Su marido era insufrible. Adelaida me lo contaba todo. Que si a esto lo llamas tú comida. Vaya asquerosidad. Que si no dices más que tonterías. Nadie te soporta. Te vas a quedar sola. Soy yo el que trae el dinero a casa. No haces una a derechas. Inútil. Más te valdría no haber nacido. Llorando lo arreglas todo. Pero Adelaida tenía un plan. Era su secreto. A mí sí me lo confesó. Contaba los días. Ese no vuelve a ponerme un dedo encima. En eso lleva razón. Sola estaré mejor. Qué bonito será verlo todo por los aires, solía decirme.
1 comentario:
La intransigencia de género sigue siendo lamentablemente una eterna lacra en nuestra sociedad y en este relato Teresa Lao lo pone de relieve. El género femenino debe de denunciar esta clase de agresiones y de no callarse por temor ante sus verdugos.
Publicar un comentario