No lloro por Franco Battiato.
Lloro con la música de Franco Battiato.
Lloro,
por la manera de torcerse todo,
por el niño de 3 años que me encontré
en el hospital,
por lo caprichosa que es la vida,
por lo difícil que es domesticarla.
Lloro por mi exceso de empatía.
Por todo lo que no puedo controlar.
Por los días tontos.
Por la falta de sueño.
Por lo inefable.
Sobre todo por lo injusto.
Me pregunto si lo injusto es
,a veces,
inevitable.
La vida nos reserva a todos
una parcela de injusticia.
No lloro por Franco Battiato.
Es que las lágrimas me encontraron
el día que falleció Franco Battiato
y pienso que
,a lo mejor,
esas lágrimas le pertenecían a
Franco Battiato.
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