Me gustan tus manos, cómo señalas
las cosas con esa dejadez en los delgados dedos, en posición flácida, con
desgana, como si en realidad no quisieran señalar nada. Me gusta tu nuca y tu
pelo mal cortado y peinado pero… tan genuinamente tuyo. Me gusta tu ropa ajada
por el tiempo, deportiva y pasada de moda, pero… tan tuya. Me gusta tu risa
cómplice. Ese gesto tuyo de complicidad con el otro al reír, con cualquiera que
hables, a veces conmigo. A veces. Me gusta tu reserva, tu misteriosa reserva,
no saber qué piensas, que estés tan lejos como las estrellas. Que prescindas de
todo. Que prescindas de mí. Que seas autosuficiente. Me gusta tu genuina manera
de ser, como nadie más es en el mundo.
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