Me da
miedo que un altavoz no esté bien anclado a la pared y se abata sobre mi
cabeza.
Me da
miedo cuando hay una concentración de
gente grande encima de un parking o de una terraza, por si no está
calculada la estructura para esa sobrecarga, o que, ni siquiera se calculase,
por ser muy antiguo.
Me da
miedo que se desprendan las cornisas por falta de adherencia, que las tejas no
soporten un día de fuerte viento, que un cristal caiga, por un azar
desconocido, dentro de mi bota y corte como un bisturí venas y arterias.
La
imperfección domina el mundo. Todo es falible. Los errores humanos unidos al
azar proliferan en un mundo imperfecto.