Incienso Champa de la caja azul. Memorias de
una Gheisa. Brazos tendidos y piernas estiradas boca abajo. Entro en mi cueva.
Es un lugar frío cubierto de blanca escarcha. Hay estalactitas de gélido hielo
colgando del techo. El vaho sale de mi
boca con cada expiración. Busco mi animal. Hay un gato siamés blanco echado y
me mira fijamente. Escucho un ruido. Miro y te encuentro. ¿Cómo has llegado
hasta aquí? Estúpido farsante. Te grito que quiero que te vayas. Tu sonrisa se
congela ante mi pasmoso rostro. Aquí no hay sitio para los tres. El gato siamés
blanco se levanta dispuesto a irse. ¡No!, grito. El gato desaparece y nos
quedamos solos. ¿Por qué has venido?, digo desolada mientras de mi boca sale
vaho. Él sigue sonriendo callado. No tenías derecho. Has profanado un lugar
sagrado. Inspiro fuertemente y abro los ojos. La cueva ha desaparecido y en mi
retina se ha quedado grabada la imagen, en pause, de su sonrisa congelada.
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