miércoles, 12 de febrero de 2020

EL BANCO


Esta vez no me vais a creer. Me he inventado tantas cosas que ahora no me vais a creer. Y la verdad es que no sé ni yo si es cierto o lo he soñado. Ahí voy. “Tengo en mi terraza un banco de Madrid” Con su oso y su madroño dibujado, sus reposabrazos, sus patas de hierro fundido y sus lamas de madera. Estaba en Lavapiés y no sé cómo llegó a Fiñana a compartir espacio con geranios, jazmines, salamanquesas y murciélagos por la noche. 

Hoy me ha dado por pensar que nunca he hecho el amor en un banco. Y no lo descarto de “cosas por hacer en otra vida antes que se me olvide como en ésta” Me pirra hacer algo que nunca he hecho y me sorprende la cantidad de cosas que me quedan. Cuando hago algo que es la primera vez en mi vida que lo hago me da una cosquilla en la barriga. 

El banco está totalmente fuera de lugar en mi terraza, tan lejos de la capital de España. Pero le tengo cariño. La que liamos para montarlo. A veces me pongo triste porque a lo mejor el banco no está cómodo en Fiñana. Nadie le ha preguntado al pobre. A ver si encuentro a alguien que se atreva a desmontarlo y devolverlo a Lavapiés. Creo que él sería más feliz entre los suyos, de vuelta a sus raíces. Y seguro que luego piensa: “Nunca debí salir de Lavapiés”.

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