Él tiene el control de la situación.
Nos miramos y sabemos cuál es el siguiente paso.
Estamos sincronizados.
Saltamos a la vez.
Él me coge cuando tropiezo
y caigo en sus brazos.
Me salva el pellejo una y otra vez
Hacemos el tonto,
nos reímos de todo,
sobre todo de nosotros mismos.
Nos metemos en líos porque es divertido,
pero él siempre tiene el control de la situación.
Corre con el coche
y hace pirulas,
pero sé que estoy a salvo,
y que tiene la situación bajo control.
Hacemos cosas
prohibidas porque es divertido.
Nos paramos a hablar
con gente peligrosa.
Le miro a los ojos,
me sonríe,
y me dice:
“tranqui, nena, tengo la situación bajo control”.
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