jueves, 13 de febrero de 2020

LA CASA DE MIMBRE

Me dijo que tenía el pasado
cosido de cicatrices,
que era un hombre solitario
y que su casa era de mimbre.

Me resultó extraño que mintiera,
que nos mirase con admiración
y que un hombre tan solo
quisiese matar su soledad con nosotros.

Tenía heridas en sus dedos,
no cicatrices.
Tenía unas botas nuevas
pero baratas.
Tenía un bigote
postizo.

Vivía en el centro
y mintió cuando dijo
que le gustaba estar solo
en su casa de mimbre.

Me lo imagino
con sus muebles de mimbre,
con sus manos de mimbre,
con su corazón de mimbre
latiendo despacio
mientras toca el piano
con sus amantes de mimbre.

Le miré a los ojos
cuando nos despedimos
y supe que no mentía.
Vivía en una casa de mimbre
porque no quería más cicatrices.

Me dijo clavandome sus ojos:
-Lo creas o no...
las cicatrices no son de mimbre.

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