Si se cansa de
escucharme me lo dice que yo me enrollo y no me doy ni cuenta. Usted parece muy
simpático, no como mi marido. No sabe usted las tonterías tan grandes que dice mi marido a
veces y mira que yo lo quiero y siempre lo he querido pero a veces, a veces…me
saca de mis casillas. Como cuando el 15M, que si eran unos delincuentes, que si
la policía tendría que limpiar todas las calles de ellos, que si perrosflauta,
que yo la primera vez que lo escuché no sabía ni lo que era. Pobrecitos, le
decía yo, pero si sólo quieren un trabajo, y él me decía, pero eres tonta de
remate, ellos no quieren trabajar, no te das cuenta de que ensucian las calles,
que son todos unos rojos revolucionarios y yo le decía que no, que no lo entendía y él
erre que erre que si yo era una tonta de remate. Yo no sé si soy tonta de
remate pero en el colegio sacaba muy buenas notas, porque me puse a trabajar
pronto que si no hubiera llegado lejos. Él se cree muy listo, dice que nuestro
hijo el abogado, Enrique, es tan bueno,
siempre nos hace regalos, pues dice que le ha salido a él, cuando todos dicen
que es el vivo retrato de mi padre que en paz descanse. Hay que ser bruto. No,
si mi marido no es mala persona, un poco cabezón quizá, siempre se tiene que
salir con la suya. Desde que nos casamos ni una sola vez me ha dado la razón y
digo yo, qué trabajo le cuesta, pero sí que le cuesta, es muy orgulloso mi
marido, porque vamos, digo yo que en 45 años de casados alguna vez habré
llevado la razón no? Pues nada, él tan tozudo como una mula. Él siempre dice
que yo soy una mujer difícil, que no se fue y me dejó sola con los niños porque
es muy bueno pero que otro… en eso si lleva razón, que hubiera hecho yo con 3
niños y sola, menos mal que se quedó. Ves? Yo si le doy la razón cuando la
lleva. Éramos muy jóvenes cuando nos casamos y yo era tan tonta, casi no lo
conocía, y no sabía que era tan cabezón, sino otro gallo me hubiera cantado,
que bien guapa que era yo de joven y buenos pretendientes tenía, ahora ya sólo
soy una vieja muy parlanchina. No es muy tarde todavía, me puedo quedar un rato
más. Todavía no habrá vuelto del bar, va todas las tardes, y yo, porque un día fui a avisarlo y porque era
urgente que sino ni se me ocurre, ya ves tú, el chico había tenido un accidente
con el coche y estaba bien pero menudo susto; pues se enfadó muchísimo, me dijo
que lo dejé en vergüenza delante de todo el bar, que como se me ocurre, que las
mujeres que pisan los bares no son decentes, que tonterías dice mi marido,
ahora porque ya soy muy vieja pero más de una vez me han entrado unas ganas de
coger las maletas, si no es por mis hijos yo no sé que hubiera hecho. Pero
dónde iba yo a ir, me decía, pues nada a aguantar sus cabezonerías. La primera
crisis sobrevino cuando todos mis hijos estaban fuera, unos estudiando y otros
trabajando pero en el pueblo no había nadie. Estaba esperándolo para comer.
Recuerdo que aquél día me había salido muy rico el guisillo y a mi marido le
encanta pero yo esperaba y no venía, estaba casa Pepe, el bar de la plaza.
Empecé a sentirme mareada y me eché en el sofá. El corazón me iba muy rápido y me faltaba el oxígeno, casi no podía respirar. Llegó por fin y le dije
:-Manolo, llama a la ambulancia que me muero, y él, que exagerá eres mujer, ya
será pa menos, pero llamó y cuando llegué al hospital me hicieron muchas
preguntas y me reconocieron, analíticas y más analíticas. Mi marido fumando
fuera mientras. Finalmente me pusieron una inyección y me dijeron que era
ansiedad, como sin darle importancia. Yo ya me encontraba mejor pero nunca
había oído esa enfermedad ni sabía en qué consistía. Me preguntaron si había
tenido algún disgusto hacia poco. Pues no, ninguno que yo recuerde. Me pusieron
un tratamiento y me dieron cita con el psicólogo la semana siguiente. Yo me
quedé estupefacta. ¿Me estaban diciendo que yo estaba loca?¿Por qué me mandaban
al psicólogo? Por supuesto que no fui. Mi marido decía que para qué y en eso
llevaba razón. Yo no estaba loca. La ansiedad esa ya se curaría con la
medicación. Pero si yo no tengo ningún problema. Todos mis hijos ya colocados
fuera y la casa para mí sola. A veces me siento un poco sola porque mi marido
no está mucho y cuando está es mucho peor. Prefiero estar sola. Pero eso no es
para volverse loca. Y la ansiedad no remitió. Seguía con la medicación pero los
ataques eran continuos. Rara era la semana que no me daba alguno. Dice mi
médica del consultorio que me lo provoco
yo misma y yo no me lo puedo creer. ¿Cómo me lo voy a provocar yo?¿Tan tonta
voy a ser? A ver si mi marido va a tener
razón al final. Al final decidí ir al psicólogo y luego me alegré tanto. A lo
mejor era verdad que estaba loca. A mi marido le dije que era una chica porque
si no, madre mía, la que hubiera montado. El psicólogo es un muchacho tan
simpático. Mañana me toca ir. Nunca se lo he contado a nadie. Ni a mis hijos. No
les quise decir nada por no preocuparlos y si alguna vez venían de fin de
semana y me daba me acostaba y decía que me dolía la cabeza. Tú eres la primera persona a la que se lo
cuento. No es por nada, usted me entiende, no es fácil. Bueno, quiero decir que
con usted es más fácil. Yo no estoy loca. Usted me cree, verdad? Por hablar con
desconocidos uno no está loco no? Mi marido siempre dice que no hable con
desconocidos pero a mí me da igual, ellos a veces te ayudan y te entienden más
que tu propia familia. A mí personalmente me cuesta menos sincerarme con un
desconocido que con alguien de mi familia. Los desconocidos no te juzgan, usted
no va a juzgarme por lo que le he contado verdad? Por eso me gusta ir a hablar
con el psicólogo, es un buen muchacho y muy paciente escuchando, me ayuda a
desahogarme, que a veces una ya no puede más. Bueno, ya casi es la hora de la
cena, mi marido está al llegar, me tengo que ir. Le dejo unas galletas y un
bote de leche, eso siempre viene bien en las
noches de frío. Este banco debe ser muy duro para dormir. Seguro que
tengo alguna manta en casa que no uso. Mañana se la traigo. Buenas noches.
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