sábado, 3 de noviembre de 2012

LA ANTESALA CUENTO



“La felicidad está en la antesala de la felicidad” 
Eduard Punset

Nayara aquel día no quiso salir de su casa. No quería tener que llegar con prisas y luego agobiarse porque no le daba tiempo. Así que quiso tomarse su tiempo y se pasó todo el día en casa, sola, esperando a que llegasen las 10 y 10, esa hora en la que el reloj sonríe. Había sido él el que había querido quedar a esa hora, a ella le pareció raro pero le encantó. –Tenemos que quedar a la hora de la sonrisa, había dicho él y  ella había sonreído por toda respuesta. Ahora Nayara se estaba tomando un té con hierbabuena y mientras lo paladeaba rememoraba lo poco que sabía de él. No sabía su verdadero nombre, en la página web de contactos donde lo había conocido era simplemente Haruki. Nayara tenía que reconocer que le pinchó por el nombre, porque Nayara creía en las casualidades y ese mismo día había empezado un libro que le habían dejado de Haruki Murakami, y le entró curiosidad por saber si el que llevaba el nombre de pila del  escritor japonés era algún fan de sus libros o simplemente había sido por una tontería y no tenía nada que ver. Eso fue lo primero que le preguntó cuando habló con él por el chat. Y Haruki le respondió que sí, que era su escritor favorito y que no se le había ocurrido otro nombre que ponerse en aquel momento. Él tampoco conocía su verdadero nombre, él la conocía por Miau, y lo primero que le preguntó a través del chat fue que si era una gatita mimosa  que ronroneaba o que si por el contrario le gustaba sacar las uñas, ella respondió de una manera que a él le pareció muy acertada: Depende de la situación. Con el té entre las manos en aquella terraza tan pequeña de aquel piso alquilado en una calle estrecha y donde casi no entraba ni un rayo de sol, Nayara llegó a la conclusión de que había quedado con un completo desconocido y sintió un escalofrío.  Habían coincidido unas cuantas veces en el chat y, excepto la primera vez, siempre le había hablado él primero. Él también fue el que ,sin previo aviso, un día le soltó que tenían que encontrarse, que él se sentía más cómodo hablando cara a cara con alguien y  a ella, aunque le pilló de sorpresa, no pudo ocultar su alegría al saber que no era uno de esos tímidos sin remedio que se esconden tras el ordenador y no quieren tener relaciones reales. Una vez acabado el té entró en el dormitorio y pensó: qué me pongo? Ni algo muy atrevido ni algo muy formal. Pensó que era muy importante la opinión que le causaría en el primer encuentro, si es que había más encuentros. Luego se sentó en la cama y se imaginó hablando animadamente ante una suculenta cena a base de sushi en un restaurante japonés. Fue él el que así lo quiso, y añadió: tendremos que hacer honor a mi pseudónimo, lo ideal es un japonés, hay que seguir los pasos de las casualidades, los dos leemos a Murakami y eso fue lo que hizo que me hablaras por el chat, eso es lo que nos ha unido y habrá que apostar por eso en nuestra cita, no crees? Ella asintió y pensó que Haruki era una persona con mucho sentido común. Si por lo menos tuviera una foto…pero en el chat la foto que él tenía era la de un disco de los Beatles, Rubber Soul, el disco en el que aparecía como primera canción Norwegian Wood, la canción que da título al libro más famoso de Murakami. Ella tenía puesta una foto de su ojo en grande, color miel, y se lo puso porque su nombre significa “la de los ojos grandes” o “la contemplativa” como le gustaba más a ella, ya que hay que tener los ojos muy abiertos para mirar con sabiduría. Pero todo eso ni él ni ella lo sabían, y lo único que podían pensar era que esas fotos eran un parapeto para conocerse.  Sin embargo, habían puesto algo que los definía aunque no fuese su cara. Volvió a imaginárselo, alto, esbelto, moreno quizá, si, moreno, muy correcto y educado en las formas y muy sonriente. Quizá era una imagen que le venía bien y para nada correspondería con la realidad. Eligió un vestido lila con poco escote y una chaqueta fina de algodón porque estaba terminando el verano y podía refrescar. Mientras deslizaba las medias color carne por sus piernas tuvo un pensamiento negativo: y si no le gustaba? Y si nada más verlo sabía que no le gustaba, que haría?, disimularía, sonreiría y se sentaría a la mesa. Pero y si aún peor, cuando empezaban a hablar no le caía bien y quería salir huyendo de allí como fuese pero rápido. Pegó un tirón de las medias y éstas cedieron y se rompieron. Joder. Terminó de vestirse y se fue para el baño a pintarse. Los ojos se los pintaba mucho, los labios nada. Siempre lo hacía así. Tampoco es que tuviera unos labios feos pero le gustaba remarcar sus ojos con el lápiz de ojos  negro y con el rímel. Déjate de pensamientos negativos y sé más positiva, se dijo para sí. En el hipotético caso de que no te guste físicamente o te parezca un poco tonto, sólo tienes  que pasar con él un rato, la cena, y luego retirarte a tu casa con cualquier excusa. Es bien sencillo, verdad Nikita?En ese momento llegó Nikita, su preciosa gata siamesa. Se fue hacia la cocina y sacó del armario una de esas latas que tanto le gustaban, la gata empezó a ronronear y a merodear alrededor de ella maullando y acariciándole las piernas. Sólo con su imaginación, sólo con su experiencia de otras tantas veces, la gata era feliz, porque sabía que lo que venía después era la felicidad de un buen plato de comida. Había comprobado que su gata era feliz sólo con abrir ella el armario y ver la lata de la comida, mucho antes de paladearla y de quitarse el hambre. Nayara pensó en Eduard Punset, en los perros de Paulov, en la antesala, en su cita de las 10 y 10, y en la felicidad extrema de  su gato antes, mucho antes de comer. Pensó que lo que le esperaba podía ser bueno o malo pero que ella ya había sido feliz en la espera, imaginando todos los detalles de su encuentro y de su cita con Haruki. Haruki podía o no cumplir con sus expectativas pero ella ya había sido feliz mucho antes de conocerlo y eso no se lo podía arrebatar nadie. Ni siquiera el propio Haruki.

1 comentario:

La Maga dijo...

Este cuento lo he escrito a raíz de una reflexión que he encontrado en una libreta del 2002. Me apetecía hacer un ejercicio de escribir un cuento mas o menos largo, que hacía tiempo que no lo hacía. Aquí está el resultado. No sé si malo o bueno. No me disgusta. A veces sucede que algunas reflexiones me llevan a una poesía o un cuento. Al revés es mas dificil. Besos a todos!!! ;-)