“Nada aquí, nada allá. Son las
palabras
del mago lejanísimo y borroso”
Mario Benedetti
LA LUZ
La primera vez que entró por la
puerta se iluminó la estancia entera. Una luz azulada penetró cada rincón y la
noche dejó de ser febril y tenebrosa. Su sola presencia tenía ese poder
sobrenatural. Las sonrisas iban apareciendo en los rostros conforme él se iba
moviendo entre los taburetes de “El Asteroide”
Eso fue al principio. Tengo que
decir en mi defensa que yo creía que era la única que se daba cuenta de esa
proeza. Esa luz azulada me fue cegando y me obsesioné con verlo aparecer para
vislumbrar esa luz que esclarecía las noches sombrías. Creo que él no era
consciente de su poder ni yo mencioné nunca en su presencia lo de la luz azul
que desprendía, las repentinas apariciones de sonrisas y el fin de la apatía y
la desidia cuando él pisaba el suelo de terrazo anaranjado, con sus botas de
piel de cocodrilo.
Si él sólo hubiese usado las
palabras todo tendría más sentido y yo no seguiría esperando ver la luz azul al
fondo del pasillo de “El Asteroide”. Si
yo hubiese creído en Dios todo sería más sencillo porque podría haber explicado
el milagro que se obraba. Si su belleza
no hubiese sido apolínea podría decir que me enamoré de él la primera
vez que llegó del final de la escalera la luz azul. En el fondo sé que me hubiese
gustado una explicación racional, lo suficientemente racional para poder
creerla sin contemplaciones.
Sé que no creeréis una sola
palabra de lo que digo pero os juro que esa luz azul brillante nos cegaba a
todos. La última vez que lo vi me dijo que se mudaba a un lugar más frío. Me
pregunto si sus botas de piel de cocodrilo serán adecuadas para el hielo.
La Maga
No hay comentarios:
Publicar un comentario