domingo, 14 de julio de 2013

DESIDIA

“Dónde iremos a parar,
calculando el vértigo,
de los sueños que quedaron detenidos.”
Quique González

El hombre con la bandera roja da la salida y me parece tan anacrónico como para que en el futuro le hagan un monumento. El paisaje es amarillo, decrépito, abandonado. Yo llevaba la cara mojada pero nadie pareció reparar en ello. Creo que me senté en el sitio equivocado pero nadie reparó en ello. Sonaba caminando en círculos y me parecía que la canción hablaba de mi.  Había una niña jugando a los recortables pero nadie parecía reparar en ella. Me parecía un tren triste, un viaje de vuelta a ninguna parte. Me sentí habitante de la nada, de un no lugar como decían en las aulas cuando yo era estudiante. Era verano, yo llevaba vaqueros largos muy ajustados y el aire acondicionado del vagón estaba roto y a pesar del calor nadie parecía reparar en ello. La semana anterior leí una noticia de un suicidio en el periódico. Todo el mundo parecía preguntarse porqué. Yo creo que viajar en segunda  no le gusta a nadie. No es una buena razón pero es una razón. Todo el mundo en el vagón mira al infinito y suspira. Parece que les he contagiado mi tristeza. El revisor tiene cara de pocos amigos pero a nadie parece importarle. Me pregunto si esta desidia es común, contagiosa, endémica o congénita. 

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