sábado, 17 de diciembre de 2016

LAS CAUSAS PERDIDAS

De esa noche recuerdo que hacía calor dentro y llovía fuera. Recuerdo que él estaba muy borracho y yo muy sobria. El pub estaba abarrotado y no hacíamos más que cruzarlo de punta a punta, una y otra vez, como si buscáramos algo, como si no encontráramos nuestro sitio. Él me cogía de la mano para que no me quedase atrás entre la multitud pero había demasiada gente alegre allí dentro y nuestro interior se parecía más a un pozo sin fondo, a un lugar vacío e inhóspito.

Recuerdo que dije algo así como: — Vámonos a casa. El sol está a punto de salir. De camino a casa él iba tambaleándose de un lado a otro de la calle. La calle estaba mojada y sentí miedo de que tropezase o se escurriese y cayese al suelo. Yo no hubiera tenido fuerza suficiente para levantarlo. Entonces dije: —Me gusta verte tan feliz. Me gusta que estés en armonía con la gente. Él se detuvo, se puso serio y me miró: — ¿Sólo soy maravilloso cuando estoy muy borracho? Y soltó una risa irónica.


Por fin introduje la llave en la cerradura, esta cedió y yo solté un “Home, sweet home” que me salió del alma. En la cocina acercó tanto su cara a la mía que pude oler su aliento a alcohol. Me dijo entrecerrando los ojos: — Brindemos por las causas perdidas. Y entonces me ofreció la botella.  Posé mis labios donde estuvieron los suyos unos segundos antes. Me di cuenta que a él le gustaban tanto las metáforas como a mí y dijo: “Brindemos por las causas perdidas” cuando en realidad lo que quería decir era: “Lo nuestro es imposible”.

TARDE PARA CAMBIAR

“Era pronto para todo
y tarde para cambiar”
Amaral

TARDE PARA CAMBIAR

Me llamabas de madrugada, cuando yo más borracha estaba, cuando más te echaba de menos. Me guardaba las palabras en el bolsillo y todo lo que no te dije me quemaba en la garganta. Hablabas de empezar una nueva vida, de que ya la habías olvidado. Yo sabía que aún no podías ver sus fotos, que tenías sus caricias tatuadas en la piel. Me arrastrabas contigo a los maleficios de tu pasado.

Yo quería creerte, Dios sabe que quería creerte. Pero ahora dime que no lo sabías, que estábamos condenados a vivir bajo su sombra, a que poblase todos tus sueños y pesadillas, a recordar el tacto de su piel, a las odiosas comparaciones, a que yo no pudiese nunca trepar al pedestal donde la pusiste.

Ahora mírame a la cara y dime que no jugaste conmigo, que yo no fui paño de lágrimas, que no sabías que esto estaba condenado al fracaso, que yo era un segundo plato apetecible. Dime que no pensabas en ella cuando desabrochabas los botones, dime que no te aguantabas las  ganas de susurrar su nombre. 
   

Dime que fue un espejismo, que sólo tratabas de no ahogarte en tus propias lágrimas, que no quisiste hacerme daño, que pensabas que podías conformarte conmigo, que la sombra del ciprés era demasiado alargada. Que los cementerios te recordaban a ella. Que esperas encontrártela en la próxima vida y reencarnarte sólo para poder pasar un minuto más con ella. 

MI ALMA PERDIDA

“Te daré mi corazón,
te daré mi vida,
te daré mi alma perdida”
Amaral

MI ALMA PERDIDA

Dame una razón más,
tengo millones,
y me hace falta sólo una más
para saber que eres tú.
Nadie más.
Sólo tú.
El que llevo universos esperando.

Te daré mi alma perdida,
el sol no volverá a ponerse en mi reino,
te enseñaré lugares escondidos
que sólo yo conozco.
Tendremos cien puestas de sol al día,
desde mi asteroide particular.
Te entregaré lo que no he enseñado a nadie,
lo que llevo siglos atesorando aquí dentro.

Te daré mi alma perdida,
descifraré tus sueños.
Cada día regresaré de países lejanos
y te colmaré de tesoros, almizcle e incienso.
Te traeré olores a desierto y sal,
que nos transportarán a otras vidas
cuando nos cansemos de las nuestras.
Llevo muchas vidas esperándote
sentada en una silla frente al mar.

Te daré mi alma perdida,
la que extravié mientras vivía,
la que tú encontraste en mitad de la niebla.
Cuando respires o estés dormido
recuérdalo.  

Te daré lo que soy,
te daré lo que tengo,
tú sólo dame una razón más,
una de las mil que tengo

y tendrás mi alma perdida. 

jueves, 8 de diciembre de 2016

CANSADA

Me cansé de mirarte.
Esta noche, de repente, me di cuenta.
Te miré y me di cuenta que dejaste de ser el centro,
que ya no me ruborizaba cuando me rozabas,
que ya no me imaginaba surcando mares contigo,
que prefería la soledad de mi cama.

Me harté de que siempre salieras ganando.
Me cansé de tus malas noticias.
Me cansé de tu cansancio.
Me cansé de tus repuestas.
Creo que me cansé,
de que no sepas salir perdiendo,
de tus huesos,
de tus eternos peros.

Te miré y me di cuenta,
fue como un flash,
como una revelación,
como una bofetada que te suelta la realidad.

Me cansé de tus ojos,
me cansé de tus labios,
me cansé de tus lentas pisadas.
Hasta me cansé de tu sonrisa.
Tus manos no coincidían con las de antes.

Te miré y me di cuenta,
de repente,
de que estaba cansada,

muy cansada.

PREGÚNTALE AL MAR

“Sellarán pasaportes,
devolverán preguntas.

¿Cuál fue nuestra guerra?
¿A cuántos pudimos salvar?
¿A quién debimos echar de menos un domingo por la tarde?”
EL SINDICATO DE LA DUDA. Guille Galván

PREGÚNTALE AL MAR

Voy en busca del mar,
voy en busca de un rayo de sol,
voy en busca del horizonte,
de cómo se pierde la línea del horizonte en el infinito.

Voy en busca de mirar más allá.
Voy en busca de que el mar me lama los pies.
Voy en busca de renacer,
de empezar de nuevo.

Voy en busca de las respuestas que esconde el mar.
Le pregunté al mar y él respondió:

-Perdónale. 

domingo, 4 de diciembre de 2016

KUTRE

Formábamos parte de algo grande. Algo más grande que nosotros mismos. Algo que nos sobrepasaba. Creo que todos sentíamos algo parecido y difícil de explicar. Una especie de comunión colectiva. Ese lugar nos unía y, a su manera, nos cobijaba; de un mundo hostil, de las adversidades diarias, de las contradicciones propias y ajenas, del mal de altura, de los monstruos de nuestra infancia, de los que hacían negocio con nuestro pan.

Fuera llovía fuerte pero allí estábamos a salvo; de los días inciertos, del frío y la demencia senil de un mundo perverso, de la apatía y las manchas de la responsabilidad. Buscábamos ser parte de algo más grande que nosotros mismos. Sobrepasar los límites de la incertidumbre, construir puentes y destruir fronteras.

Buscábamos pertenecer a algo grande y olvidar lo pequeños que somos. Cooperábamos en construir algo hermoso. Una torre que alcanzase el cielo. Una torre de comprensión donde todos aportábamos nuestro grano de arena. Juntos éramos invencibles. Aquella fortaleza era infranqueable. Con sólo cruzar el umbral el cansancio desaparecía y volvía el brillo a nuestros ojos.

Si te digo la verdad creo que sólo buscábamos ser felices; sin prisas, sin corsés, sin prótesis.

Si te digo la verdad creo que todos sentíamos algo parecido y que lo que queríamos era formar parte de algo más grande que nosotros mismos. 

DÍA 3

Dos cafés con leche. Uno detrás del otro. Eso era todo lo que había en mi estómago hasta las 5 de la tarde. Recuerdo que era día 3. Esos días en que todo está de mi parte o a la contra. Sin término medio. Quizá todo lo que pasaba eran profecías autocumplidas de lo que yo escribía. Recuerdo el mar y Eva Amaral cantando “Déjame vivir a mi manera”.

Recuerdo que era día 3 y que metí las lentejas en el microondas a las 4 de la tarde. Recuerdo que lo intenté y que, cuando ya no pude hacer nada más, me metí en la cama para que Eva Amaral me cantase “Déjame vivir a mi manera”. Recuerdo los ruidos que llegaban a la cama por la puerta abierta del dormitorio y las lentejas olvidadas dentro del  microondas.

Recuerdo que era día 3, que Eva Amaral cantaba “Déjame vivir a mi manera”, que se me olvidaron las lentejas en el microondas y que la cama era mi refugio.


Ya no recuerdo nada más. 

LA DECEPCIÓN

La decepción me sabe amarga, como una tarde de domingo. Me recuerda las cicatrices, los anhelos y las despedidas. Me huele a página en blanco, a flores de cementerio, a colirio de ojos. Me sabe a estupidez y a derrota. Me huele a pegamento del barato, del que lo pega todo y luego no pega nada. Me desalienta, me hunde, me embriaga como un perfume barato. Como el perfume barato que uso. Me recuerda los días de viento. Me sabe a pasado negro y a futuro vacío. Me entristece. Me fustiga. Me amarga. Me mancha. Me hiere. Me mata lentamente. Acaba con mi más preciado tesoro, mi sonrisa. Me llena de desasosiego. Me hace planteármelo todo desde una perspectiva perversa. Me vacía de ilusión. Me ennegrece. Me detiene en la frontera. Es más, hace que piense que hay una frontera. Me sabe a agua salada. Me hace olvidar la magia que sé que existe y que tantas veces he tocado con la punta de los dedos. Me lastima. Me pulveriza. Me convierte en ceniza. Me hace callar. Me habla en susurros. Se me mete dentro con la intención de destruirlo todo. Me coloniza como un monstruo que duerme en mí y cobra vida. Me maltrata y me araña. Y todo porque yo la dejo entrar. No sé por dónde se mete pero se mete muy adentro, en mis entrañas. 

sábado, 3 de diciembre de 2016

" Nadie lo sabe
nadie
ni el río
ni la calle
ni el tiempo..."

Mario Benedetti

EN AQUELLA ÉPOCA

En aquella época estábamos vivos pero no sabíamos que existíamos. En aquella época éramos libres, tan libres y tan vivos como sólo lo son los ríos, el mar o los pájaros. Las noticias nunca nos estropeaban el día. Lo más que veíamos eran los Simpsons o algunos animales salvajes de algún documental. Tan salvajes como nosotros, como nuestra libertad o como el mar; tan salvajes como nuestra felicidad.

En aquella época el salón era un hervidero de gente que iba y venía. Gente de paso. Transeúntes de nuestras vidas.  Los libros nos crecían por las piernas y trepaban como enredaderas cubriendo toda la casa. Llegaban a nosotros sin saber cómo. El trasiego de gente y de libros era algo habitual en nuestro salón junto con las fieras de los documentales.

En aquella época las confidencias a altas horas de la madrugada eran habituales; tan habituales como el jengibre, el limón y el cilantro en nuestro frigorífico. Cada día improvisábamos una nueva receta y hacíamos competiciones culinarias. Ni en el Bulli se comía mejor que en nuestra casa.

Hablábamos dos idiomas y nos entendíamos en el idioma universal de las emociones. Reíamos cada tres palabras y la cuarta era una ironía para hacer saltar la risa. Hicimos de esa casa algo parecido a un hogar ocupado por desconocidos que compartían la comida, experiencias, risas, confidencias y palabras en dos idiomas. Un extraño hogar; sin niños, sin padre y madre.

En aquella época las primeras palabras que escuchaba al levantarme eran: ¿Estás bien? Y claro que lo estaba, nunca he estado mejor en mi vida. Yo escribía sin parar. Todo era motivo de inspiración. Reciclábamos el plástico, los tapones, el vidrio, el papel y creo que hasta estuvimos a punto de crear la patente de reciclar el aire que respirábamos. La casa siempre olía a incienso, un olor que hacía juego con los cubresofás de motivos hindúes del salón.

En aquella época el lunes era una fiesta y el miércoles también. No teníamos que esperar al fin de semana. Hablábamos de literatura, de metafísica, de Dios y de las extrañas costumbres de los hombres del mundo al que no pertenecíamos, disidentes como éramos. Una vez por semana nuestra casa se convertía como por arte de magia en local de ensayo de una banda y disfrutábamos de música en directo y patatas fritas. Música. Si algo no faltaba en aquella casa era la música. Ritmos latinos, indies y punkis. Mucho rock. Pura diversidad que rezumaba por toda la casa.

Era extraño que escucháramos el mar estando tan lejos de la playa, pero os juro que el ruido de los motores de los coches que pasaban por la calle era como el de las olas del mar al ir a morir a la orilla. Compartíamos la casa con un felino que cazaba mientras todos dormíamos. Cuando llegamos teníamos el corazón roto y a base de jengibre y cilantro fue cicatrizando.

En aquella época me daba la sensación que vivíamos en un equilibrio inestable; que con cualquiera mínima alteración a nuestro alrededor todo se iría al traste. Yo sabía que esto no podía durar eternamente pero me aferraba al presente como a un madero en mitad de un Tsunami. Supongo que éramos felices pero no sabría decirte si éramos conscientes de ello.


ALLÍ DONDE SOLÍAMOS GRITAR

“¿A qué no sabes dónde he vuelto hoy?
Donde solíamos gritar.”
Love of Lesbian.

Ella me enseñó aquel sitio y, poco a poco, se fue convirtiendo en nuestro sitio. La primera vez que fuimos allí era de madrugada. Habíamos estado toda la noche de garito en garito, sin encontrar nuestro lugar en ningún lado. Ella me dijo: -Ven, quiero enseñarte un sitio. Conseguimos zafarnos de nuestros amigos y llegamos allí con unas cervezas, aún de noche.
Ella estaba muy borracha, algo más que yo, si eso era posible. De pronto se levantó y me dijo: -Tengo ganas de gritar. Yo me quedé callado mientras Ella soltaba un grito desgarrador, lleno de ira, lleno de rabia, lleno de sal. A nuestros pies dormía la ciudad y teníamos toda la vista del puerto y las casas de la Chanca. Cuando terminó el grito me dijo:- Ahora tú. Grita muy fuerte. No vas a despertar a nadie. Y sonrió.

Entonces pensé que era un juego estúpido. Pero no quería decepcionarla y me dije a mi mismo que yo también podía gritar por mi borracho que fuese. Grité con todas mis ganas, por todas las cosas que se torcían, grité porque Ella me lo había pedido y porque estaba muy borracho. Después del grito sentí una liberación difícil de explicar. Me quedé exhausto. Y por un momento pensé que me había deshecho de algo que llevaba mucho tiempo acumulando.

Aquel día inauguramos aquel sitio como nuestro sitio. Más nuestro que  ninguna otra cosa en el mundo. Íbamos allí cuando no teníamos otra cosa que hacer, para ver amanecer bajo el gran San Cristobal, para acabar una noche de fiesta o sin ninguna excusa, simplemente porque nos apetecía. Siempre gritábamos y nadie  nos oía. Podíamos gritar todo lo fuerte que quisiéramos. Siempre empezaba Ella pero nunca me dijo por qué gritaba, qué pensaba o qué sentía cuando gritaba o por qué necesitaba gritar precisamente en ese lugar tan inhóspito.  


Hoy he vuelto allí. Solo. He vuelto para gritar, como hacíamos antes. Antes de que se estropeara todo. Porque yo lo estropeé todo. No sé cómo lo hice pero se fue alejando de mí. Quizá fue porque nunca supe descifrar lo que quería decir cuando gritaba. Ella era jodidamente especial y aquel era nuestro jodido único lugar en el mundo, porque los dos lo teníamos todo roto. Ahora Ella no está y he vuelto aquí para gritar delante del mar y la ciudad. Me siento un estúpido. Ahora no es tan fácil. Ella era la que solía empezar a gritar. 

DECIR "ESTOY BIEN"

Hace falta mucho valor para decir “estoy bien”, cuando estás rota por dentro, cuando te apetece meterte en una cueva.

Hace falta mucho arrojo para decir “estoy bien”, cuando lo que te apetece es que te den un abrazo tan fuerte que se junten todas tus partes rotas.

Hace falta mucha valentía para decir “estoy bien”, cuando te estás muriendo por dentro, cuando a la serotonina y la dopamina les da por no aparecer por tu cerebro.

Hace falta mucho coraje para decir “estoy bien”, cuando está a punto de quebrársete la voz y echarte a llorar.

Hace falta valor, arrojo, valentía y coraje para decir “estoy bien” y para vivir, para vivir también hace mucha falta.


LAS PALABRAS

Las palabras aplastan o alivian,
queman o curan.
Usa bien esas armas.
Las palabras acarician o maltratan.
Las palabras son capaces de salvarte…
si crees en ellas.
Curan heridas y sanan enfermedades.

Yo creo en las palabras,
en su poder.
Es tan grande su poder,
que no sé si lo llegas a entender.

Con palabras recobra el ánimo el sediento.
Con palabras enmudecen los tiranos.
Con palabras empieza una gran pasión.
De palabras se nutre el amor.

Cultiva un bello jardín de palabras
y serás el dueño del mundo.
Tocarás los corazones
y te darás cuenta cuán heridos estamos todos.

Con palabras llegarás al alma,
alimentarás al hambriento.
Con bellas palabras trasmutarás a las fieras.
Con palabras liquidarás todas tus deudas,
con el mundo o con tu pasado.
Con palabras harás las paces y el amor.
Con palabras crecerás,
de palabras te alimentarás.
De palabras se nutren las utopías.
De palabras están compuestos nuestros sueños.

Cárgate de palabras,
hermosas y difíciles de pronunciar.
Ellas son el resguardo seguro para el desasosiego,
el pasaporte a la eternidad.
Compra acciones en el banco de las palabras.
Gasta todas tus palabras almacenadas.

Empieza a construir puentes con palabras
porque estoy segura que ya has entendido
qué significan las palabras.

EL DESHIELO

“Pronto llegará la nieve, se siente en el aire”

Me he sentado a esperar caer la nieve
en los albores de un cálido otoño.
Se deshielan los glaciares,
tus miradas,
las palabras que suenan falsas.
Se deshiela Groenlandia,
y mis eternas decepciones
al ritmo frenético de un capitalismo voraz.
Se deshielan las dudas,
al ritmo de tu respiración.
El deshielo tocará las fibras sensibles
y las convertirá en agua.
El deshielo dedicará sus esfuerzos
a algo que no seas tú.

Esta noche voy a soñar con la Antártida,
con Laponia,
con algún lugar blanco donde no crezca nada.
Estoy harta del calor sofocante
de tu aliento en mi nuca.
Voy a construir escarcha alrededor de mi corazón.
Quiero que el vaho hiele mis palabras,
andar descalza sobre el hielo abrasador,
congelar los sentimientos,
congelar para siempre las miradas.

Me gustaría no volver a sentir escalofríos,
ni bucear en la nostalgia.
Me gustaría atentar contra el Banco Mundial
y echarle la culpa de todo.

Me gustaría,
por una vez en la vida,
me gustaría
congelar el júbilo,
no volver a amar

y que el hielo de tu mirada me resbalase. 

SU TALISMAN

S conducía siempre muy despacio. Ponía mucho cuidado en que no se le hiciese de noche porque había menos visibilidad. Si llovía no cogía el coche  y tomaba siempre las mismas rutas porque si no se perdía. No se orientaba bien y se hacía un lío con los mapas.

Mark se aprendió todas las carreteras y todos los atajos nada más llegar a la ciudad. Conducía raudo como un antílope. S dejó de conducir el coche. Los dos preferían que condujera Mark porque tenía mucha más habilidad al volante, sabía bastante de mecánica y unía dos puntos de la ciudad por el camino más corto.

Cuando se les hacía de noche Mark se concentraba en la conducción y S de copiloto, veía todas esas luces viniendo hacia ellos directas. Sabía que un solo fallo y se acabarían de repente Mark y S, las playas, la habilidad de S para preparar la pasta y la torpeza de Mark rellenando impresos.
A Mark siempre lo acompañaba al coche: S, una lata de cerveza y un porro. Menos mal que Mark nunca le prestaba atención alguna al móvil, pensaba S. S le leía a Mark por la noche en el salón del exiguo apartamento trozos de sus libros favoritos.  A Mark le gustaba que le leyese porque por él mismo era incapaz de coger un libro. Si el viejo coche los dejaba tirados, Mark abría la capota, se echaba el flequillo hacia atrás y empezaba a tocar aquí y allá, llenando sus robustas manos de grasa. Mientras tanto S se fumaba un cigarro, bien callada, mirándolo fijamente con sus preciosos ojos verde esmeralda, esperando que, como por arte de magia, se obrase el milagro. Y el milagro, tarde o pronto, se obraba ante la mirada estupefacta de S, que no podía dejar de mostrar su admiración. Mark era el más habilidoso de los conductores suicidas y S su más preciado talismán verde esmeralda. Con ella al lado la suerte estaba de su lado.

Mark cogió el coche una tarde para una acudir a una entrevista de trabajo al otro lado de la ciudad. Telefoneo a la oficina de S y le comunicó la buena noticia. Acto seguido se fue al bar más próximo para celebrarlo. Para cuando pensó en ir a encontrarse con S ya estaba borracho y olvidó que el mejor atajo estaba en obras. Todo debió haber ocurrido en un segundo, la noche cerrada, el mal estado de la carretera, un adelantamiento imprudente, la falta de reflejos de un Mark ebrio, el camión que Mark no vio debido a una excesiva velocidad y la mala suerte del lado de Mark. Todo acabó para el más hábil de los conductores suicidas en décimas de segundo. S no quiso ver el cadáver. Encontraron en el coche una bolsita de marihuana y una lata de cerveza. El seguro no se hizo cargo del siniestro.

S recordaba la sonrisa de Mark, congelada en el tiempo, diciéndole, mientras le guiñaba el ojo izquierdo:

-Nena, no tengas miedo. Vas con el mejor conductor de Fórmula 1 del mundo.

DE HABERLO SABIDO

La primera vez que a vi a J llegaba de un largo viaje y  arrastraba pesadas maletas llenas de pasado. Eso no me importó mucho, de todas formas yo tenía el cuerpo cosido de cicatrices invisibles. J hizo como que no veía las cicatrices y yo subí las maletas al altillo e hice como que me olvidaba que existían. Luego vinieron sus monstruos internos y mis eternas pesadillas. En la espesura de la noche todo empeoraba. Ni su ron con coca cola ni mis sempiternos cigarrillos pudieron evitar la catástrofe. Las paredes del dormitorio destilaban carmín rojo y en el baño había pelos por todos lados.

El día que J me dijo adiós y se subió a su Volkswagen azul oscuro casi negro no le pude ver los ojos, ocultos tras sus gafas de sol, a pesar de que estaba nublado. Dijo en voz baja y como para él mismo:
-Si me subo a ese coche no vuelvo nunca más.

Mi cara se quedó color ocre, como la tapicería de cuero del Volkswagen de J y no supe que decir. Quería decirle que no quedaba un puto sitio en mi cuerpo para más cicatrices, que me habían recomendado unas pastillas para las pesadillas, que sus monstruos nos los podíamos almorzar con una buena boloñesa y que quedaba un poco de hielo en el congelador para hablarlo todo delante de un ron. Pero no me salieron las palabras, me pasa a veces, que se me cuelan las palabras tan adentro que acaban por pudrirse en el fondo de mi garganta.

J me miró por última vez, como esperando una respuesta, yo sólo veía mis ojos reflejados en las lentes de espejo de sus gafas de sol. Escupió a un lado y dijo:
-De haberlo sabido…


Dejó la frase sin terminar, suspendida en el aire como una araña. 

lunes, 17 de octubre de 2016

LEYES FISICAS

Serás como una luz,
paseándose por hoteles y calles mojadas,
iluminando a tu paso las tristes farolas,
abriéndose paso por arterias y venas,
imantando a todos 
como me imantaste a mí.

Serás luz,
luz azul,
viajando a 300.000 km/s,
arrasando valles y montañas
con todo lo que toca tu mirada.
Como cuando iluminabas el salón de mi casa
con tu sonrisa.

Serás imán atrayendo
el inerte metal y la chatarra.
Serás gravedad y
tendrás tu propia órbita gravitatoria.
Serás centro de gravedad
y las estrellas quizá brillen menos que tú
en la oscuridad de la noche sin luna.

Y me pregunto si lo demás te verán
como lo que eres,
como yo te veo,
siendo
centro,
gravedad,
imán,

estrella. 

PRIMACÍA Y RECENCIA

Maldito efecto de primacía y recencia.
Olvido lo que fueron las ciudades,
olvido las luciérnagas y los agujeros negros
de la insondable noche.
Recordé la ciudad viva y agreste,
la encontré tibia y helada.
Maldito efecto de primacía y recencia.

Estuve bajo el efecto de la dopomina
mientras me mirabas.
Se cerraron las persianas de tus ojos
y luego vinieron  las deudas pueriles
a pisarnos los talones.
Vino la maldita recencia a estropear
mi triunfante noche
y mis cinco minutos de gloria en la primacía.

Confieso que estuve toda la noche
bajo el efecto de la serotonina.
Luego sólo quedó
un mechero con una calavera,
una colilla a medio apagar,
montañas de ceniza,
las sábanas ásperas,
las tinieblas en tus pupilas.

Todas las especies de OVNIS,
todas las especies de bichos raros,
todas las especies de dinosaurios,
todo lo que sé,
se alimenta del maldito efecto de primacía y recencia
en el final de mis noches frías.



domingo, 2 de octubre de 2016

MI BOSQUE

Incienso Nag Champa del azul. Tumbada en el suelo. Pies y brazos estirados. Entro en mi bosque.

 Es un bosque frondoso y espeso, majestuoso, de árboles de retorcidos troncos. Ahora ella está en el templo de la paz, en el centro de la paz y del bosque. Lleva sólo una bata negra de raso con un dragón chino bordado en la espalda. Va descalza y el pelo le cae suelto y largo por la espalda. Las hojas secas crujen a su paso. Es otoño.  Nota la suavidad de las hojas en la planta de sus pies. Se tumba en un claro del bosque sobre un manto de hojas secas y mira hacia las copas de los árboles. El sol tímido se filtra entre el verdor y el viento mueve las ramas. El bosque está lleno de misteriosos ruidos, el viento, los pájaros, el crujir de las ramas. Ella absorbe la vida del bosque y le penetra por la piel.

El bosque es peligroso pero ella no tiene miedo a pesar de que no lleva brújula, mapa, linterna ni machete. El bosque la ama y la engulle. Podría morir en el interior del bosque pero sería una muerte en comunión con la naturaleza, diluyéndose con ella, volviendo al lugar de donde procede. Creando vida con su muerte. Escucharía hasta el infinito el trino de los pájaros, el viento ululando, la lluvia cayendo con parsimonia, contemplaría un cielo estrellado desde el más allá. Mientras está sumida en estos pensamientos escucha, de repente, la presencia de alguien y se incorpora de inmediato. Un lobo la mira fijamente y desafiante. Es un elegante lobo blanco con las orejas y el hocico negros. Ella no siente miedo del lobo. Se sostienen la mirada durante unos breves segundos que parecen una eternidad. El lobo aparta la mirada y se da la vuelta. Desaparece en la espesura del bosque. El bosque la protege. Ella también es salvaje y difícil de domesticar. Los tres lo saben. El bosque, el lobo y ella.


Abro los ojos. Empieza a llover fuera. Ha llegado el otoño. En mi bosque sólo entra quien yo quiero. Siempre que me apetece visito mi bosque y a mi lobo. Es un secreto que sólo yo sé pero estoy enamorada de mi lobo. 

FLORES DE CACTUS

Sé cuánto te ha costado llegar hasta aquí.
Sé lo de las cadenas y los puños cerrados.
Sé que tenías mucha sed y nadie te dio de beber.
Sé lo de la soledad de las noches oscuras
y como mirabas a las estrellas desde tu calabozo.
Sé que dolió más su desdén que sus bofetadas.
Sé que estás lleno de rabia
pero tenía que decirte una cosa.
En los cactus florecen las flores más bonitas.
Quizá te parezca una tontería
pero tras sus agrestes espinas y su áspero tacto
hay dulzura y delicadeza.

Quería decirte que siempre me pareciste una flor de cactus.
La flor de los supervivientes.
Las flores que florecen en la sequía
y en las mayores adversidades.

Sé que aún estás peleado con el mundo
pero recuerda que tienes dos manos
y un sol que sale sólo para ti.
Sé que construirás castillos
y que seguirás creyendo en los dragones.
Que te lanzarás al vacío.
Que nunca más volverás a mirar atrás.

Quería decirte esto aunque sea poco,
prosemas o menos,
lo poco que sé hacer.
Quería decirte que estoy muy orgullosa de ti,
que has llegado muy lejos,
a pesar de que no te lo pusieron fácil.

Sólo quería decirte
que las flores que siempre me parecieron más bellas

eran las flores de cactus. 

EL IMPOSTOR

El impostor usa el mismo nombre que tú
pero no eres tú.
Huele igual,
tiene su mismo tono de voz,
pero no eres tú.

No tiene la misma ternura en la mirada,
tiene las facciones más adustas,
la expresión árida,
la mirada gris.
Han perdido color sus mejillas.
Ya no silba sus canciones favoritas.
Es un pálido reflejo de lo que fue.

¿Dónde se quedó el brillo de tus ojos,
la luz de tu mirada?
¿Por qué camino tibio transitaste?
¿En qué momento se te olvidó sonreír?
¿En qué momento se te olvidó lo que era vivir?
¿En qué preciso momento te perdiste en el infierno de las letras y los números?
¿Cuándo te convertiste en la cuenta de tu banco?
¿Por qué te vendiste tan barato?

Tú,
que soñabas con surcar el aire
y conquistar todos los mares  como un pirata.

Tú,
que pensabas tatuarte unas alas.
que querías ser astronauta, piloto, buzo y paracaidista.
¿En qué momento te helaste por dentro?
¿A qué puerto encallaste?
¿A qué mercader le vendiste tus sueños?
¿En qué preciso momento comerciaste tu alma con el diablo?
¿Fue de repente o gradual?

Entonces me quedo mirando a los ojos del impostor
y le digo algo trascendental como:

-¿En serio que ya no sueñas de día?

lunes, 19 de septiembre de 2016

TU REFUGIO

Quiero ser tu oasis,
en mitad del sol abrasador del desierto.

Quiero ser tu consuelo,
en la soledad de las noches sin luna.

Quiero que encalles
en esta isla desierta.

Quiero ser el mar en calma
donde zozobras tras la tormenta.

Quiero abrazarte tan fuerte
que se junten todas tus partes rotas.

Quiero besar tus cicatrices,
hundirme en la frondosidad de tu pelo.

Quiero ser el bosque
donde te pierdas.

Quiero que despiertes
en la lánguida calidez de mis brazos.


Quiero ser tu iglú en mitad de la Antártida
cuando arrastres tus pasos sobre el gélido hielo.

Quiero que flotes
sobre este mar muerto
y que te deshagas
de todas las noches frías
que caen sobre tu espalda.

Quiero ser refugio y calma,
en tus días turbios. 

sábado, 3 de septiembre de 2016

EL PASADO DE LOS RELOJES DE ARENA

“Sólo el blanco para soñar”
Arthur Rimbaud

Deseo,
sábanas limpias todos los días,
que no se ensucien las alfombras,
que la televisión no me mienta.

Anhelo,
no tener pasado,
no tener armarios,
ni cepillos de dientes usados.

Ansío,
empezar de cero,
no romper la vajilla de los domingos,
no tener memoria ni cicatrices.

Aspiro,
a la pureza de las historias por empezar,
a la sonrisa de lo nuevo,
a sentir mis pies sobre hierba fresca.

Me mata,
caminar en círculos,
no cerrar las heridas,
perdonar 33 millones de veces.

Me fustiga,
la levedad del antes de ayer,
el peso del mes pasado,
las espinas de la sangre.

Me envenena,
las palabras como fusiles,
la sonrisa sarcástica del despertador,
el sol de mediodía.

Me angustia,
los que enturbian el agua,
los que aman la perfección,
y todo el pasado de mis relojes de arena.


ESCLAVOS DEL SISTEMA

ESCLAVOS DEL SISTEMA

Hace ya tiempo que me bajé del carro. Cada día estoy más segura de mi decisión. Seguí el camino que me mostraron mis amigos, Lorena, Ruski y Asun entre ellos. Me metí en la senda de los disidentes, nadando a contracorriente. Me mostraron el camino amigos, libros, filósofos, psicólogos, músicos y poetas. Cada día más contenta de bajarme de ese barco que se hunde bajo nuestros pies. No fue fácil abrir los ojos en un mundo tan alienado.

 Miro a mi alrededor y me quedo estupefacta de lo que veo. Creo que soy de Marte. No comulgo con este sistema. Un sistema que tiene esclavos, ya no digo esclavos en Taiwan o Bangladesh. Esclavos aquí a mi alrededor, en la España de sangre y arena. Gente que no puede dormir. Que se levanta a las 3, a las 5 o a las 6 de la mañana para trabajar. Que van muertos de sueño a trabajar y se pasan el día a base de cafés y coca colas. O que hacen turnos de 24 o más horas sin dormir. Vamos contra natura. El ser humano tiene que descansar y dormir. Vamos en contra de la propia naturaleza del ser humano.  Trabajos en los que no se puede beber agua ni ir al baño. ¿Por favor que locura es esta? ¿Cómo veis normal algo así? Está sobrevalorado el trabajo. Ser trabajador y eficiente es un plus. Parece ser que también lo es no pensar. Está muy mal visto el vago. Echad un vistazo al mundo animal. Los animales se pasan el día sin prisa, buscan alimento y el resto del día duermen o descansan y disfrutan de la naturaleza que les rodea. Dios les administra todo lo necesario para vivir. Algunas tribus perdidas también viven así. Pero nosotros no, nosotros somos mejores, más listos, más importantes, ¿en serio que lo somos? Lo que somos es  los más arrogantes, estamos cargados de soberbia. Ningún animal se esclaviza a sí mismo ni esclaviza a sus semejantes. ¿Pero es que estamos locos o qué?

Pararos un momento a pensar ¿En serio  que necesitas un modelito nuevo cada mes? ¿En serio que necesitas ir a la peluquería? ¿En serio que necesitas casarte con un bodorrio por todo lo alto en el que se tiran toneladas de comida? ¿En serio que necesitas un coche nuevo? ¿En serio que necesitas aire acondicionado? ¿En serio que necesitamos tantas cosas para ser felices? ¿En serio te apetece esclavizar tu vida para tener todo eso? Como dice Rafael Santandreu esta sociedad padece necesititis.
Sociedad de la opulencia, el despilfarro y el consumismo. Armarios repletos de ropa que no nos ponemos. Neveras repletas de comida que la mitad de ella va a la basura. Y no lo digo yo, lo dicen las estadísticas. Comprar, tirar, comprar. Gastar. Usar y tirar. Obsolescencia programada. El sistema capitalista necesita gente infeliz, infeliz con su vida, infeliz con su trabajo, para que consuman. Cuanto más infeliz eres más consumes. Y para consumir más necesitas, por supuesto, trabajar más y ser más infeliz con tu trabajo. ¿No os parece la pescadilla que se muerde la cola? ¿No os parece absurdo todo? ¿Cómo somos tan estúpidos los humanos? ¿No os sentís engañados, estafados? Perdemos la salud en el trabajo toda nuestra vida para acabar muriendo. Y la televisión alienando a las masas con la publicidad. El estúpido catecismo del confort. ¿Acaso nos hace el confort más felices? ¿Acaso ha terminado el aire acondicionado con la depresión o la ansiedad? ¿Qué tenemos que demostrar? ¿A quién tenemos que impresionar? ¿Acaso hay algo que aparentar?
Estas fiestas mientras todos nos divertíamos había otros currando como negros, sin descanso y sin apenas dormir y deseando que acabaran las fiestas. Toda moneda tiene su cruz y su cara.

Una última cosa. Yo no soy ningún ejemplo a seguir ni me quiero poner de ejemplo. Yo también necesito el dinero y trabajar. Escapar de este sistema es complicado. He tenido trabajos esclavizantes  que he dejado a los 3 días. Gracias a Dios no tengo hijos que mantener. Hay gente que tiene que sacar adelante una familia.

¿Sabéis lo único que creo que necesita el ser humano? Ser feliz. Amar a los demás. Divertirse. Aprender. La vida es un chollo y la convertimos en un infierno nosotros solos.

Lennon era un visionario y en el siglo pasado ya dijo “Vivir es fácil con los ojos cerrados”. Precisamente esa canción se compuso en Almería. Strawberry fields.  Si vosotros queréis seguir con los ojos cerrados nadie lo va a impedir. Si queréis seguir con los ojos cerrados aquí paz y después gloria. Yo ya he empezado el cambio y muchos como yo y esto no hay quien  lo pare. Mi próximo libro va por estos derroteros y va a ser una bomba. Ansío el momento de tener tiempo para poder sentarme  a escribir

martes, 26 de julio de 2016

UN OCÉANO INSALVABLE

Un océano los separaba. Una brecha insalvable. Un precipicio que Ella no se atrevía a saltar. Miraban la misma luna de plácida redondez con la misma fascinación desde distintos continentes.  Años luz distaban las estrellas que tintineaban en el cielo infinito. 9.795 kilómetros y siete horas de diferencia horaria los mantenía a cada uno en las antípodas del otro.

Ella se conformaba con la poca información que tenía de Él. En sus fotos de perfil podía observarlo como una voyeur. En su foto junto al mar Ella podía oler la sal y notar la brisa marina. En su instantánea con la guitarra escuchaba el rasgueo de sus dedos contra las cuerdas. Podía incluso saborear el mate  que Él paladeaba en medio de aquella naturaleza salvaje del otro lado del mundo.


Y en aquella foto en la que saltaba con júbilo entre dos montañas podía sentir como Él le pedía que saltase. Que no mirase hacia atrás y saltase de una vez ese océano  que los separaba. Que se zambullese en la locura de ir a su encuentro. Desde aquella foto de perfil Ella notaba como le susurraba: - No tengas miedo. El miedo te paraliza y te engulle lentamente. 

CERRANDO CÍRCULOS

Tira todas tus poesías,
cierra las puertas,
échale cicuta a su café.

Envenena las palabras,
no te tragues tu orgullo,
ni se  te ocurra empezar de cero.

Tira sus discos por la ventana,
no apuntales las ruinas,
sabes que estás mejor sin él.

Cálzate tus viejas zapatillas.
Corre sin parar.
Lejos de sus chantajes,
lejos de su sonrisa,
lo más lejos que puedas de sus caricias.

Grítale al viento que no lo necesitas,
que hay uno como él en cada esquina.
Deja de lamentarte.

Clávate esto en el cerebro:
“Sólo necesitas a una persona a tu lado,
la única que puede hacerte feliz,
la única que cree en ti pase lo que pase.

Esa persona eres tu misma y nadie más”

domingo, 26 de junio de 2016

TU HOGAR

Hacer de cualquier lugar tu hogar no es tarea fácil. No basta con pagar puntualmente la hipoteca o hacer la pertinente transferencia a tu casero. No sólo hay que mediar con notarios y contratos de arrendamiento, amén de lidiar con inmobiliarias o cualquier otra transacción. No. No basta.
Hay que limpiar la suciedad que se acumula en el inalcanzable fondo del cubo de la basura. Utilizar ambientador con olor a flores silvestres que no sea de marca blanca, que haga que pasar de la cocina al salón sea como dar un paseo por los bosques de Irati.

Hay que colgar fotos, láminas o posters en sus paredes que te recuerden quién eres o por dónde has paseado tu vida. Hay que llenar los anaqueles de libros, a ser posible cada uno de su padre y de su madre, comprados en diferentes librerías,  leídos, subrayados y manoseados.

Hay que hacer bien las camas, estirar las sábanas con olor a suavizante para que no quede ni una arruga. Hay que llenar el armarito de la cocina de especias como jengibre, cúrcuma, curry, pimentón picante y albahaca. Y como colofón  poner una rosa en el salón, comprada una noche de marcha por las cuatro calles, que esas tienen más solera.


Si haces un esfuerzo por cumplir todos estos pasos religiosamente  quizá consigas tomar tu hogar e invadirlo de tu esencia. Y cuando tu casa sea visitada parecerá que tus huéspedes te conocen de toda la vida o al menos los impregnarás un poco del perfume de tu alma.  

EL DESEO

Pedí un deseo delante de la tarta antes de soplar las velas. Dudé un poco pero me decidí por uno de mis anhelos. Fui egoísta y sólo pensé en mi cuando pedí el deseo. Eso lo sé ahora que las cosas se han torcido. Debí pensar en él cuando cerré los ojos, mientras pensaba que era lo que más deseaba en el mundo. Había tantas cosas importantes que desear. Deseos altruistas pensando en los demás, en los miles de refugiados pasando frío y hambre. O algo así como el fin de la guerra o la paz mundial. Pero ni pensé en eso ni en él. Me miré el ombligo con vehemencia y ahora estoy arrepentida.

Podría cambiar de deseo pero falta casi un año para el próximo cumpleaños y las cosas se inclinan de tal manera que parecen que van a caerse sobre mí. Quizá ya no tenga otra oportunidad. Le suplico al cielo que alguien estrene ropa nueva, que me encuentre un diente de león entre las amapolas del campo o que una perseida caiga del cielo en forma de estrella fugaz, para poder pedir un deseo bien distinto y enmendar mi error.


Hay gente que piensa que eso son tonterías. Yo no. Yo pienso que eso de pedir deseos no es ningún juego que uno pueda tomarse a la ligera. Porque el deseo equivocado puede hacer que las cosas se inclinen, se tuerzan y caigan con todo su peso sobre tu existencia. 

jueves, 9 de junio de 2016

LA TRIBU DORHAKI

“Soy de una tribu nómada que viaja a través de un desierto cuya frontera es la frontera del mundo.”
Amin Maalouf
LA TRIBU DORHAKI
Éramos de la tribu Dorhaki. Nuestra reina era la reina Calexis. Una guapa dama con el pelo color sol. El desierto se hacía eterno por delante y por detrás. Mis sandalias y mis cabellos iban cubiertos de polvo. Había más de tres mil guerreros Dorhaki. Azules. Rojos. Naranjas. Amarillos. Yo era una simple esclava.
Había más de tres mil guerreros Dorhaki. Con trenzas, con botas y con corazas en el pecho. Tú eras uno de ellos. Pero igual a todos. No podía distinguirte del resto. En algún momento del largo viaje por el desierto dejaste de ser especial. El desierto se tragó la magia que te envolvía. Tu pelo ya era como el de todos, tu barba no se diferenciaba del resto, tu coraza en el pecho no tenía ninguna insignia especial. Y, lo peor de todo, en tu mente anidaban los mismos pensamientos retrógrados que en la mente de los demás guerreros Dorhaki.
Esta pobre esclava arrastraba un cesto lleno de pieles para resguardarse de las frías noches. Y era igual al resto de esclavas. Ni más alta, ni más guapa, ni más sucia, ni más polvorienta, ni especial. Con una mente diferente que tú no supiste descifrar. Ni yo llegaré nunca a ser reina Dorhaki ni tú pasarás de ser un simple guerrero. Éramos de la misma tribu pero de diferente casta. 
Soy de una tribu nómada que cruza el desierto bajo un sol abrasador y tú eras un guerrero Dorhaki más. Un simple eslabón de la cadena.

NOWHERE MAN

Todos los días me encuentro a un hombre. Está sentado delante de una Administración de la ONCE vendiendo cupones. Tiene la mirada fija en un punto del infinito. Realmente no sé que mirarán sus ojos tras las gafas de culo vaso. Quizás le pase como a todos nosotros: que no ve lo que tiene enfrente. Es imposible que lo vea porque tiene el mismo trozo de calle delante de sus ojos todos los días. Ve lo mismo pero no observa nada. No se inmuta cuando alguien pasa a dos palmos de él.
Me pregunto si ve bultos detrás de sus gafas de culo vaso o si realmente es ciego por completo. Me pregunto cómo será su vida. Una vida con los días atados unos a otros como los nudos de una larga cuerda. Una vida sin alarmas ni sorpresas como diría Radiohead. Horas, días, años, sentado en una silla viendo la vida pasar sin inmutarse. Él no vive en la calle Noria, su existencia no es un parque de atracciones. Su vida es de encefalograma plano, una línea continua sin picos ni altibajos, un límite que siempre tiende a uno.
Creo que a él se referían los Beatles cuando compusieron “Nowhere man”. Mañana, cuando vuelva a pasar por su lado le diré: - Chico, no te das cuenta que la vida está a tus órdenes.

LA DISTANCIA

Todo depende del color con el cristal con que se mire y de la distancia que diste del cristal, creo yo, que eso también cuenta. Por razones obvias no es lo mismo tener a tu enemigo a dos palmos, empuñando una afilada navaja, que tenerlo a 3000 km. La distancia real, en metros o kilómetros, al núcleo del problema importa. La distancia importa. El tamaño del problema no tanto, dependiendo si lo vemos en el horizonte lejano o si incluso podemos oler su herrumbre. Todo el mundo debería tener dos casas (alejadas una de la otra lo suficiente) o la posibilidad de coger un bus, un tren o un avión para poner distancia en eso que nos trae de cabeza. La belleza del horizonte está en su lejanía inasible, en su distante infinitud que no podemos alcanzar.
Si te atenaza algo la cabeza con insistencia y estás inmerso en una espiral de pensamientos de la que no puedes escapar, lo mejor que puedes hacer es alejarte de su núcleo de acción. No es lo mismo estar en el ojo del huracán que viéndolo por las noticias cómodamente desde tu sillón. No es lo mismo estar en el epicentro del terremoto que sentir apenas una sacudida en tu cama, que ni siquiera te despierta.
El viaje es un modo de epifanía, de descubrimiento asombroso, de revelación de lo que nos queda oculto. Todos padecemos antes de llegar a la vejez de esa precoz presbicia que hace que nuestros ojos no vean bien si no se alejan lo suficiente de lo que observan. Lo que tenemos en nuestras narices nos hastía, nos hartan sus formas precisas que terminan por desdibujarse.
Aléjate, aléjate de la escena del crimen, pon distancia entre tú y el escenario donde se desarrolla la función de tu vida. Colócate entre los espectadores y observa desde fuera. Pon distancia entre tú y tus pensamientos, entre tú y las personas que te rodean. Encuéntrate lejos y vuelve para el reencuentro. Echar de menos es la única manera de valorar lo que tenemos. Vuelve como el hijo pródigo. Pero una y otra vez. Repite el proceso hasta la saciedad.
Tu otro yo acecha a la vuelta esperando tu regreso a Ítaca.

SOLEDADES MARIO BENEDETTI

Ellos tienen razón

esa felicidad
al menos con mayúscula
no existe
ah pero si existiera con minúscula
sería semejante a nuestra breve
presoledad

después de la alegría viene la soledad
después de la plenitud viene la soledad
después del amor viene la soledad

ya sé que es una pobre deformación
pero cierto es que en ese durable minuto
uno se siente
solo en el mundo
sin asideros
sin pretextos
sin abrazos
sin rencores
sin las cosas que unen o separan

y en esa sola manera de estar solo
ni siquiera uno se apiada de uno mismo
los datos objetivos son como sigue

Hay diez centímetros de silencio
entre tus manos y mis manos
una frontera de palabras no dichas
entre tus labios y mis labios
y algo que brilla así de triste
entre tus ojos y mis ojos

claro que la soledad no viene sola

Si se mira por sobre el hombro mustio
de nuestras soledades
se verá un largo y compacto imposible
un sencillo respeto por terceros o cuartos
ese percance de ser buenagente

Después de la alegría
después de la plenitud
después del amor
viene la soledad

conforme
pero
qué vendrá después
de la soledad

a veces no me siento
tan solo
si imagino
mejor dicho si sé
que más allá de mi soledad
y de la tuya
otra vez estás vos
aunque sea preguntándote a solas
qué vendrá después
de la soledad.

POR QUÉ APRENDER A ESCRIBIR...POR QUÉ...

POR QUÉ APRENDER A ESCRIBIR
POR QUÉ EMPRENDER ESE CAMINO
Se me ocurren varias respuestas.
Para enriquecer tu universo y mundo interior.
Para expresar todas esas cosas que llevas dentro.
Para alzar tu voz.
Para entender el mundo y entenderte a ti mismo.
Para ser críticos y tener autocrítica.
Para crecer como persona.
Para hacer de tu mundo un mundo interesante, lleno de matices.
Para canalizar tu creatividad y rabia contra el mundo.
Para escapar de la barbarie de este mundo por medio de la fantasía.
Para meterte en la piel de otras personas e inventarte otros universos.
Para disfrutar más leyendo.
Para expresarte mejor y comunicarte mejor con los demás.
Para encontrar la palabra adecuada y ampliar tu vocabulario.
Yo no he encontrado ninguna actividad en la vida que sea tan placentera, gratificante y satisfactoria. Te invito a unirte a nuestro Taller de Escritura Creativa. Prometo que será divertido y subversivo. Compartiremos experiencias y risas. Aprenderemos de los mejores. Y todo se hará de una manera amena.
Si ya te gusta escribir encontrarás tu propio estilo.
Si emprendes este camino te prometo que ya nada volverá a ser como antes…
Cambiando tú, cambiará todo a tu alrededor… ya verás.

MADRES CORAJE

Dedicado a todas las madres, esas madres coraje que sacan fuerza de donde no la hay para sacar adelante a sus hijos/as.
Madre es la que te da la vida pero una madre no sólo te da la vida. Te cuida cuando eres pequeña y vulnerable y tú aún no sabes cuidar de ti. Renuncia a ella y a su vida porque la prioridad eres tú y tu bienestar. Todos estuvimos dentro de ella y nos alimentamos de ella por medio del cordón umbilical. Una madre te parió con dolor y no le importó porque lo importante eras tú.
Dicen que no hay nada como el amor de una madre y qué cierto es. Una madre te acepta sea como seas, con tus defectos. Es la unión más bella que nos ofrece la naturaleza, que nos recuerda que somos animales. Una madre defiende a sus cachorros con su propia vida si es necesario.
Muchas felicidades a todas esas madres del mundo, que son fuertes, luchadoras y que son portadoras y generadoras de vida.

VUELVA USTED MAÑANA

Un amigo me pidió que le escribiera un temilla pa su grupo de rock. Esta mañana he salido muy indignada del INEM y se me ha ocurrido esto. Rock de protesta social y reivindicativa! Mola!
P.D. Que conste que tengo amigos que trabajan en el INEM pero es una crítica al sistema. Yo sé que ellos son un amor y ayudan todo cuanto pueden pero hay otros que... para que hablar...
VUELVA USTED MAÑANA
Filas de personas esperando en manada.
-¿Qué dan? ¿Qué ofrecen?
-Nada! Es la cola del INEM!
Llevo un mes viniendo cada día
y lo más que consigo sacar es un:
-Vuelva usted mañana.
Funcionarios que calientan el sillón
y se molestan si preguntas con fruición.
-No te pongas chulo que aquí el bacalao lo reparto yo.
Te amenaza con firmeza el que se siente superior
por tener tus datos en su ordenador.
No ha cambiado nada
desde Mariano José de Larra.
Dos siglos y siguen con el consabido:
Vuelva usted mañana!
-¿Por qué tengo que saber responder a todas tus preguntas?
No querrás también que yo te instruya.
Soy necio e ignorante desde la cuna
y encima tengo un sueldo de aupa.
-Qué pesada la gente con el trabajo
No tendrán bastante con venir aquí a pasar el rato.
Siempre con lo mismo.
Complicándome la vida.
Que vengan mañana
a ver si tengo más ganas.
¿Qué me importan a mi sus problemas?
Bastante tengo yo
que no me puedo comprar
el último modelo del Iphone.
Funcionarios ineptos, torpes e incompetentes
chupópteros, soplagaitas
de la España de la Burocracia.
Mucho papeleo
pero aquí ni rastro de empleo.
No ha cambiado nada
desde Mariano José de Larra.
Dos siglos y siguen con el consabido:
Vuelva usted mañana!

martes, 12 de abril de 2016

DÓNDE ESTÁ ESE ÁNGEL




¿Quién cuidará de que los borrachos no se tropiecen y den con sus huesos en el duro asfalto?
¿Quién protegerá a los niños que se crían solos en la calle?
¿Quién les mostrará el camino correcto?
¿Quién custodiará a esos adolescentes difíciles, perdidos en las calles solitarias y frías de una ciudad hostil y peligrosa?
¿Quién le parará los pies al que falta, oprime, avasalla y golpea?
¿Quién pondrá tesoros en el contenedor para los que rebuscan en la basura?
¿Quién le dirá a ese niño que no se ponga el primer cigarro en la boca?
¿Quién agarrará la mano de ese padre cuando va a golpear a su hijo?
¿Quién sujetará el bíceps de ese hombre que arremete contra su mujer?

¿Cuántas manos podrían detener la barbarie?
¿Cuántas bocas podrían gritar al unísono basta?

Escucho historias que me enmudecen el alma y me encojen el corazón y me pregunto en qué parte del cuerpo me coloco la tirita cuando lo que está herido es el alma.

Os juro que daría un riñón porque hubiera un ángel de la guarda para cada una de esas personas frágiles y vulnerables (niños pobres, adolescentes en exclusión social, mujeres víctimas de la violencia de género) que les ha tocado vivir en el lado oscuro de la vida. 

Desgraciadamente este sistema no los protege. Son carne de cañón. El único delito que han cometido es ser pobres. Porque con dinero otro gallo cantaría. 

Un riñón y parte del bazo porque ese ángel los protegiera.