Me gustan las emociones fuertes. Me
gusta acostarme a las tantas los fines de semana, hasta que cierran todos los
garitos, conocer gente nueva, hablar hasta con las piedras, charlar con
borrachos, bailar hasta que me late el corazón muy fuerte, saltar, gritar. Me
gustan las emociones fuertes. Caer rendidamente enamorada de algún pasota muy
simpático que sólo quiere un par de besos y no saber nada de mí nunca más. Soy
contradictoria como una adolescente. Me lo pregunto todo. Le pregunto a todos sobre mis
contradicciones. Necesito psicoanalizarme constantemente. Necesito escribir.
Necesito sentirme viva y vivir al límite. Como si me fuera a morir mañana. Me
gusta mucho la música. No paro de escucharla todo el día. Me gustan los
conciertos. Me gusta hacer deporte. Por eso me gustan las emociones fuertes. Porque
me gusta sentir que me late el corazón fuerte. Que estoy viva, muy viva. Pero
ni me drogo ni bebo alcohol. Y también es una contradicción. Una más. De
tantas. El amor es la emoción más fuerte que conozco y por eso me cuelgo de
cualquiera, aún a sabiendas de que no va salir bien, de que las órbitas se
sincronizan tres veces en la vida. Pero lo fuerzo. Me fuerzo. Intento conocerme
cada día más y hoy, gracias a una amiga, he descubierto que me gustan las
emociones fuertes ;-)
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