sábado, 22 de noviembre de 2014

UTOPÍA


PALOS DE CIEGO



Últimamente me siento así... :-(

EL RAYO QUE TE CAE


lunes, 17 de noviembre de 2014

TODOS LOS HOMBRES MATAN LO QUE AMAN


Pero todos los hombres matan lo que aman,
que lo oiga todo el mundo
unos lo hacen con una mirada amarga,
otros con una palabra romántica;
el cobarde, con un beso,
¡el valiente con una espada!
Unos matan su amor cuando son jóvenes,
y otros cuando son viejos;
unos lo ahogan con manos de lujuria,
otros con manos de oro;
el más piadoso usa un cuchillo, pues así el muerto se enfría antes.
Unos aman muy poco, otros demasiado,
algunos venden, y otros compran;
unos dan muerte con muchas lágrimas y otros sin un suspiro:
pero aunque todos los hombres matan lo que aman,
no todos deben morir por ello.

Oscar Wilde

LA CLASE OBRERA

Entra un padre con su hijo. Le pido a Dios que lo trate bien, que no le pegue, que lo entienda.  Las manos del padre son robustas y encallecidas. Podrían pegar muy fuerte. Lleva un paquete de Marlboro en el bolsillo de atrás del pantalón. No tendrá un buen trabajo si acaso tiene trabajo. Se deslomará para sacar a su hijo adelante. Arrastra un pesado carro de la compra. Detrás de él hay una adolescente que, con el móvil entre las manos, dormita en el hombro de su madre. Todo son gestos de cansancio y la gente cierra los ojos, no sé si para dormir o para soñar con otra vida mejor. Son la clase obrera, la clase de la que me siento orgullosa de formar parte.  La clase que levanta este país viaja en autobús en las grandes ciudades.
Atravesamos barrios con graffitis en sus muros, que gritan el descontento de la clase obrera sobre las paredes mudas. Sube y baja gente, con sus vidas al hombro, tirando de pesados carros, mirando al infinito por las ventanillas, buceando dentro de ellos mismos, agradeciendo un momento de paz al día, cediendo sus asientos a ancianos y embarazadas. Hay niños, adultos, viejos, bebés en sus carritos.

                Siempre que me subo a un autobús en Almería me embarga esta sensación y veo el mundo por unos momentos a través de esos ojos, cansados y marchitos, y me parece un mundo gris pero solidario.

sábado, 8 de noviembre de 2014

SIN MINIBAR

Algodones debajo de las uñas de los dedos de los pies,
para amortiguar el pisotón.
Una habitación vacía de hotel,
tan vacía como yo.
Tu canción favorita está sonando en la radio.
Y llueve.
Llueve lento, sin prisa, 
se me mojan los párpados
y no sé si es por esa escasa lluvia que cae.
Es bueno que llueva lento.
Me gusta la lentitud de la lluvia.
Me recuerda que debo ir despacio.
Empezar poco a poco,
no verte,
no ir a los sitios que vas tú,
no wasearte,
no mirarte cuando estés,
y un día…
sin que me de cuenta,
un día cualquiera,
estarás fuera de mi pensamiento
y en mi corazón ya se posarán otras mariposas.
Voy a llenarme todo el cuerpo de algodones,
para amortiguar los golpes.
Ahora los que vienen de ti.
Y también para los que vendrán después.
Porque esto no se ha acabado.
Vendrán golpes de todos lados.
La vida es así.
También vendrán días de risas.
Pero hoy llueve y estoy calada hasta los huesos.
Y no me apetece llegar sola a esa vacía habitación de hotel,
en la que nadie me espera.
Y la lluvia me recuerda que sí,
que lento,
que mejor lento y sin prisas,
paso a paso.
Cada día una hora menos de pensar en ti.
Cada día una dosis más de amor fraternal,
que supla mis carencias afectivas.
Y luego volver a empezar.
Volver a olvidar.
Vuelta a llover,
y a calarme hasta los huesos.
Pero que sea otro el que me rompa el corazón,
que no vuelvas a ser tú.
Que lo tuyo acabe en una habitación vacía de hotel escribiendo estas líneas.