Languidecía la tarde.
Yo acariciaba la blancura de tu cuello.
Languidecía la tarde
y tú dormías el sueño de los cíclopes.
En tu cuerpo desnudo había una pregunta sin responder.
Mi cuerpo desnudo te resolvía todas las dudas.
En la calle todo el mundo
parecía tener prisa.
Pero el mundo entero
se contenía en tu cuello.
Languidecía la tarde.
Éramos uno y dos.
Tu pelo se desenredaba entre mis dedos.
Tu respiración era pausada.
Languidecía la tarde.
Yo creía en Dios.
Me había mandado un ángel.
Bienvenidos a esta humilde morada. Aquí encontrareis poesía, cuentos, citas, reflexiones y pensamientos de Teresa Lao y de otros autores, interesantes para la Maga. Adelante...te estábamos esperando...
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