martes, 29 de septiembre de 2020

SAD EYES

 Tenia los ojos más tristes del mundo. Cuando me miraba sabía que había dejado mucho atrás, que su pasado le perseguía. Nunca le pregunté nada ni me atreví a buscar respuestas en su cartera. Me miraba y sentía que el mundo se hundía bajo mis pies. Cuando hacíamos el amor lo miraba a la cara y me entraban ganas de llorar. Mi empatía con aquellos ojos verde marihuana hacia agua mi alma y me rompía en pedazos. Él siempre me desnudaba muy muy despacio y tenía la piel fina y suave como el papel de fumar. Su ternura se derramaba sobre mis labios, me desarmaba y me hacía resbalar sobre su cuerpo en las madrugadas infinitas. Sus besos sabían a fruta silvestre madurada al sol. Su pelo lacio y abundante se enredaba entre las sábanas y yo lo peinaba con mis dedos. Cuando le daba el sol tenía mechones rubios o canosos según le diesen los rayos de sol. 

No le gustaba salir de casa. Nunca fuimos juntos a ningún bar. Creo que temía que nos encontrásemos a alguien que formase parte de su oscuro pasado. Ese pasado turbulento que guardaba celosamente en las diminutas vetas y partículas de sus inmensos ojos verde marihuana. Él contenía en su mirada todas las preguntas. A mí no me importaba no tener las respuestas. La incertidumbre era mi patria.

Tenía los ojos más tristes del mundo. Me dolía su mirada. Supe que algún día partiría, que era nómada de un desierto que yo desconocía. No quise retenerlo. Me desperté desnuda y no estaba en la cama. Me quedé flotando en la superficie de la luna. Sin gravedad. Sin oxígeno. Busqué una pista o una nota. Había dejado en la mesita de noche tres cigarros y un cogollo de marihuana. Supe que no volvería. Supongo que sus heridas eran muy profundas para una piel tan fina y suave. Tenía metralla en el corazón. El mundo era demasiado despiadado para una piel transparente y frágil como el cristal de bohemia. Creí que podía salvarlo. Creí que el universo estaba de nuestra parte pero los desiertos del alma y la metralla del corazón pueden arrancar la hierba que crece bajo mis pies.

Aún sueño que lo miro fijamente a la cara cuando hacemos el amor y le acaricio su piel tersa y cálida como el terciopelo. Me despierto con lágrimas en los ojos, el corazón latiendo fuerte y sus tristes ojos verde marihuana congelados en mi retina. 

No hay comentarios: