lunes, 14 de abril de 2014

MILAGROS

Decía Einstein (un tío muy listo, físico, y para mí también filósofo), pues bien, decía: “Hay dos maneras de vivir la vida: como si todo fuese un milagro o como si nada fuese un milagro”. Y esta pequeña frase encierra mucha sabiduría. Todos los filósofos desde hace dos mil años hablan de la felicidad. Desde Epicuro hasta John Lennon. A todos les preocupa lo mismo. ¿Qué otra cosa le puede importar al hombre? A mí me obsesiona el tema desde siempre. He leído millones de libros de autoayuda, psicología y filosofía. He observado con fruición a todas las personas que son felices (para aprender de ellas) y a las que no lo son (para no ser como ellas). He investigado sobre el tema en cuestión porque me parece fascinante. Y he sacado mis propias conclusiones. No sé si ciertas o no. A mí me sirven. Cuando uno vive la vida como un milagro, cuando uno piensa que es un milagro el café con leche de por la mañana, las cosas se viven diferentes. Porque es un milagro una comida sabrosa, un paseo en bici, la sonrisa cómplice de tu sobrino. Es un milagro una conversación interesante, el beso de buenas noches a tu padre. Es un milagro la luna llena una vez cada veintiocho días. Es un milagro poder bailar. Es un milagro escuchar una canción que te hace vibrar de emoción. Es un milagro tu pijama y tu camita cuando estás tan casada. Es un milagro disfrutar de tu actor favorito en una película, tomarte una cerveza con tus amigos. Es un milagro recibir una sorpresa o un regalo. Es un milagro que la Tierra de una vuelta cada día. Es un milagro que el sol salga todos los días. Es un milagro abrir los ojos por la mañana y saber que sigues vivo. Yo no dudo ni por un momento que es un milagro. Y quien sepa apreciar estas pequeñas cosas será feliz. Porque eso es la vida, pequeños momentos que saborear, pequeñas gustos que te sabes dar diariamente. Nada más. No espero ningún milagro porque el milagro sucede cada día. Eso es la felicidad. Por lo menos para mí. 

No hay comentarios: