Al final, la mejor manera de viajar es sentir,
sentir todo de todas las maneras,
sentir todo efusivamente,
porque todas las cosas son, en verdad, excesivas,
y toda la realidad es un exceso, una violencia,
una alucinación extraordinariamente nítida
que vivimos todos en común con la furia de las almas,
el centro hacia el cual tienden las extrañas fuerzas centrífugas
que son las psiques humanas en su acuerdo de sentidos.
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