Mientras chirrían tus arrugadas costuras de bronce el hombre cuelga en el armario el uniforme impoluto. No ha reparado en ti. Hace mucho que no lo hace. Viene de una guerra lejana pero aprendió contigo los misterios de una buena maniobra. De eso estás muy orgulloso aunque ahora ocupes el estante con más polvo. La vieja casa está en silencio. Tú ya no esperas nada pero te alegra verlo volver sano y salvo. De pronto una algarabía llega a tus oídos de bronce. Alguien te agarra fuerte de las piernas. Vuelve a tener sentido tu existencia, después de tantos años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario