Proyectas en alguien todo tu amor, todos tus deseos, le
añades algo de lo que sueñas y te lo imaginas como quieres que sea. Él tiene
que hacer bien poco. Él sólo estar callado o sonreír. Él no es real, es lo que tú
imaginas, una falacia, fantasías. Te engañas y le engañas. Te dices: -“Maldita
sea! Tendrías que poner los pies en la tierra”. Pero no te apetece. Estás mejor
soñando. Soñar es lo único que te queda.
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