domingo, 5 de febrero de 2017

EL TSUNAMI

Soñé que Calcuta estaba en los Estados Unidos y que yo cambiaba, en el último momento, los pasajes para ir a esa Calcuta americana. De pronto, una ola gigante, hipnotizante y furiosa se abalanzaba sobre nosotros y lo arrasaba todo. Recuerdo mirar la gran ola y no poder correr. La miraba hipnotizada por su asombroso poder. Recuerdo que me dejé llevar por el tsunami sin oponer resistencia y que su poder y bravura eran hechizantes. Luego, como suele pasar en los sueños, estábamos todos a salvo en Tenerife y el suelo estaba cubierto de palomitas de maíz.

Cuando desperté me entró una acuciante necesidad de ver el mar. Quizás él podría descifrar mi sueño. Hacía mucho viento y las olas se estrellaban contra las rocas con toda la furia de la naturaleza. Me paré frente a ellas y vi venir la gran ola pero no tuve miedo. Me parecía majestuosa. Quería dejarme llevar por ella. En mi vida había una gran ola, una ola sublime, un tsunami que me quería arrastrar, con toda su fuerza y su belleza, mar adentro, y yo me resistía.


No me preguntéis por qué, pero el mar siempre tiene todas las respuestas. 

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