sábado, 27 de octubre de 2012

UN ENCUENTRO CASUAL



El otro día, camino del metro me crucé con una persona. Mientras nos acercábamos uno al otro nos miramos sin pestañear hasta dejarnos atrás. Unos metros más allá me di la vuelta y la otra persona también lo hizo. Nos miramos de nuevo a los ojos sin decirnos nada. Tenía aquella melancolía en los ojos tan familiar para mí. No me cabía duda. Era yo mismo. Yo llevaba barba de tres días y ella no. Yo tenía bigote y ella no. Yo soy hombre y ella era mujer. No sabría decirte que me llevó a tal certeza, pero te aseguro que era yo.
Javier Macías

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ojo por ojo

Escuché cada sílaba de su pensamiento desde la puerta del club. Había intentado tragarse la angustia pero su estómago regurgitaba el dolor y tan sólo le quedaba esperar que se deshiciera aunque fuera rumiándolo.
Dave Fenster había perpetrado relaciones jugando siempre a la baja, y si alguna vez pronunciaba la palabra compromiso se cuidaba de hacerlo en cursiva. Muchacho, el amor es cosa de dos, pero aquí nadie habló de equidad o de uno más uno – le confesó una noche a uno de los camareros del club mientras exhibía su sonrisa de concurso. Su voz, rota de nacimiento, como en una resaca eterna, era la herramienta perfecta para restar hierro cuando alguien mentaba la lista de damnificadas – todas ellas víctimas de una versión romántica del síndrome de Estocolmo - que había dejado en el camino.

Amaba de farol y escapaba en el momento justo para evitar manchas y molestas rozaduras. Su maquinaria hedonista se tambaleó el día que apareció Rachael Dogen, una bomba en miniatura capaz de hacer revisar el voto de castidad a un eunuco. Fenster no era un tipo de gustos complejos y aquello era sencillo. Todo lo sencillo que puede ser un cuerpo pluscuamperfecto sujetando una mirada que secuestraba los remordimientos de los hombres más fieles con un pestañeo.

Ninguno de sus amigos puede explicar todavía como aquel tipo, que había convertido el egoísmo en un arte preciso, el mismo que alardeaba sin rastro de cinismo que lo mejor de las relaciones es que antes o después terminaban, no pudo darse cuenta de que la ley del Talión se estaba ensañando con él y que lo suyo con Rachael solo era un montón de mientras, una colección de paréntesis. El bateador señaló la dirección de la pelota antes del golpeo y todo el estadio sabía que saldría del estadio. Fenster fue el único que miró hacia otro lado. Home run. Fin del partido. Para siempre.

Aquella noche Fenster, decidió rebajar su whiskey con agua pasada. Como cada noche desde hacía casi un año, como cada minuto en el que percibía que su relación con Rachael no le había dejado recuerdos, sino secuelas. Cuando me vio entrar al club intentó amartillar un saludo pero apenas logró el croquis de una sonrisa. Exhalaba vulnerabilidad. Jamás le había visto tan humano.



– Tengo una mente anticuada respecto al honor: 'ojo por ojo' y cosas así.

Louis Cyphre (Robert de Niro) · El corazón del Ángel

http://lostiposdurosnoescribenblogs.blogspot.com.es/

Sir Edward dijo...

La Maga, ¿vaga o no vaga?

http://lema.rae.es/drae/?val=vago

Lo amigable conocido (está chupao y vivo como una salamarquesa, pobre, pero salamarquesa al fin; siempre al sol noctámbulo sobre la piedra natal) o ¿dedicarse a pensar es un oficio... what is this...en London también funcionan las neuronas? Trabajar no mata...demasiado.

Fiñana vs London.

La Maga dijo...

Anónimo, "Ojo por ojo" muy bonito y muy bien escrito, habrá que visitar mas el blog.

La Maga dijo...

Sir Edward, si, es cierto todo lo que dices, que ya tengo un amigo londinense, que si pensar o mas bien escribir es un oficio, que si en UK también funcionan las neuronas, que no tengo muchas ganas de trabajar y que me he quedado atrapada en esta burbuja en la que vivo protegida de todo, que a veces pienso que recluida en este pueblo me estoy perdiendo muchas cosas, ya, ya lo sé, todo eso ya lo he pensado, pero no hay manera, bajo todo eso se esconde el miedo a lo desconocido, y como decía el gran Cortázar en Rayuela: me invitas a saltar pero no puedo dar el salto. Besitos