“Cuando no tenía otro lugar
adónde ir, siempre volvía a Fiñana. Cuando no tenía nada de nada, volvía a
Fiñana. Volvía aquí y, de la nada, hacía algo. Aquí podía vivir sin apenas
dinero; no tenía en qué gastarlo ni a quién impresionar. Aquí a la gente sólo le
importa tu espíritu de trabajo, tu amabilidad y tu capacidad. Yo volví a Fiñana
y aquí descubrí mi voz como quién descubre algo que se le ha caído del
bolsillo, como si fuera un souvenir que llevara tiempo olvidado. Y cada vez que
vuelvo aquí me encuentro rodeado de gente que me quiere, que se preocupa por
mí, que me protege como si levantara una tienda de calor. Aquí escucho cosas,
aquí el mundo tiene un latido distinto, el silencio suena como una cuerda que
alguien hubiera rasgado millones de años atrás, música en los álamos y los
abetos y los robles, hasta en los campos y en el maíz que se seca al sol.
¿Cómo le explicas todo eso a
alguien? ¿Cómo le explicas todo eso a alguien a quien quieres? ¿Y si no te
entiende?”
Con el permiso del señor Nickolas
Butler he tomado prestado este texto y donde decía “Little Wing” he puesto
Fiñana. Little Wing está en Wisconsin, muy muy lejos de aquí. Pero creo que el
sentimiento es el mismo. Esto es lo que piensa Lee (uno de los personajes del
libro) de Little Wing. Y esto también lo pienso yo de Fiñana. Así de mágica es
la literatura, que conecta emociones y sentimientos y a personas que están muy
lejos. El libro lo recomiendo encarecidamente, se llama “Cartas de amor a
quemarropa” y es una maravilla. Llegó a mí por puro altruismo del señor Juan
Antonio García Pérez, que me lo regaló para mi cumple. Así que desde aquí le
doy las gracias de nuevo. Eres grande tio! Si has crecido en un pueblo o tus
raíces son de un pueblo podrás disfrutar mucho más del libro. Yo pensaba todo
el rato en Fiñana leyéndolo. Acabas enamorándote de todos los personajes. Me
gusta definir un libro a un escritor con una sola palabra. Si tuviera que
definir este libro con una palabra sería esta: EMOTIVO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario