Escapar
sin saber muy bien de qué,
de los
días pares,
de las
zarpas de la vida,
de las
trampas del azar,
de las
jaulas de cemento.
Escapar
de lo oscuro y de lo tibio,
de las
noches sin magia,
de los
días que no llegan,
del pan
del mañana,
de las
orugas de tu jardín,
de los
lúgubres círculos de la vida.
Escapar
de la vida brindando por la amistad,
paladear
el amargo lúpulo,
brebaje
mágico que descuenta los minutos al reloj.
Salir
de casa el viernes por la noche
para
tratar de escapar de la cordura de un mundo loco,
con el
único revulsivo
de tu mirada y tus movimientos torpes.
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