Ahora cuando llueve pienso que los motoristas
se mojan. Ahora sé que la keratina que me echo en el pelo no la necesitaría si
dejase de usar la plancha. Ahora sé que eres alérgico a mi fluido hidratante no
comedogénico. Y que, además, te da igual. Ahora sé lo que es la magia de
Almería y me acuerdo de ti siempre que me entran ganas de gritar delante de un
precipicio. Sé que ella no usa keratina para el pelo, ni plancha, ni fluido
hidratante no comedogénico. Todo será más fácil con ella. Lo intuyo. Desde que
uso keratina soy una chica más difícil, más escurridiza, más volátil y se me
endurece el pelo a la misma velocidad que el corazón.
Ahora sé que ni Dios ni amo pero seguiré
usando el fluido hidratante no comedogénico porque cada vez que extiendo la
crema con la yema de mis dedos me da la sensación de que extiendo sobre mi
rostro poesía líquida que penetra por mis poros y se introduce en mi cuerpo
llegando a arterias y venas hasta
alcanzar el corazón, que bombea hasta los dedos de mis manos y que, éstas , a
su vez, sujetan un pilot negro que
descarga sobre el papel blanco el fluido no comedogénico con el que me disparo
al corazón en noches en que la lluvia pilla desprevenidos a los motoristas.
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