lunes, 29 de abril de 2019

LA OBSERVADORA


En un momento de la noche Ella se queda sola y observa a su alrededor con absoluta incredulidad como si todo fuese nuevo, como si nunca lo hubiera visto. Como si fuese la primera vez que utilizara los ojos. Todo le parece un sueño muy real pero que no deja de  ser ficción. A su alrededor se desintegra la realidad y se convierte en humo negro.

Sentada muy quieta y callada en su taburete observa la escena como si fuese una obra de teatro en la que todos interpretan un papel. Siente que lo más importante está en otro lado. Que lo que ve son sombras y actores, no personas reales. Que en realidad no existen o que están muy lejos. Mira detenidamente sus zapatos y le parecen que no son suyos, que no es dueña de sus zapatos. Que su vida como sus zapatos se va esfumando, se derrite, palidece.

Ella se convierte en la observadora. No está en el local. Está mirando desde arriba la escena. Está observándose a ella misma dentro del local. Mira una silla y sabe que está en su retina y en su cerebro pero está convencida de que no es real, de que no puede tocarla ni asirla. Ve a la gente feliz y se pregunta si eso tampoco es real. Si esa felicidad es efímera.

Se pregunta si sus zapatos, esa silla o la alegría son reales, si solo pertenecen al mundo de los sentidos, al mundo de las ideas, y no son más que sombras, muy nítidas y de colores. Pero sombras de otra realidad.


No hay comentarios: