Esta vez no me vais a creer. Me
he inventado tantas cosas que ahora no me vais a creer. Y la verdad es que no
sé ni yo si es cierto o lo he soñado. Ahí voy. “Tengo en mi terraza un banco de
Madrid” Con su oso y su madroño dibujado, sus reposabrazos, sus patas de hierro
fundido y sus lamas de madera. Estaba en Lavapiés y no sé cómo llegó a Fiñana a
compartir espacio con geranios, jazmines, salamanquesas y murciélagos por la
noche.
Hoy me ha dado por pensar que
nunca he hecho el amor en un banco. Y no lo descarto de “cosas por hacer en
otra vida antes que se me olvide como en ésta” Me pirra hacer algo que nunca he
hecho y me sorprende la cantidad de cosas que me quedan. Cuando hago algo que
es la primera vez en mi vida que lo hago me da una cosquilla en la barriga.
El banco está totalmente fuera de
lugar en mi terraza, tan lejos de la capital de España. Pero le tengo cariño.
La que liamos para montarlo. A veces me pongo triste porque a lo mejor el banco
no está cómodo en Fiñana. Nadie le ha preguntado al pobre. A ver si encuentro a
alguien que se atreva a desmontarlo y devolverlo a Lavapiés. Creo que él sería
más feliz entre los suyos, de vuelta a sus raíces. Y seguro que luego piensa:
“Nunca debí salir de Lavapiés”.
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