Tenia
los ojos más tristes del mundo. Cuando me miraba sabía que había dejado
mucho atrás, que su pasado le perseguía. Nunca le pregunté nada ni me
atreví a buscar respuestas en su cartera. Me miraba y sentía que el
mundo se hundía bajo mis pies. Cuando hacíamos el amor lo miraba a la
cara y me entraban ganas de llorar. Mi empatía con aquellos ojos verde
marihuana hacia agua mi alma y me rompía en pedazos. Él siempre me
desnudaba muy muy despacio y tenía la piel fina y suave como el papel de
fumar. Su ternura se derramaba sobre mis labios, me desarmaba y me
hacía resbalar sobre su cuerpo en las madrugadas infinitas. Sus besos
sabían a fruta silvestre madurada al sol. Su pelo lacio y abundante se
enredaba entre las sábanas y yo lo peinaba con mis dedos. Cuando le daba
el sol tenía mechones rubios o canosos según le diesen los rayos de
sol.
No le gustaba salir de casa. Nunca fuimos juntos a ningún
bar. Creo que temía que nos encontrásemos a alguien que formase parte de
su oscuro pasado. Ese pasado turbulento que guardaba celosamente en las
diminutas vetas y partículas de sus inmensos ojos verde marihuana. Él
contenía en su mirada todas las preguntas. A mí no me importaba no tener
las respuestas. La incertidumbre era mi patria.
Tenía los ojos
más tristes del mundo. Me dolía su mirada. Supe que algún día partiría,
que era nómada de un desierto que yo desconocía. No quise retenerlo. Me
desperté desnuda y no estaba en la cama. Me quedé flotando en la
superficie de la luna. Sin gravedad. Sin oxígeno. Busqué una pista o una
nota. Había dejado en la mesita de noche tres cigarros y un cogollo de
marihuana. Supe que no volvería. Supongo que sus heridas eran muy
profundas para una piel tan fina y suave. Tenía metralla en el corazón.
El mundo era demasiado despiadado para una piel transparente y frágil
como el cristal de bohemia. Creí que podía salvarlo. Creí que el
universo estaba de nuestra parte pero los desiertos del alma y la
metralla del corazón pueden arrancar la hierba que crece bajo mis pies.
Aún
sueño que lo miro fijamente a la cara cuando hacemos el amor y le
acaricio su piel tersa y cálida como el terciopelo. Me despierto con
lágrimas en los ojos, el corazón latiendo fuerte y sus tristes ojos
verde marihuana congelados en mi retina.
Bienvenidos a esta humilde morada. Aquí encontrareis poesía, cuentos, citas, reflexiones y pensamientos de Teresa Lao y de otros autores, interesantes para la Maga. Adelante...te estábamos esperando...
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