viernes, 4 de enero de 2008

ALMAS GEMELAS


“Saber esperar es difícil pero provechoso,
saber no esperar es simplemente decisivo”
Rafael Portán


Aún no ha llegado pero no tardará, el sol está aún alto.
Pensaba Mario mientras se acurrucaba en su chaqueta de lana viendo como descendía la tarde lentamente, un día más.
Como cada día, Mario buscaba el mejor sitio para divisar perfectamente el horizonte, hoy había elegido para ello una de las mejores rocas del acantilado, sin duda la mejor, pensaba Mario. Hoy habrá suerte, Mario, se decía para sí mismo animándose. Se afanaba en la elección de los lugares, tenía la certeza de que de ellos dependía mucho el éxito de su hazaña. Y justo cuando se había decidido, se acomodaba y no apartaba ni un segundo la vista de esa fina línea que separa el suelo del cielo. Mario permanecía atento a cualquier minucia, con los cinco sentidos puestos en ese delgado límite del que, estaba seguro, un día saldría la mujer de su vida. Mario la espera con devoción y puntualidad cada tarde al caer el sol.
Cuando el horizonte comienza a encenderse, como alumbrado por una linterna y a teñirse de malvas y púrpuras el mundo que Mario contempla, su corazón se desboca de impaciencia. Se frota las manos sudadas. El preciado astro acelera para ir a esconderse estrepitosamente al océano, quedándose unos instantes suspendido como un jirón de fuego entre dos mundos.
Cuando luchan las tinieblas de la noche con la cansada y pálida luz, sabiendo ésta que inevitablemente sucumbirá al duelo, en esos precisos momentos, Mario tiembla de miedo como un chiquillo, y su angustia le ata un nudo en la garganta porque sabe que su tiempo se acaba, conoce perfectamente esa sensación, la conoce y la teme como a un animal salvaje, la siente cada día temblando en su pecho y mojándole de agua salada las mejillas. Has fracasado un día más, Mario, estás cansado y viejo, y llevas demasiado tiempo esperando a alguien que nunca aparece, quizás a un fantasma, y se te va la vida en ello, Mario, se te va la poca vida que te queda con cada crepúsculo, piensa Mario abatido cuando llegan los últimos minutos del día.
Hoy tampoco vendrá, Mario, hoy tampoco.
Y Mario, como cada día, suspirará largamente con un quejido por el dolor de su pecho, se llevará el brazo a la cara y, con un ademán brusco, limpiará su rostro de los restos del naufragio con el puño de su saco de lana. De pie, divisará a lo lejos como se escapa el último rayo de luz, su última esperanza se irá a alumbrar a otros hombres, otros exóticos y distantes mundos de dónde nunca nadie vendrá. Ni ella ni nadie. A dónde nunca Mario irá. Vivirán ignorándose el uno al otro como si de un ser bicéfalo se tratara. Unidos por la espalda, tan sólo intuirán la existencia del otro, que les proporcionará el leve empujón a la espera diaria. Porque Mario sólo sabe esperar pacientemente cada día con la misma ilusión, y volverse a su casa con la misma congoja ahogándole al respirar, porque el dolor de la noche a Mario no le deja tomar oxígeno.
Hoy Mario volvió la espalda un segundo antes de aparecer una especie de mancha en la fina línea, una figura negra que parece humana. Mario se vuelve sobresaltado, como si alguien le hubiese tocado el hombro por detrás. Ya es tarde, una inmensa oscuridad lo envuelve todo. Una infinita manta de espesura negra cae de nuevo sobre su alma.
Hoy María saluda a su gato al llegar a casa, después de caer el sol, y con los ojos enrojecidos le susurra al oído:
-Hoy tampoco hubo suerte, chiquitín. Mañana seguro que sí.

3 comentarios:

La Maga dijo...

Dedicado a todos aquellos corazones solitarios que esperan y esperan... y nadie llega. Espero que no os pase como a Mario que se fue justo cuando aparecía Maria. También está, como consuelo, lo que decía Cernuda, que poco a mucho, lo que tu seas, se lo debes a la soledad. Ya, ya, que no es consuelo... pero menos da una piedra. Besos.

Anónimo dijo...

hola amiga!
Me ha encantado este espacio que has creado, creo que tienes madera de poetiza, sigue así, creando y plasmando tus ideas y pensamientos.

Anónimo dijo...

Gracias Dalila, de corazón. Tu ya habías leido "Discurso.." Se que este te ha llegado porque siempre fuiste una romanticona empedernida. Me alegro. Seguiré poniendo cositas interesantes para todos los que me visitais.
A ver si quedamos prontito.
Un abrazo cibernaútico.