Mi vida sin ti tiene el sentido de un río que
fluye. Se hincha y se desinfla, trepa y se agazapa, es calmado y trepidante por
momentos. Mi vida sin ti son cenas con amigos, largos paseos, música inoculada
en el alma. Coreografías del sosiego. Mi vida sin ti, irremediablemente, huele
a naftalina.
En mi nueva vida sin ti no hay alarmas ni
sorpresas. Todo tiene el sentido de un gran puzle sin componer. Los días se
suceden ante mí con pasmosa tranquilidad. Un encefalograma plano. Se han oxidado
mis recuerdos y ya no te veo en cada amanecer, ni recuerdo cómo me llamabas, tu
voz se ha hecho silencio espeso que se me atraganta en la garganta. Tus ojos se
han extinguido en la inmensidad del
océano junto a otras criaturas marinas.
A veces, sólo como un mero divertimento
macabro, me imagino mi vida contigo y la magia fecunda cada instante. Largos
paseos en los que el viento juguetea con tu pelo, cenas en casas de amigos
donde tú pones la nota de color, música compartida. Coreografías del frenesí.
Me imagino que pueblas mi soledad y en cada rincón crece una margarita.
Mi vida sin ti se parece a eso, a un río que
fluye hacia ninguna parte, sin destino, sin entusiasmo, sin detenerse ni remar,
dejándose llevar hacia aguas más cálidas de otros hemisferios.
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