Tengo un hogar donde cabe todo.
Caben 30 amigos en un salón de 3 metros cuadrados.
Caben risas y derivadas.
Cronopios y Famas.
Murakami y Escher.
Cabe Apdele y “Follow rivers”
cuando el salón se transmuta en pista de baile.
Tengo la casa más versátil del mundo.
Movemos las paredes, el suelo y el techo
para adecuarlos a nuestro estado de ánimo.
Caben las almas dharmicas y las soul sister.
Lady writer y Lady drawer.
Cabe “Atrapados en azul” y
seguro que encontraré un lugar para
“Un ángel sobrevuela Tokio”
Caben todas las piedras de la playa,
timbales, la pócima y amplificadores.
Cabe el son cubano, Rita Pavone y hasta los Chunguitos.
Se hablan muchos idiomas
y, a veces, hasta nos entendemos sin palabras.
Cabe Lisa Simpson y Otto Man.
Los amantes del círculo polar
y Stanley Kubrick.
En los rincones de mi casa crecen diamantes
y las enredaderas han hecho del salón un vergel.
Mi casa huele a jengibre
y sabe a limón y miel.
No tengo casi nada,
ni puedo querer ser nada,
como decía Pessoa.
Aparte de eso,
este hogar es el hogar
de todos los que me regalan su sonrisa.
En la puerta de mi casa hay un cartel que dice:
“Conócete a ti mismo”,
como en el jardín de Voltaire.
Dicen que quien visita mi casa
tiene la sensación de visitar
“El Oráculo de Delfos”