viernes, 30 de noviembre de 2012

CUALIDADES LITERARIAS



Es conocer a alguien y pensar en sus cualidades literarias, en sacarle el máximo partido a la situación para que suene literario; me vienen incluso las palabras a la cabeza.  Si voy a una fiesta :”La chica que abrió la puerta llevaba una camiseta ancha y se notaba que no llevaba sujetador, esto lo turbó…” Si voy a comprar al hym: “Coincidí en la sección de lencería con un hombre mayor muy guapo, y me pregunté a quién le estaría comprando la ropa interior…” Si voy al banco: “El hombre sonrió como si nos conociéramos de toda la vida y me dio la impresión de que lo conocía de antes aunque nunca lo había visto…”Ya tengo deformación profesional y esto no ha hecho más que empezar ;-)

miércoles, 28 de noviembre de 2012

COMPARACIONES



Siempre salgo perdiendo cuando me comparo. Me lo han dicho una y otra vez, lo he leído en cientos de libros pero no puedo evitarlo. Ya sé que las comparaciones son odiosas, que sólo sirven para destruirse, que cada uno es especial  y a su manera diferente, ni mejor ni peor pero algo en mi interior me empuja a compararme para captar como es alguien. Conociendo en que se diferencia y en que se parece a mí es como consigo absorber su esencia. Es conocer a alguien y pienso: ella está más delgada, yo soy más alta, tiene más carácter, yo soy más humilde, tiene más sentido del humor y así sucesivamente. No es sano psicológicamente, lo dicen todos los que entienden, lo sé, pero es como logro conocer a la gente.

INDESTRUCTIBLES


Dedicado a S3sado ;-)
"Y ahora repites una y otra vez que ya no sientes lo que un día fue,
la fuerza que nos mantendría unidos ante el mas fatal de los destinos..."

martes, 20 de noviembre de 2012

SU TERRITORIO



Él lucha con uñas y dientes por defender lo que es suyo. Yo nunca supe luchar así por algo, defender algo, supongo que porque no tengo muy claro que nada sea mío o me pertenezca. Él sí. Él no deja que nadie meta la zarpa en su comedero. No deja que nadie se mee en su territorio. Él es algo así como un animal salvaje, un lobo o un águila, defendiendo lo suyo, lo que cree que es suyo y estoy segura que mataría si fuese necesario con tal de defenderlo. 

LAS MOSCAS


En mi casa el problema son las moscas,me dijo, parece una tontería pero no lo es. Las moscas se meten, lo cagan todo, te importunan. En mi casa tenemos grandes discusiones debido a las moscas. No es cuestión baladí la de las moscas. Siempre se busca el culpable de dejar la puerta abierta. Buscar al culpable es lo que más gusta en mi casa. Uno cree que hay cosas más importantes y cosas que menos pero siempre hay que estar pendiente, aunque sea de las cosas pequeñas, las moscas por ejemplo. Te pueden hasta arruinar la vida. No sabes hasta qué punto son las moscas asunto importante en mi casa

jueves, 15 de noviembre de 2012

BUSCANDO Y ENCONTRANDO





Cuando lo conocí buscaba a alguien. Lo sé porque daba muchas vueltas en los pubs cuando llegaba, como buscando a alguien. Cuando yo no estaba la gente me lo decía. No era a mí a quien buscaba. Lo supe mucho tiempo después. En aquel momento creía que era a mí a quien buscaba. Un día descubrí que cuando yo estaba también daba vueltas como buscando a alguien pero aún así lo pasé por alto y no quise creerlo, era demasiado duro para creérselo y yo estaba terriblemente enamorada de él. Uno a veces cree lo que quiere creer no lo que ve aunque lo tenga en sus mismas narices. La primera vez que visité su casa era su cumpleaños y me había invitado a pesar de que hacía muy poco que nos conocíamos. Cumplía los años en enero como yo y ambos éramos acuario y cumplíamos además, para más inri, los mismos años. Creí que era una señal. Suelo creer en esas cosas aunque a mi edad ya no sea normal. Ese día, lo recuerdo muy bien, el día que vi su casa, aún conociéndolo muy poco, me enamoré de él.  Tengo la certeza de que si uno visita una casa puede saber cómo son los que la habitan y yo supe enseguida como era Oriol. Supe de su sensibilidad y amor por el arte por los cuadros que tenía colgados en las paredes. Supe de su pasión por viajar por el mapamundi que había a la entrada de la casa. Supe de su amor a la fotografía por las fotos que decoraban el salón, hechas por él mismo, según me dijo. Me di cuenta de su amor a la lectura porque había libros por todas partes, hasta en el baño. Me enteré de su amor a la música por el equipo del salón (donde por cierto no había televisión) y por la vitrina llena de compacdisc. Entendí que no le importaba mucho la limpieza por la pátina de polvo que lo cubría todo e inmediatamente caí en la cuenta de que era el hombre de mi vida. Aquella noche lo observé con gran detenimiento, cada palabra, cada gesto, cada mirada, en busca de algún recíproco sentimiento parecido al que acababa de nacer  en mí y no atisbé nada. Disimulé muy bien y creo que no se me notó. Yo me encontraba muy rara porque no conocía a nadie allí, todo eran amigos suyos que yo no conocía, exceptuando algunos profesores con los que no había conectado.  Nadie se molestó en hacerme mucho caso y él de vez en cuando venía a salvarme de mi aislamiento con su simpatía natural e intentaba que me integrara en la fiesta. Nos conocíamos poco, yo hacía unas semanas que había llegado a aquel instituto como interina cubriendo una baja de un embarazo con riesgo. Él era el jefe del departamento de Lengua y Literatura y tenía la plaza desde hacía mucho tiempo a pesar de lo joven que era. Me dijeron que se sacó las oposiciones a la primera, nada más terminar la carrera y que fue  un estudiante brillante que destacó en su promoción. Luego supe que también se dedicaba a escribir, y había ganado varios premios en la provincia. Se notaba que el resto de profesores lo adoraban y algunos, a los que acababa de conocer, como a él, habían ido a la fiesta, pero por ninguno había sentido aquella fascinación que sentía por todo lo que rodeaba a Oriol. Oriol era todo lo contrario a mí y a pesar de ello representaba todo lo que yo no tenía  y que me hubiera encantado conseguir. Él era tremendamente sociable y tenía muchas habilidades sociales, a mi  me costaba horrores relacionarme, yo era más bien un ser solitario. Yo, aunque no estaba siempre triste y melancólica, no era una persona alegre ni optimista, sino más bien lo contrario. Y aunque tampoco estaba yo siempre preocupada parecía por mi aspecto que si lo estaba y a Oriol parecía no importarle nada, ni existía nada en el mundo que enturbiara su felicidad constante. Yo estaba llena de miedos y era muy insegura y Oriol hablaba con una seguridad aplastante sin llegar a ser pedante. Todo esto sólo lo intuía al principio pero poco a poco se fue haciendo una verdad irrefutable. Yo siempre pensaba que yo era poca cosa para el gran Oriol, que era como yo lo veía, pero por alguna razón yo le caía bien y me solía incluir en sus planes. Poco a poco fuimos haciéndonos amigos, no entendía yo muy bien porqué, ciertamente lo que le sobraban a Oriol eran amigos. Aparte de haber estudiado la misma carrera compartíamos otras aficiones e imperceptiblemente eso fue uniéndonos más. Yo llevaba en silencio mi enamoramiento y se me aceleraba el corazón cada vez que lo veía pero cuidaba de callármelo muy bien por miedo a perderlo. Una noche salimos un montón de amigos, quiero decir de amigos de Oriol, mi único amigo en aquella ciudad era Oriol y a todos los que conocía era por él. Fuimos a cenar y luego nos tomamos unas copas en unos pubs. Se nos hizo tarde entre  risas y bailes, (Oriol bailaba extraordinariamente bien, tenía un gran sentido del ritmo) yo no sé mover un pie delante del otro y me quedaba embelesada observándolo. Luego Oriol se empeñó en tomar la penúltima en su casa, ya sólo quedábamos cuatro, una pareja, Oriol y yo.  Todos aceptamos encantados. Ninguno quería terminar la noche. Los cuatro íbamos algo bebidos y de camino a su casa Oriol y yo nos quedamos atrás hablando. Él me cogió de la cintura, (Oriol era muy dado al contacto humano y era algo normal en él, abrazaba, cogía de la mano, besaba y acariciaba a todos sus amigos) y yo me estremecí, su sólo contacto  unido con el alcohol me turbó y me hizo albergar algunas esperanzas. Cuando llegamos a su casa pusimos música y seguimos bebiendo. La pareja se fue al rato. Yo dije que también me iba pero Oriol se empeñó en que era muy tarde y yo vivía muy lejos, que me quedase a dormir y me fuese al día siguiente. Yo no opuse resistencia, era lo que más deseaba en mi vida, quedarme para siempre en esa casa que destilaba todo lo que yo más amaba. Me preparó el cuarto de invitados pero se echó en la cama nada más terminar de hacerla y yo también me eché y nos quedamos en silencio. Luego le dije: cuéntame un cuento y me duermo. Y él empezó un cuento precioso sobre un pescador y un anillo mágico. Pero estábamos muy borrachos y ya casi era de día y nos quedamos dormidos los dos sin terminar el cuento. A la mañana siguiente cuando me desperté él ya no estaba pero me dijo entre risas cuando penetré en la cocina: -ahora ya si somos verdaderos amigos, hemos dormido juntos y no hemos hecho nada. Eso es señal de una verdadera amistad. Y yo sonreí por toda respuesta. En poco tiempo me hice casi dependiente de Oriol como una drogadicta, necesitaba una dosis de Oriol al día, me hacía tremendamente feliz. Él parecía buscar a alguien, pero yo no me daba cuenta porque aún no lo había encontrado y yo rezaba para que no lo encontrase nunca, rezaba todas las noches para que todo siguiese igual, para proseguir esa amistad que por mi parte era admiración y entrega total hacia él. Pero nada dura eternamente. La primera vez que se fue a la cama con ella fue delante de mis narices y yo me fui a casa a emborracharme sola y a llorar. Pensé que sería una amante de una noche loca, algo sin importancia pero ella aparecía una y otra vez entre nosotros y empezó una relación que iba más o menos en serio. Yo no terminé la baja en el instituto. Me fui antes. No podía soportarlo. Me lo imagino llegando a los pubs juntos. Ya no dará vueltas por los pubs nada más llegar, como hacía conmigo. Creo que encontró por fin lo que andaba buscando. Yo no andaba buscando nada y me lo encontré a él. Él buscaba algo hasta que lo encontró. Yo me quedé sin él aún no habiéndolo buscado.