martes, 14 de enero de 2014

LA MALDICIÓN

Toda la casa olía a mierda. El olor que se desprendía cuando abrías la puerta de la casa era nauseabundo. A cloaca. A sumidero. Los habitantes de la casa desprendían el mismo olor. Todo estaba limpio, impoluto. Echaban oleadas de lejía por todas partes pero el olor estaba adherido a la casa. Era un olor penetrante. A mierda de las profundidades de la Tierra. Ellos no podían soportarlo. Nadie podía soportarlo. No se sabía porqué todo olía a putrefacto, a alcantarilla. Era una maldición que había caído sobre la casa. Una maldición con mucha mala leche. La peor maldición. Oler a mierda de por vida.

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