domingo, 18 de enero de 2009

REFLEXIONES SOBRE CORTÁZAR

A veces me acuerdo de Córtazar cuando decía aquello de que él sentía que a veces no estaba en la habitación, estaba fuera en otro plano, mirando la habitación desde arriba. A mi me pasa, a veces cuando salgo de marcha y por una razón u otra no me integro en la fiesta. Me quedo mirándome a mi misma desde arriba sin participar de lo que pasa abajo. Por algún motivo no me voy y me quedo ahí colgada de esa metarealidad observando desde fuera sin entrar a participar en el mundo. No estoy mal así. Simplemente estoy ausente, pensando en mis cosas y observando. No me apetece meterme en la realidad y me parece intrascendental todo lo que ocurre y sin sentido. Es una especie de aburrimiento metafísico. Disimulo que estoy allí y todo va bien mientras alguien no me haga mucho caso. Algo parecido leí que le pasaba a Juan José Millás y que describe en “El mundo”. Cuando lo leí pensé que yo no era la única rara y que él era mucho más paranoico que yo. También me acuerdo de Cortázar cuando decía que estaba en una fiesta y pensaba “con lo bien que estaría yo ahora escuchando ese disco”. Y es que a veces necesito esa parcela de soledad, de intimidad, de bucear en mi mundo. Curiosamente mucha de la gente que me parece interesante (no toda, no se puede generalizar en nada en la vida) son personas que tienen esa parcela de soledad, porque yo creo que ahí es donde uno se encuentra consigo mismo y se enriquece. Un amigo me dijo una vez que una persona a la que le gusta estar sola es una persona que le gusta estar en compañía de sí mismo. Es gracioso. La soledad mientras la busques tu es buena, si es obligada es jodida. Como dijo un sabi@ “Soledad es un sabor ácido del cual unos pocos se enamoran”. Feliz semana a todos. No os olvidéis de ser felices.

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