sábado, 25 de marzo de 2017

MISERICORDIA MUTUA

Gracias al maldito escalón y a mi aciaga tristeza pudieron encontrarse nuestras miradas. No es agradable  que un desconocido vea como te derrumbas, te deshaces  en lágrimas y acto seguido tropiezas con un escalón oculto para la tristeza. Él se quedó mudo y no se movió ni un ápice de su sitio. Él esperaba una moneda de algún misericordioso transeúnte. Luego nos reconocimos en otra escena. Él reconoció mi sempiterna tristeza y yo sus monedas de la caridad ajena. Nos sostuvimos la mirada unos segundos pero no acertamos a cruzar una mísera palabra. 

ES MUY FÁCIL

Necesitaba saber que en su vida nunca, nunca más habría otro maldito escalón. Que las cosas fluirían como el viento, como el agua de los ríos, como las estaciones que van sucediéndose. Necesitaba que alguien le dijera: “Basta de escalones” “No hay que subir más montañas con la mochila cargada de pesadas piedras” “No más esfuerzos en balde” “No más lastres”. En aquella barra de un bar un desconocido le susurró: “Es muy fácil. Sé tú mismo”. Y desde entonces estoy subiendo los escalones más grandes de toda mi vida como si viajase en ascensores panorámicos bien iluminados que van directos al cielo. 

EL PUENTE BLANCO

El hombre azul miró de nuevo el escalón gris y recordó aquel tango de su juventud. El hombre vestido impolutamente de azul  nunca supo vivir parado ni trepar hacia el último escalón. Las barreras grises que habían levantado los demás hombres no eran tan grandes como la jaula de cemento que construyó él solo, con sus manos y sin sus pies. “Maldito escalón” masculló. Y una sonrisa redonda iluminó, como un rayo de luz, el asfalto gris. El niño de la cara sucia miró el escalón, luego al anciano y, de nuevo, el escalón. El niño, con sus manos y con sus pies, levantó un puente blanco que cruzaron juntos.

EL RELOJ PARADO A LAS SIETE

"Yo sé que la vida, la de verdad, es la suma de aquellos momentos que, aunque fugaces, nos permiten percibir la sintonía del universo"
Giovanni Papini
FELIZ DÍA DE LA POESÍA A TODOS (21 MARZO 2017)

LA ESPERANZA

 “Si pudieras verme navegar entre la niebla”
Amaral

LA ESPERANZA
Todo lo que quedaba siempre al final de todo
era la esperanza.
La esperanza que luego se comían los días
que caían lentamente del calendario.
Era eso lo que siempre quedaba.
Los posos del café en los días noctámbulos.

Las formas poliédricas de la esperanza
siempre eran de esquinas punzantes.
Ellos hablan de la esperanza
con la boca llena
pero no saben de qué hablan.

Después de recoger los vidrios rotos
la esperanza se adueñaba de la casa.
Me gustaría que no siguieseis
sobrevalorando la esperanza.
Es como un veneno
que se inocula en el alma.

Si te digo la verdad
prefiero que me disparen a  quemarropa.