sábado, 15 de septiembre de 2018

EL MUNDO MURAKAMI


Me gustaría vivir siempre en el mundo pájaro. En el mundo 1984 donde hay dos lunas. A veces entro a ese mundo por una puerta oculta para los que viven en el mundo ordinario. La puerta cambia cada vez de sitio y hay veces que está mucho tiempo sin aparecer y pienso que me he quedado atrapada en el mundo jaula. Pero la puerta aparece cuando menos me lo espero.  Se desdibujan las formas precisas del mundo real y aparece la otra dimensión. Cambia de sitio. Cambia de hora. Cambia el día. Pero ahí está la puerta inmutable. Esperando que agarre su pomo de cedro y lo gire y se esfume el mundo real.

 Me arrastran las fuerzas al mundo gris y yo me quiero quedar en el mundo alas, visitando de vez en cuando al hombre que le da cuerda al mundo. No me da miedo la oscuridad que envuelve el mundo Sleepify. Los dos mundos conviven en aparente armonía y entro y salgo de uno a otro como un pez entra y sale de las profundidades de los océanos a la superficie. Cada mundo tiene sus propias leyes y yo las respeto como puedo.

El mundo luciérnaga está en el ojo mágico de la dimensión oculta bajo tu alfombrilla de hacer yoga; cuando entornas los ojos y crees flotar. Está en los rayos de sol que se cuelan entre los bosques y en el silencio de la noche en calma. A veces la puerta es la música y otras veces una conversación. También puede ser  una persona  a quien nunca has visto pero que sabes todo de ella o  alguien a quien imaginas o un sueño muy real.  Y de cuando en cuando es un libro o un poema. La puerta se abrió un día y siempre estoy con el temor de que desaparezca.

En ocasiones me cuelo como un turista en el mundo Murakami  y allí el dinero no tiene ningún valor. Es un mundo sin peluquerías ni tintorerías. Aunque no es del todo cierto. Si las hay pero son distintas  a las del mundo que tú conoces. No podría explicarlo ni en mil páginas. El mundo del que hablo es un mundo tren, un mundo estación, un mundo puesta de sol. El otro mundo es el mundo Prozac y el mundo preocupación. A veces  sueño despierta que me quedo a vivir en el mundo nube pero recuerdo que mi padre está viviendo en el mundo real y me da miedo no volverlo a ver. La puerta vuelve a aparecer ante mí. Salgo del mundo mariposa y entro al mundo de la prima de riesgo. No me apetece. Suspiro y agarro el pomo de cedro con fuerza.

No hay comentarios: