Quieren saber quién eres. No.
Quieren saber en qué gastas tu dinero. De dónde sacas el dinero. Quieren saber
a dónde vas y con quién vas. Lo quieren todo de ti. Todos los movimientos de tu
cuenta bancaria. Quieren saber por qué tiritas y por qué no puedes pagar la
factura de la luz. Ellos siempre quieren más. Piden y piden. Pero tú no tienes
nada más. Nada más que sonrisas, abrazos, amigos, aceite, miel, almendras,
jengibre y ropa muy gastada. Lo quieren todo de ti. Quieren tus huesos moribundos
para hacer negocio con ellos. Son violentos y despiadados. No saben lo que es
la compasión. Vigilarán a tus hijos y siempre irán armados. Quieren hacer
negocio con tu cuerpo. Se escudarán en el estado del bienestar pero todo es
una falacia. Sólo quieren engañarte y necesitan alguna excusa. No te darán las
medicinas que necesitan tus padres moribundos. De eso también hacen negocio.
Son los mercaderes de la infamia.
Ellos siempre quieren más de lo
que tienes. Actúan en la sombra. Mueven los hilos. Para ellos eres un número.
El número de tu casa. El número de tus viejas botas. El número de tu DNI, tu
número de móvil y, cómo no, el de tu cuenta bancaria. Aunque no los dejes
entrar a tu casa se colarán por las rendijas como el humo negro. Ellos siempre
saben dónde buscarte. Tienen todos tus datos. No podrás escapar de sus
despiadadas transacciones. Para ellos el tanto por ciento de interés y la prima
de riesgo es lo primero.
-Querida, el negocio es el
negocio y la cultura es un adorno- te dirán.
-Querida, el mercado es el
mercado. El mercado no entiende de solidaridad- te asegurarán.
-Dadas las circunstancias lo
mejor es la esclavitud- te aconsejarán.
Los reconocerás porque son de un
gris oscuro casi negro. Ende los llamaba los hombres grises. Ten cuidado con ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario