

Cada día empezamos desde cero. Cada día tenemos la oportunidad de rectificar todos nuestros errores. Cada día borrón y cuenta nueva. El sol sale para todos un día más. Y la vida te da otra oportunidad cada día de pintar el cuadro de tu vida con los colores que más te gustan. Un lienzo en blanco cada día. Un folio en blanco para escribir tu biografía cada día. Menos mal. Qué alivio. Todos morimos cada noche y renacemos cada día cuando sale el sol. 

PLANES


VENUS

Los fines de semana no me acuesto tranquila si no veo a Venus antes de acostarme. Hay un intervalo del amanecer en el que la única estrella que se ve en el cielo es Venus. Cuando sólo hay una estrella en el cielo se puede pedir un deseo. Así que, siempre pido mi deseo y me acuesto plácidamente. Que mejor que pedirle un deseo al planeta que le dio nombre la diosa romana de la belleza. El planeta regente de Libra. El que más brilla desde la Tierra. El planeta donde un día dura 243 días terrestres, el más largo del sistema solar. Venus brilla tanto por su proximidad al sol y su atmósfera caliente. Radiante, fulgurante, allá, colgado del cielo, cuando rompe el día, cuando se acaba la noche, testigo tácito de todas nuestras vacuas tribulaciones.   

LA SALVACIÓN

La música me salva,
me salva diariamente,
de una y mil maneras,
con una y mil canciones.
La música me salva de olvidar lo importante,
saca lo mejor de mí.
La música me salva de olvidar la magia,
de tocarla con la punta de los dedos.
Me salva de la idiotez y de la vulgaridad.
Entra por mis venas,
recorre arterias
y llega hasta el corazón.
La música le da alas a mis pies,
y me procura altas dosis de relatividad.
La música es el único bálsamo que lo cura todo.
Si  Dios creó la música, creo en Dios.

Lo único que no me ha fallado en toda mi vida ha sido la música.

lunes, 26 de mayo de 2014

INCERTIDUMBRE

Acostúmbrate a la incertidumbre. La vida es incertidumbre y te regala altas dosis de incertidumbre.

EN TODO RECAYENTE HAY UN GRAN REHABILITANTE

EN TODO RECAYENTE HAY UN GRAN REHABILITANTE. Julio Cortázar

Nadie puede dudar de que las cosas recaen. Un señor se enferma, y de golpe, un miércoles recae. Un lápiz en la mesa recae seguido. Las mujeres, cómo recaen. Teóricamente a nada o a nadie se le ocurriría recaer pero lo mismo esta sujeto, sobre todo porque recae sin conciencia, recae como si nunca antes. Un jazmín, para dar un ejemplo perfumado.

A esa blancura, de donde le viene su penosa amistad con el amarillo? El mero permanecer ya es recaída: el jazmín, entonces. Y no hablemos de las palabras, esas recayentes deplorables, ni de los buñuelos fríos, que son la recaída clavada. Contra lo que pasa se impone pacientemente la rehabilitación.

En lo mas recaído hay siempre algo que pugna por rehabilitarse, en el hongo pisoteado, en el reloj sin cuerda, en los poemas de Pérez, en Pérez. Todo recayente tiene ya en si a un rehabilitante pero el problema, para nosotros los que pensamos nuestra vida, es confuso y casi infinito. Un caracol segrega y una nube aspira; seguramente recaerán, pero una compensación ajena a ellos los rehabilita, los hace treparse poco a poco a lo mejor de si mismos antes de la recaída inevitable. Pero nosotros, tía, como haremos? Como nos daremos cuenta de que hemos recaído si por la mañana estamos tan bien, tan café con leche, y no podemos medir hasta donde hemos recaído en el sueño o en la ducha? Y si sospechamos lo recayente de nuestro estado, como nos rehabilitaremos?

Hay quienes recaen al llegar a la cima de una montaña, al terminar su obra maestra, al afeitarse sin un solo tajito; no toda recaída va de arriba abajo, porque arriba y abajo no quieren decir gran cosa cuando ya no se sabe donde se está. Probablemente Icaro creía tocar el cielo cuando se hundió en el mar epónimo, y dios te libre de una zambullida tan mal preparada. Tía, como nos rehabilitaremos?

Hay quien ha sostenido que la rehabilitación sólo es posible alterándose, pero olvido que toda recaída es una desalteración, una vuelta al barro de la culpa. Somos lo más que somos porque nos alteramos, porque salimos del barro en busca de la felicidad y la conciencia y los pies limpios. Un recayente es entonces un desalterante, de donde se sigue que nadie se rehabilita sin alterarse. Pero pretender la rehabilitación alterándose es una triste redundancia: nuestra condición es la recaída y la desalteración, y a mi me parece que un recayente debería rehabilitarse de otra manera, que por lo demás ignoro. No solamente ignoro eso sino que jamas he sabido en que momento mi tía o yo recaemos. Como rehabilitarnos, entonces, si a lo mejor no hemos recaído todavía y la rehabilitación nos encuentra ya rehabilitados? Tía, no será esa la respuesta, ahora que lo pienso? Hagamos una cosa: usted se rehabilita y yo la observo. Varios días seguidos, digamos una rehabilitación continua, usted está todo el tiempo rehabilitándose y yo la observo. O al revés, si prefiere, pero a mi me gustaría que empezara usted, porque soy modesto y buen observador. De esa manera, si yo recaigo en los intervalos de mi rehabilitación, mientras que usted no le da tiempo a la recaída y se rehabilita como en un cine continuado, al cabo de poco nuestra diferencia será enorme, usted estará tan por encima que dará gusto. Entonces yo sabré que el sistema ha funcionado y empezaré a rehabilitarme furiosamente, pondré el despertador a las tres de la mañana, suspenderé mi vida conyugal y las demás recaídas que conozco para que sólo queden las que no conozco, y a lo mejor poco a poco un día estaremos otra vez juntos, tía, y será tan hermoso decir: Ahora nos vamos al centro y nos compramos un helado, el mío todo de frutilla y el de usted con chocolate y un bizcochito.

sábado, 24 de mayo de 2014

EL PELLIZCO EN EL ESTÓMAGO

Después del saludo educado y correcto,
¿qué vendrá luego?
el pellizco en el estómago,
cada vez que vuelva a verte,
con cada saludo educado y cortés,
en cada madrugada.
El pellizco que perderá debilidad,
con el tiempo,
cuando se me echen encima
todos esos días, noches y madrugadas sin ti,
que me sacarán a flote.
Cuando me aplaste el tiempo,
y te conviertas en grano de arena en mi universo.
Cuando el olvido me tome de la cintura,
y me lleve a lugares paradisíacos.
Cuando caiga sobre mí
el telón de acero que me separe de ti.
Hasta entonces…

el pellizco en el estómago…

sábado, 17 de mayo de 2014

DUELO

Se han quedado a solas
todos los portales de Cicely.
Y todos los ojos detrás de las ventanas,
se han cerrado para siempre.
Se ha quedado sola la luna,
las estrellas, los cubos de basura,
las farolas, los bancos y hasta los gatos noctámbulos.
Se han quedado mudos los apuntadores,
los invitados a la fiesta, los espectadores
y hasta los vigías.
Se ha muerto algo dentro
y he sido feliz en su entierro.
He hecho duelo, migas y
he limpiado el polvo a todos los libros de mi casa.
Luego me he echado la siesta
y ha resucitado otra.
Nueva, limpia, en paz, libre, emancipada, sin miedos y …
muy, muy feliz ;-)




CAMINANDO EN CÍRCULOS

Recorriendo las mismas sendas
que llevan a los mismos lugares,
a esos paisajes que ya conocemos,
a los sitios que hemos visitado tantas veces,
y que siempre creemos que son escenarios nuevos.
Pero caminando en círculos se llega a los mismos lugares,
que huelen a lo mismo,
a cenicero rebosando,
a tubo de escape,
a sudor frío,
a cerveza negra.
Caminando en círculos no tienes manera de escapar,
a los días fugaces,
a los mismos errores,
a la palidez de las lunas,
de las dos lunas de Aomame y Tengo,
que contemplas sabiendo que tu también vives en 1984.
Caminando en círculos no puedes huir de aquí,
de la vida fácil,
del torneo de ajedrez,
de las noches relámpago,
de la estupidez de todas las bocas.
Por eso, ahora, para caminar en círculos,
me pinto los labios agrietados,
me pongo mi mustio vestido azul,
y espero que las cosas no se tuerzan.

De todas formas, caminando en círculos no se puede llegar muy lejos.

sábado, 19 de abril de 2014

PEQUEÑOS DELITOS

Hay un placer mundano en hacer algo prohibido. Dicen por ahí que lo lícito no me es grato y lo prohibido excita mi deseo. Hay algo provocador y atrayente en hacer algo prohibido. Como cuando éramos niños y cogíamos una silla para alcanzar las golosinas del estante más alto, a escondidas. Todos los adultos fuimos niños y quizá nos quede remanente ese sentimiento de ser furtivos. Es excitante fumarse un cigarro en un sitio en el que está prohibido. Es electrizante colarse en una fiesta privada, echar fotos donde está prohibido, bailar donde no se puede o no está bien visto. Cruzar con el semáforo en rojo. Meter cervezas de un pub en otro ante la inocente pasividad del portero, ajeno a nuestra travesura. Enseñar la tarjeta de estudiante para que te hagan descuento para entrar en  los museos, cuando hace ya mucho que no eres estudiante de ninguna universidad. Bañarte en la piscina comunitaria cuando no hay nadie, a altas horas de la madrugada. Hay un placer clandestino en hacer esas inocentes travesuras. Quizá haya una explicación científica para esto. Para casi todo lo hay. Quizá sea la adrenalina. La culpa de todo no la tiene Yoko Ono. La tienen las hormonas. 

lunes, 14 de abril de 2014

MILAGROS

Decía Einstein (un tío muy listo, físico, y para mí también filósofo), pues bien, decía: “Hay dos maneras de vivir la vida: como si todo fuese un milagro o como si nada fuese un milagro”. Y esta pequeña frase encierra mucha sabiduría. Todos los filósofos desde hace dos mil años hablan de la felicidad. Desde Epicuro hasta John Lennon. A todos les preocupa lo mismo. ¿Qué otra cosa le puede importar al hombre? A mí me obsesiona el tema desde siempre. He leído millones de libros de autoayuda, psicología y filosofía. He observado con fruición a todas las personas que son felices (para aprender de ellas) y a las que no lo son (para no ser como ellas). He investigado sobre el tema en cuestión porque me parece fascinante. Y he sacado mis propias conclusiones. No sé si ciertas o no. A mí me sirven. Cuando uno vive la vida como un milagro, cuando uno piensa que es un milagro el café con leche de por la mañana, las cosas se viven diferentes. Porque es un milagro una comida sabrosa, un paseo en bici, la sonrisa cómplice de tu sobrino. Es un milagro una conversación interesante, el beso de buenas noches a tu padre. Es un milagro la luna llena una vez cada veintiocho días. Es un milagro poder bailar. Es un milagro escuchar una canción que te hace vibrar de emoción. Es un milagro tu pijama y tu camita cuando estás tan casada. Es un milagro disfrutar de tu actor favorito en una película, tomarte una cerveza con tus amigos. Es un milagro recibir una sorpresa o un regalo. Es un milagro que la Tierra de una vuelta cada día. Es un milagro que el sol salga todos los días. Es un milagro abrir los ojos por la mañana y saber que sigues vivo. Yo no dudo ni por un momento que es un milagro. Y quien sepa apreciar estas pequeñas cosas será feliz. Porque eso es la vida, pequeños momentos que saborear, pequeñas gustos que te sabes dar diariamente. Nada más. No espero ningún milagro porque el milagro sucede cada día. Eso es la felicidad. Por lo menos para mí. 

miércoles, 9 de abril de 2014

EL BAJO

Vivo en un bajo con los consecuentes inconvenientes que eso acarrea. Han robado varias veces. De una manera cutre. Nada de bandas organizadas de rumanos que asaltan chalés de lujo. Que va. Mi casa es de lo más humilde. Casi no hay cosas de valor. Ni la tele es de pantalla plana. Los muebles tienen mil años. Los cuadros son de los chinos. Baratijas. Mi ordenador tiene siete años y el ventilador hace el mismo ruido que un avión cuando va a despegar. Nada de valor, ya te digo. Pero aún así han intentado robar varias veces. Ladrones de lo más vulgar. Gente que pasa por la calle, ve una ventana abierta y mira dentro a ver si hay algo de valor. Ladrones de poca monta. Los abogados lo llaman hurto; yo, que tengo una prodigiosa moral, lo llamo robar. Enamorarse de lo ajeno. Tengo que tener mucho cuidado en no dejar cosas cerca de la ventana, que es donde está el escritorio. Pero aún así no me fio. Como fumo tengo que ventilar la habitación y eso conlleva dejar la ventana abierta cuando no estoy. Una rejilla. Ya sé que hay rejas pero y si…
                De camino a comprar el pan me asalta la duda. Y si ellos, los que se enamoran de lo ajeno, suben la persiana un poco, lo justo para meter algún objeto largo, un palo o un alambre, y valiéndose de él intentan pescar mis humildes pertenencias. Mis gafas de sol que me regalaron con una revista, mi móvil, o el portátil. O lo que es aún peor, y si me roban el último libro de Murakami que me estoy leyendo y está en la mesita, y ya nunca sabré como termina. Qué horror. Veo las imágenes del hurto en mi casa tan nítidas que creo que ha sucedido en alguna película que he visto. Pero sólo ha sucedido en mi imaginación. O no.
                Me ha entrado el pavor. Me vuelvo a medio camino, sin llegar a la panadería. No puedo andar ni un centímetro más alejándome de mi casa. Lo primero que hago es ir directamente a la ventana para asegurarme de pillarlos infraganti. Pero sólo hay unos niños jugando cerca de la ventana con un balón. Inocentemente y ajenos a mis malos presagios. Entro en la habitación. Todo está en su sitio. Respiro aliviada. Mi paz dura poco. Oigo un grito. Debe ser mi compañera de piso. Me acerco corriendo a su habitación. Está muy alterada. Cabrones, repite una y otra vez. A mí no me han robado pero a ella sí. Un cargador que vale cinco euros, una crema de manos del Mercadona, euro y medio el bote, y un pen drive que valdrá cuatro euros. Total del valor en euros que han sustraído: diez euros y medio. Arriesgarse para eso.

                Pienso en otras desventajas de vivir en un bajo, como las humedades de las paredes, la poca luz, o la falta de intimidad y empiezo a pensar que quizá debería mudarme a un piso más alto donde no tenga esos inconvenientes. Pero, de alguna manera, me siento unida a ese piso. A los rezumaderos de sus paredes, a sus oscuras cortinas, a tener todo el día la luz encendida. Algo sobrenatural y todopoderoso me obliga a seguir en él, sufriendo esas calamidades. Algo que escapa a mi razonamiento lógico, a mis entendederas. Como si alguien me hubiese embrujado. Como si ese piso tuviese vida propia y quisiera atraparme. De pronto, me pregunto si tendrán algo que ver los niños que juegan inocentemente al balón. 

lunes, 31 de marzo de 2014

TAN TUYO

Me gustan tus manos, cómo señalas las cosas con esa dejadez en los delgados dedos, en posición flácida, con desgana, como si en realidad no quisieran señalar nada. Me gusta tu nuca y tu pelo mal cortado y peinado pero… tan genuinamente tuyo. Me gusta tu ropa ajada por el tiempo, deportiva y pasada de moda, pero… tan tuya. Me gusta tu risa cómplice. Ese gesto tuyo de complicidad con el otro al reír, con cualquiera que hables, a veces conmigo. A veces. Me gusta tu reserva, tu misteriosa reserva, no saber qué piensas, que estés tan lejos como las estrellas. Que prescindas de todo. Que prescindas de mí. Que seas autosuficiente. Me gusta tu genuina manera de ser, como nadie más es en el mundo. 

EL BARRIO DEL VOLCÁN

Enciendo un cigarrillo mientras voy camino de la Farmacia. Me encuentro a mucha gente paseando solos a su perro. Cuando llego a la Farmacia me paro en la puerta a darle las últimas caladas al cigarro. Entra una pareja, que en el hipotético caso de que yo no fuera fumadora, irían detrás de mí pero la realidad es que van antes. Tiro la colilla y entro. La farmacéutica atiende a la pareja. La mujer está gorda. Yo creo, así, a ojo avizor, y en estas cosas me equivoco poco, que le sobran veinte o treinta kilos. La mujer gorda pregunta a la farmacéutica por las barritas Biomanán que están de oferta y elige como ocho, de diferentes sabores y estanterías. El hombre la abraza en actitud cariñosa, como si nadie los observase, y luego pasea por los expositores sin disimular su desinterés. El hombre está casi calvo y tiene cara de bobalicón y, aunque él no está gordo, tiene el cuerpo fofo de toda una vida sedentaria. Me imagino a la gorda y al calvo atiborrándose a caras barritas Biomanán de Farmacia, de chocolate, de vainilla, de frutos rojos. Me imagino su ingenuidad, creyendo a pie juntillas, que no engordarán un gramo sustituyendo la cena por las barritas Biomanán. Me imagino como sus cuerpos transformarán todos los azúcares en grasas, que nunca quemarán, sentados cómodamente en el sofá de su casa.
                Sale otra farmacéutica  de la rebotica mientras le están cobrando a ellos y me atiende. Una caja de Dormidina, por favor. La pareja se vuelve al unísono hacia mí  y me miran con mezcla de compasión y perplejidad. La farmacéutica se adentra, otra vez, en el submundo de la rebotica a la caza y captura de mi Dormidina. Mientras, me entretengo mirándome en el espejo de los expositores de los cosméticos. Llevo unos legins negros y las piernas se ven torneadas, atléticas y delgadas. Hago deporte tres veces por semana. Llevo una dieta rica en fibras, verdura y fruta. Pero a pesar de todo no puedo dormir. La gorda tiene treinta kilos de más pero tiene el amor. Yo estoy en mi peso ideal pero no tengo pareja ni nadie con quién atiborrarme a barritas Biomanán de Farmacia, repantingada en el sofá. La farmacéutica vuelve con las pastillas. Me las entrega y, por ser una Farmacia veinticuatro horas, para casos desesperados como el de la gorda o el mío, me cobra el veinte por ciento más. Le digo que no me de bolsa. Nunca entendí como pueden dispensar esas bolsas tan pequeñas, que luego no sirven para nada, y que van directamente a la basura,  a contaminar, y para algo que cabe en el bolso.  La gorda y yo salimos casi a la vez, tan contentas, con nuestra dosis de felicidad dispensada en Farmacias.

                Me vuelvo a casa pensando en la gorda y me paro a  comprar tabaco, donde se me cae un euro al suelo y dos hombres, que estaban muy pendientes, se agachan rápida y solícitamente a recogérmelo. De camino a casa me encuentro con un repartidor de pizza que le entrega el cambio a un hombre en pijama y babuchas, en su portal. También me encuentro dos botas de montaña viejas, abandonadas en la acera. Me digo a mi misma qué melancólicos son los domingos para todos y que cada uno los combate a su manera, pero que todos vivimos en el barrio del volcán. Me digo a mi misma qué distinto se ve todo con la falta de sueño. Mágico, fantasmagóricamente inquietante. Me tomo media Dormidina y me meto en la cama. Me olvido de la gorda, del calvo y del hombre en pijama y mi manía de espiar la realidad bajo otro prisma. Lo último que escucho son los Beatles susurrándome “leaving is easy with eyes closed”.

sábado, 22 de marzo de 2014

LA GUERRA ELUDIDA

Se hace añicos mi alrededor. No sé cuando empezó pero ya es un hecho irrefutable. Creo que fue algo paulatino que fue acrecentándose con el tiempo. La primera señal fue un rezumadero en el techo de mi dormitorio. No le di importancia. Luego empezó a desprenderse el yeso y a caer a la colcha de la cama. Más tarde llegaron esos ruidos atronadores que me despertaban en mitad de la noche. Parecían bombas pero en las noticias no decían nada de que estuviésemos en guerra. Yo estaba seguro de que eran bombas de verdad. Qué otra cosa podía ser ese ruido ensordecedor en mitad de la noche. Las señales eran cada vez más claras pero nadie de mi alrededor hablaba de ello. Ni mis amigos, ni mi familia, ni nadie que yo conociera decía ni mu al respecto. Yo algunas veces indagaba pero no dejaban de mirarme con incredulidad y un poco de sorpresa. Cada vez más a menudo veía a gente mutilada por la calle y escaseaba la comida en los supermercados. Muchos edificios aparecían cada mañana derruidos. Indudablemente era de las bombas que yo oía caer de noche. Pero la pasividad reinante en el ambiente me inquietaba y me mantenía cada día más en alerta. Poco a poco entré en un estado de pavor. Sentía miedo a todas horas y no podía hablarlo con nadie. Las cosas cada día iban a peor. Se propagaba poco a poco esa guerra invisible y eludida por todos. Esa guerra sin motivo, sin contrincante pero con víctimas reales y ajenas a la lógica de los acontecimientos.  

domingo, 2 de febrero de 2014

EL ETERNO RETORNO

“El hombre está condenado a cometer los mismos errores, una y otra vez”
Milan Kundera
Me entrego siempre como la primera vez. Y vuelvo a caer en los mismos errores. Y todo vuelve a suceder una y otra vez, en bucle. Esta vez se parece demasiado a aquella vez que…Esto me recuerda cuando…Igual que aquel día…Que malo es tener cicatrices y recuerdos. Qué maldición la de repetir una y otra vez las mismas situaciones. Otras personas, otros escenarios, yo, más mayor, pero todo igual. La eterna maldición. El eterno retorno. En el fondo, muy en el fondo hay una lucecita, un piloto encendido con una luz tenue, como el del coche cuando te avisa que se acaba la gasolina, esa lucecita insignificante dice: y si es ahora… porqué no ahora… y si esta vez es diferente…y si… y si…Maldita lucecita :-(


sábado, 25 de enero de 2014

NO PUDO SER!

Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder:
¡tenías que estrellarte o que abatirme!...
¡No pudo ser!
Tú eras el océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:
¡tenías que romperte o que arrancarme!...
¡No pudo ser!
Hermosa tú, yo altivo: acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder;
la senda estrecha, inevitable el choque...
¡No pudo ser!

CERTIDUMBRES

Quiero y no quiero. Lo intento y desisto. Me esfuerzo y flaqueo. Es una lucha interna. Es el ying y el yan. Contradicciones. Muchas. Todas. Soy pura contradicción. Me gustaría tener claro algo. Ni siquiera sé si mi nombre responde a todo lo que soy. O responde a una que fue y ahora ya no es. O a una que es ahora pero nunca fue. Veo todo muy borroso. Mi miopía me dice que todo lo que creo mañana será mentira. Así que ya no me creo nada. Me he vuelto nihilista y no es fácil, créeme. La Tierra fue plana mucho tiempo y era una certidumbre. El aceite de oliva era malo hace unos años. La infanta Cristina y Urdangarin unos santos. Volar un sueño. La penicilina una casualidad y los albinos satánicos. Todo lo que uno cree es válido sólo un tiempo. Dame una certeza que sea imperecedera. 

CORTÁZAR

Caí en la cuenta de que era el centenario del nacimiento de Cortázar allí, en aquella extraña casa. ¿Cómo no lo había escuchado antes? ¿En qué estaría pensando? Es Cortázar. El mejor. Y ahora, un día después, caigo en la cuenta de otra cosa, para mi perplejidad. En aquel baño, entre ropa sucia, yacía en el suelo una novela de Benito Pérez Galdós. Y yo me pregunto si es una casualidad o si leo las señales o si veo gigantes donde sólo hay molinos. El caso es que en el capítulo treinta y cuatro de Rayuela (un capítulo nada común, un juego de Cortázar) dice: “Y las cosas que lee, una novela mal escrita…” y lo alterna con un capítulo de dicha novela de Galdós.  Y yo me pregunto si todo no me lleva a él. A Cortázar. Y si todos los capítulos de mi vida sólo son capítulos de Rayuela. Y dónde estará Horacio.

SENDA



Por una vez, lo que siempre soñé
hacer, prometerme
construir una senda,
que pueda recorrer...

DESPISTES

El autobús se toma las curvas con suavidad. Hay una fila de coches parados delante en un semáforo. Los miro detenidamente. Hay algo nuevo en ellos. Algo que descubro con extrañeza. ¿Será posible? Todos llevan unas luces en la parte alta de la parte de atrás. Una fina línea de luces. Están todas encendidas. Todas se apagan de golpe como si alguien le hubiera dado a un resorte. Me parecen unas luces extrañas, que nunca han estado ahí. Pero deben de haber estado siempre y yo no las había visto. Caigo en la cuenta de mi despiste. ¿Cómo no me habré dado cuenta antes? ¿Será posible? Cuantas cosas estarán ahí y yo soy incapaz de verlas. 

COMO UN MARTILLO EN LA PARED

“La historia se repite una y otra vez, como un martillo en la pared”.
Ya no duele. Dejó de doler hace mucho tiempo. Escuece, si acaso, pero dolor no. Ya no lloro, es como un vacío dentro, pero llorar, lo que se dice llorar, no. Las cerillas fueron apagándose una tras otra hasta que me quedé en una total oscuridad. En mi defensa puedo decir que no me gusta dormir sola. No es una excusa. Es mi debilidad dormir abrazada al calor de un cuerpo. Ya sé que no es una buena excusa. Pero disparaste antes, y la culpa es sólo mía. Fui yo la que te regaló el arma. Vuelvo a la calle de los gatos de los contenedores. Allí todo está en calma y nadie va armado.

“Vacía el cargador, una y otra vez, como un martillo en la pared”

jueves, 23 de enero de 2014

TABLAS DE SALVACIÓN

Agarrarme fuerte a algo, algo turbio o desolador. Algo poco correcto o algo oscuro pero algo. Algo que me saque de aquí. Algo con lo que evadirme de esto. Busco una señal. Algo con lo que poder escapar. Quiero escapar de aquí. Quiero irme muy lejos y no volver. Y ese algo sirve como sucedáneo a la verdadera escapada. A la que tengo que renunciar sin remedio. Algo como unos ojos, una mano, un hombro o una palabra. Un whasapp o un mensaje de texto. Algo como un animal herido como yo. Algo perdido como yo. Algo incauto y blasfemo. Algo simplemente libre. Algo insoportablemente excéntrico. Algo perturbado e insensato como yo. Algo que no sea esto :-(

RECURSOS

Recursos, aplicado al mundo de la enseñanza, o mejor llamados, recursos didácticos, son aquellos materiales que utiliza el profesor para conseguir sus fines, o sea, el aprendizaje de sus alumnos. Estos suelen ser: libros, esquemas, transparencias y diapositivas (obsoleto), medios audiovisuales (muy en alza), blog educativo, páginas webs, periódicos y revistas, etc.
Ahora bien, en mi vida práctica, cuando las cosas van mal, cuando no van como esperas que fueran, cuando recibes un vaivén de la vida, una bofetada en el carrillo del alma, un bufido de quien no te esperas o una palabra que te hiere allá, muy en el fondo, en esos casos extremos, (y, a veces, más usuales de la cuenta) me voy a mi caverna de ermitaño, donde busco un botiquín especial que tengo en un lugar que sólo yo conozco. En el botiquín hay música (para casos extremos), libros ( para casos desesperados), papel y boli (para vomitar los demonios que llevo dentro), guitarra (para aporrearla con todas mis fuerzas), chocolate, (antidepresivo natural que calma mi ansiedad) mi blog (para saber que no es todo así siempre) mi facebook (para regodearme con todos esos “me gusta”)teléfono (para contactar con amig@s que me escuchen y aconsejen y con los que desahogarme), tabaco (un paquete o más, un cigarrillo en ese estado es agua bendita)

Si, huyo. Busco mis recursos en la soledad. No hay otra manera. Yo no la conozco si la hay. Mi caverna es un lugar mágico que sólo yo conozco, donde hay un botiquín con tiritas para colocarlas en el alma.  Como dice Xio: cada uno tiene sus propios recursos para sobrevivir. ;-)

miércoles, 22 de enero de 2014

CADÁVERES EN MI MALETERO

La gente se cansa. Se cansa de lo mismo, de repetir todos los días los mismos mecánicos actos, de las mismas personas. La novedad no se puede renovar para ellos. Por eso dejo de ser interesante al cuarto día. Y lo que al principio era una muestra de interés, acaba en dejadez, en esquiva desidia. La desidia que sigue al interés de los primeros días, de la novedad. A mí, por otro lado, no me pilla ya de nuevas. Demasiados cadáveres han probado el maletero de mi deportivo rojo. 

PENSAMIENTO ANTAGÓNICO

No sé si son las leyes de Murphi, algún maleficio cósmico o algo esotérico que está más allá de nuestro entendimiento o de las leyes de la Tierra. Mis pensamientos sobre algo que va a acaecer (no tiene que ser nada trascendental, son cosas cotidianas) suelen ser antagónicos a la realidad. Si suena el whasapp y creo que es mi primo, pues luego es mi hermana. Si pienso que alguien se va a enfadar conmigo por algo que he hecho, entonces no se enfada y cuando pienso que no se va a enfadar, entonces, para mi sorpresa, se enfada. Si pienso que va a estar cerrada la panadería, entonces está abierta.  Si pienso que algo me va a costar muy caro, entonces vale muy barato. Y así sucesivamente se suceden los pensamientos que no se cumplen. Le he hecho un boicot a esta ley y ahora cuando me viene un pensamiento sobre algo, trato de obligarme a pensar lo contrario de lo que quiero, para que la realidad me obsequie con lo que quiero. 

lunes, 20 de enero de 2014

EXPLOSIÓN POR SIMPATÍA

Por estar en el lugar adecuado y en el momento justo escuché una frase que me parece digna de una poesía. Explosión por simpatía. Que yo no sé si es que los cohetes se contagian unos a otros como una pandemia, o que la pólvora es simpática con los de su misma condición. Que para pólvora, Fiñana en San Sebas. Para simpatía la de los fiñaneros en San Sebas. Y para explosión, el encierro. No nos falta ni la Kale Borroka tirando cohetes al suelo ni la Zorra enharinándonos a todos. Todo a bajo cero. Al día siguiente parece que hubiera habido una guerra en la que todo el mundo era feliz. Benditas guerras si fueran como ésta, que asuela  Fiñana los veinte de enero. Bendito vino, benditas rosas, benditos gorros, benditos borrachos. Bendita pandemia de alegría. Benditos niños, que coleccionan cañas como tesoros y limpian el pueblo en un  acto de reciclaje espontáneo, que deberían subvencionar. Bendito San Sebas y San Antón. 

domingo, 19 de enero de 2014

EL ABRIGO

Dedicado a Julio Cortázar.

Cuando te regalan un abrigo por Reyes también te regalan el miedo a perderlo, a que le caiga un cubata, a que te lo roben, a que acabe en el suelo de algún pub. Te regalan la manía de compararlo con otros abrigos, también de paño, negros, austeros, sobrios. La manía de mirar el precio, en las tiendas, de otros abrigos. El mío es mejor, más barato y de mejor calidad. O me han timado, mira que ganga, tenía que haber mirado mejor. Te regalan la necesidad de lavarlo a mano al principio por si destiñe o se estropea pronto. Te regalan el hecho, casual y posible,  de poder confundirlo con otro abrigo y llevarte el que no es tuyo. Y menudo fraude. Te regalan los  diecisiete segundos que pierdes en abrochar sus nueve botones. En total, treinta y cuatro abrochar y desabrochar. Cuatro o cinco veces al día. Calcula. Llegados a este punto nos damos cuenta de que el abrigo no es tu regalo de Reyes sino que tu eres el regalo para el abrigo en sus Reyes.

CAJONERAS

Mientras pensaba  cuanto tiempo me llevaría abrochar los nueve botones de mi precioso abrigo nuevo de paño, mi padre no parpadeaba viendo la copla. De una cosa  me iba a otra y me encuentro pensando en los genes, esos que compartimos mi padre y yo, que yo la copla ni muerta, pero son casi dos generaciones, moco de pavo. Y cada uno en su campo de batalla pero compartiendo la pasión por la música. Y como si sacase cosas inservibles de una cajonera, van viniendo a mis manos pensamientos entrelazados uno tras otro. Mi padre escuchando un programa de rock en la radio esta mañana, que me he quedado helada, que mi padre es más de copla. Y del hielo me voy a la nieve que está al acecho y luego vuelvo a los diecisiete segundos que tardo en abrocharme el abrigo negro. Negro, como el tatuaje en el dedo de esa persona misteriosa, un anillo para toda la vida, una alianza con la vida. Me imagino que es un tipo duro porque ha estado en varias guerras pero fuma nobel y todos sabemos que no es de tipos duros fumar nobel, si me dices winston bueno, pero nobel. Luego me doy cuenta que el hombre de la barra no me quita ojo. Y pienso en todos esos hombres con diez años más que yo, generalmente divorciados, a los que les pareceré inalcanzable, como las estrellas del firmamento. Inalcanzables, como esos muchachos a los que les saco diez años, que no saben ni que existo. Ellos se conforman con mirarme. Yo me conformo con mirarlos. Todos nos conformamos. Abrocha botones. Desabrocha botones. Diecisiete segundos. Abre cajoneras. Cierra cajoneras.

martes, 14 de enero de 2014

ENTREVISTA ESTENOPEICA

Dedicado a Valenlao ;-)
La mujer toca con los nudillos de una mano a la puerta de una habitación de hotel. Con la otra sujeta un maletín de cuero negro. Tendrá unos cuarenta y tantos años pero el maletín le hace aparentar unos cuantos más. Va vestida con traje negro de chaqueta y falda. Zapatos, negros también,  de salón. Lleva el pelo muy liso, en melena, de peluquería,  con unas mechas rubias que tapan su color natural, negro azabache. Espera un tiempo prudencial antes de volver a tocar. Nadie abre la puerta. Vuelve a tocar, esta vez un poco más fuerte. Se toca el pelo nerviosamente. El sonido de una guitarra llega amortiguado a través de la puerta. Cuando se dispone a volver a tocar se detiene el sonido de la guitarra. Los segundos se le hacen eternos y aguanta la respiración. Por fin la puerta se abre. Al otro lado del umbral aparece un chico joven de unos veintitrés años. Lleva camiseta negra ceñida de manga larga, vaqueros rotos también ajustados y el pelo lo tiene revuelto, como si se acabara de levantar o si no se hubiera peinado cuando se levantó. Está increíblemente delgado. Tiene en su cara una sonrisa que le ocupa toda la cara. Le llama mucho la atención que vaya descalzo sin calcetines en pleno invierno. Menos mal que el hotel tiene moqueta. La hace pasar sin reducir un milímetro la sonrisa de su cara. Tiene una expresión en la cara que transmite confianza y paz. Eso la reconforta.
La habitación de hotel le parece demasiado austera para ser un hotel de cuatro estrellas. Se esperaba más lujo. Para empezar le parece pequeña. Ella no ha estado en muchos hoteles de cuatro estrellas y no se lo imaginaba así. Se ha vestido para la ocasión. Es una gran oportunidad. No puede fallar, lleva diciéndose semanas. El chico sólo tiene una manía. Sólo concede entrevistas en su habitación de hotel y con un solo periodista. Nada de multitudinarias ruedas de prensa en suntuosos salones, con mil cámaras. Nada de fotos. Algo íntimo. Ella siente curiosidad por esta manía y le gustaría preguntarle porqué pero desiste de la idea. No quiere parecer entrometida ni meter la pata en su gran oportunidad. La suite del hotel consta de dos habitaciones, el dormitorio  y un pequeño salón con un sofá y dos sillones blancos, una mesa baja de madera y un jarrón con bambú, que ella piensa que es artificial pero se equivoca. Toda la decoración es minimalista. Es decir, existe una ausencia de decoración superflua. Hay una guitarra acústica en uno de los sillones. Está muy bien cuidada, como recién comprada. El chico se mueve grácilmente por la habitación. Le pregunta que desea tomar y abre el minibar. Él se sirve un tercio de cerveza. Ella le dice que con agua será suficiente. Él sonríe y le responde: -Como quieras pero aquí hay un whisky muy bueno. Él se sienta en uno de los sillones. En el otro está la guitarra. Ella se sienta en el sofá y saca del maletín una grabadora y un cuaderno de notas. Se pregunta cuánto tiempo puede estar presente una sonrisa en la cara de una persona. Seguramente él tenga el record.
Lleva unas semanas nerviosa pero ahora, de repente, delante de él se siente tranquila. La habitación despide un halo de paz que no acierta a saber si es por la decoración minimalista, por ser un hotel de cuatro estrellas o por la  otra persona que lo ocupa. Una persona importante. Una estrella del rock. La que más brilla ahora mismo. La que todo el mundo quiere ver en concierto. La que todo el mundo escucha en sus coches, en las oficinas, por la calle en reproductores mp3, en la radio, en los pubs de moda o en el Zara. A pesar de su corta edad este chico ha llegado a lo más alto, con una guitarra como medio y una mente prodigiosa para la música. Ella se da cuenta que el chico tiene un don especial que se nota sólo con su presencia.
-¿Empezamos?- pregunta la mujer
-Cuando quieras- responde el chico.
Ella presiona el botón rec de la grabadora y pone el cuaderno sobre la mesa.
-¿Qué es lo que más ansias?
-La paz- dice el chico sin titubear
-¿Te refieres a la paz en el mundo?- indaga ella.
-Me refiero a la paz interior, la paz con uno mismo.
-¿Con qué sueñas?- pregunta de nuevo la mujer atusándose el pelo
-Nunca sueño dormido- reconoce el chico después de darle un largo trago a la cerveza.
-¿Qué es lo que no soportas del verano?
-Las moscas- dice con una sonrisa
-¿Y del invierno?
-El aire caliente de las bombas de calor- dice mientras se toca un pie y ella piensa que esa es la razón de que haga tanto frío en la habitación.
-¿Qué es lo que te motiva a levantarte por las mañanas?
-La curiosidad de qué va a pasar.
-¿Qué es lo que más te molesta de una persona?- pregunta la mujer mirando fijamente el botellín de agua que él le ha servido.
-La hipocresía.
-¿Y qué es lo que más te molesta de ti?- ahora la mujer despega la etiqueta del agua con parsimonia.
-Ser transparente.
-¿Quieres decir que nadie se fija en tu presencia?- manifiesta ella sorprendida.
-No, quiero decir que todos saben cómo me siento con sólo mirarme a la cara.
-¿Te sientes solo?
-A veces me siento solo rodeado de gente. Otras veces estoy en completa soledad y no me siento solo.
-¿Echas en falta a alguien en tu vida?- inquiere ella un poco ruborizada
-Si- y se hace un silencio entre los dos.
-¿Quién es esa persona?- vuelve a indagar y  sigue despegando, ahora con más ímpetu, la etiqueta del botellín de agua.
-Esa persona no existe más que en mi imaginación- suspira él melancólicamente.
-Sin embargo, la echas de menos…- incide ella en el tema.
-Sí, mucho- confiesa lacónicamente.
-¿Qué valoras por encima de todo?- sondea ella,  con la etiqueta ya despegada entre las manos y jugueteando con ella.
-El amor
-Me refiero en otra persona- aclara ella
-Un buen corazón, es lo mismo- puntualiza él. Entonces ella abandona la etiqueta en la mesa, coge el cuaderno y apunta algo que él desconoce y por lo que siente una gran curiosidad.
-¿Qué tienes en la cúspide de tus prioridades?
-El amor- reitera él.
-¿A otra persona?
-A todos los que me rodean.
-¿Crees que el amor es lo más importante?- concluye ella.
-Sin duda alguna.
-¿Por qué?
-Porque hace de éste un mundo mejor.
-¿Qué te asusta?
-La maldad
-¿Qué te atrae?
-El peligro.
-¿Te gusta el peligro?- pregunta sorprendida
-Sin rebasar la línea- puntualiza él
-¿Hay una línea?-
-Sí, imaginaria, pero sí.
-Para terminar, ¿por qué merece la pena cometer locuras?
-Por amor
-¿Fraternal o pasional?
-En este caso pasional- dice él con una gran sonrisa.

Ella para la grabadora y la guarda junto con el cuaderno, en su maletín. Se despiden cortésmente, como si no hubiera pasado nada. Como si ahora ella y, cuando se publique el artículo, medio mundo, no supiese cosas tan personales suyas. Él se siente como si hubiera entrado  un rayo de luz a través de una cámara oscura y hubiese dejado su huella en un papel fotosensible, como en una cámara estenopeica casera.

LA MALDICIÓN

Toda la casa olía a mierda. El olor que se desprendía cuando abrías la puerta de la casa era nauseabundo. A cloaca. A sumidero. Los habitantes de la casa desprendían el mismo olor. Todo estaba limpio, impoluto. Echaban oleadas de lejía por todas partes pero el olor estaba adherido a la casa. Era un olor penetrante. A mierda de las profundidades de la Tierra. Ellos no podían soportarlo. Nadie podía soportarlo. No se sabía porqué todo olía a putrefacto, a alcantarilla. Era una maldición que había caído sobre la casa. Una maldición con mucha mala leche. La peor maldición. Oler a mierda de por vida.

viernes, 3 de enero de 2014

SEXTO CUMPLEBLOG

Un 3 de Enero de 2008 empezaba esta aventura. Empezaba este proyecto como niña con zapatos nuevos. Han pasado seis años y aún sigo aquí, en este oficio silencioso, construyendo castillos en el aire, hablando de mí, de lo que me rodea, de lo único que puedo hablar, de lo único que sé. Sigo con la misma ilusión, no ha decaído aún. Espero que no lo haga nunca. Está tan dentro esto que hago, escribir, está tan arraigado en mí como forma de entender el mundo y de llevar un hilo de lo que pienso y de lo que me pasa, que creo que nunca podría abandonarlo. Gracias a todos los que os pasáis por esta humilde morada. Sois pocos pero para mí suficiente ;-)