El círculo de tiza nos protegía de los grajos, nos aislaba del mundo por unos momentos y podíamos olvidar los bombarderos, las facturas, la maldita crisis. En el círculo de tiza se paraba el tiempo y sólo lo sobrevolaban unas gaviotas. El círculo de tiza del que tanto hablaba Cortázar que por una ley inefable evitaba que entrara todo aquello que dolía. Éramos felices de esa manera natural, sin darte cuenta de que lo eres.
2 comentarios:
Ojalá todo fueran cronopios y famas. Ojalá.
Supersalvajuan, ojalá, estoy contigo. Los círculos de tiza valen para unos instantes, luego hay que volver a la vida real, a la hipoteca, a las cucarachas, al sonido del despertador, al café amargo, a las noches de insomnio. Los círculos de tiza son efímeros, las flores son bonitas pero son efímeras. Todo lo bello tiene su tiempo y se pasa. Es una ley de la vida de esas que se hace dificil tragar. Gracias por tu comentario. Buena suerte
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