Si empiezas bailando en la primavera
el otoño traerá hojas secas y viento.
Es inevitable.
Si empiezas el día bailando
puede que a la noche
se te manche la mirada de agua.
Puede pasar.
Si fluyes,
fluye también con la adversidad.
Las sombras nunca te van a abandonar.
La felicidad es frágil
como un jarrón de porcelana tailandesa.
La felicidad cambia de bando
cuando menos te lo esperas.
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