“En todos los lugares
te encuentro.
En todos los lugares
me siento un habitante más”
Quique González
La paz huele a salitre y sabe a aguacate.
Verano y calma inoculada en el alma.
En la ciudad del viento siempre eres
un turista accidental.
El viento me recuerda que él está de paso
y que yo misma estoy de paso en la ciudad del viento,
desde la que se ve con nitidez los días claros.
Buceo y me sumerjo en mi misma.
Empiezo a entender algunas cosas
que estaban ocultas en los días turbios.
Comienzo a desaprender lo aprendido
y cultivado en campos yermos durante años.
Los caminos transitados tantas veces
que llevan a lugares inhóspitos y actitudes manidas.
Quiero ser un pájaro de tierra.
Quiero parecerme a un emú.
Cuando buceo en las profundidades
encuentro tesoros y lodo;
y el plancton brilla más las noches sin luna.
Quisiera empezar a tejer una manta
mientras espero que Ulises regrese de Ítaca.
Y sí.
Sé que volveré a tener pesadillas
en las que doy vueltas en espiral
dentro de una j-aula.
Él se irá para siempre
y su recuerdo se volverá borroso.
Y sí.
Estoy haciendo acopio de fuerzas
y armándome con corazas, espadas y escudos
para prepararme para mi gran batalla.
Y sí.
El olor a salitre se esfumará
y esto será un sueño dentro de otro sueño.
Y sí.
Aún me pellizco cuando se dibuja el mar en el horizonte…
y me siento un
turista accidental en la ciudad del viento.
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