Mientras chirrían tus arrugadas costuras de bronce te preguntas cuándo fue la última vez que te cogió entre sus manitas. Él que, hasta hace poco fue un niño, ha desplazado sus viejos juguetes al fondo del armario. Allí estás tú. Inservible. Inútil. Viejo. Oxidado. Tu época dorada ya pasó. Cuesta aceptar que todo acaba, que tu cometido ha tocado fin, que tu lugar ahora es el fondo del armario, que él cambió su balón por gasolina. Ahora le toca emprender una guerra interna. Aprendió contigo todo sobre una buena maniobra. Te preguntas si se acostumbrará al mundo de los adultos.
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