martes, 29 de agosto de 2017

RETICENCIAS

Nunca se lo he confesado a nadie.
Me gusta asomarme a los precipicios
y mirar al vacío bajo mis pies.
Pero tengo mis reticencias
a seguir al conejo a su madriguera,
aunque me guste el país de las Maravillas.

Creo que no se lo he contado a nadie
pero aprendí a usar paracaídas
aunque tenga un par de alas tatuadas en la espalda.
El principito me enseñó que el desierto es un lugar hermoso
pero esconde espejismos además de pozos.

Tengo que admitir que me siento como Sally.
He sido muñeca de trapo,
he subido a mi nube,
algunas veces acompañada
y me estrellé contra el suelo.
Pero estoy articulada
y mi cuerpo es de plastilina.

He de reconocer que todas mis joyas son de Goldfield,
que ya me creo muy pocas cosas.
Tengo reticencias que comen de mi mano.

Necesito poner a prueba lo verdadero,
a ver si no destila o se destiñe.
Porque lo verdadero escasea
en el mercado de finanzas.
Los mercaderes venden humo
a precio de saldo.

Lo verdadero se escurre
como el jabón o los peces entre las manos.
Se esfuma ante tu pasmosa mirada.
Y ya no me fio.
Es normal que tenga reticencias.
Tengo pasado, joyas de Goldfield,
el cuerpo articulado y uso paracaídas.

Todo para decir que me siento como Sally,
que me gusta asomarme a los precipicios
y caer por la madriguera del conejo al país de las Maravillas.







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