jueves, 13 de febrero de 2020

LOS SILENCIOS DE MI PADRE

Él comía siempre en silencio y muy despacio. A él nada le ponía nervioso. Él era la calma y la quietud. Era la paz hecha carne. En las nochesbuenas, en las noches de paz él brillaba en silencio como las estrellas. Ahora él es una estrella y cuando miro el cielo desde la terraza lo veo a él brillando en la inmensidad. Su silencio ha dejado un hueco que no puede llenar toda la música del mundo. Recuerdo cuantos silencios compartí con él y en todos ellos sobraban las palabras.  Solo había que mirarlo a sus hermosos ojos azul grisáceo para descubrir cuanto amor había en su corazón. Me ha dejado cubierta de un manto de amor. Cuando llegaba tarde por la noche me asomaba sigilosa a su dormitorio y si estaba despierto le hacía una tila y compartíamos el silencio de la noche que siempre rompía yo diciendole: - Papá, cuéntame cómo se vivía cuando tú eras joven. Me relataba alguna historia y luego me decía: -Acuestate, Mari Tere, que nos desvelamos.

Ahora me gustaría mucho desvelarme mientras me contaria sus historias. El ruido de la casa se hace insoportable. Echo de menos el silencio que él construyó. Echo de menos sus manos robustas y cómo adoraba las fresas con nata. Me pregunto si la vida le pasó de largo. Cuántos amaneceres contempló. A cuántas mujeres amó. Cuánto soñó despierto y cómo de libre llegó a ser.

Papá, te echo de menos.

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