“La historia se repite
una y otra vez, como un martillo en la pared”.
Ya no duele. Dejó de doler hace
mucho tiempo. Escuece, si acaso, pero dolor no. Ya no lloro, es como un vacío
dentro, pero llorar, lo que se dice llorar, no. Las cerillas fueron apagándose
una tras otra hasta que me quedé en una total oscuridad. En mi defensa puedo
decir que no me gusta dormir sola. No es una excusa. Es mi debilidad dormir
abrazada al calor de un cuerpo. Ya sé que no es una buena excusa. Pero
disparaste antes, y la culpa es sólo mía. Fui yo la que te regaló el arma. Vuelvo
a la calle de los gatos de los contenedores. Allí todo está en calma y nadie va
armado.
“Vacía el cargador,
una y otra vez, como un martillo en la pared”
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